Un día como otros en el subte, encontrándome a gatos parlantes.

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"♪Era un gato
En el subte
Maullando por dos eeuros
Pa' los Whiskas
Y una cajita
De areniiii-llaa♪".

—¡Por favor, señora! Es solo una monedita, no le cuesta tanto —pedía un gato desesperado, compartiendo su encantador talento por un poco de dinero—. ¡¿Sabe qué?! ¡No necesito sus feos billetes, de todas formas, ¡estoy consiguiendo mucho ahora mismo! —O eso quiso hacerse creer, porque en verdad, lo único que había en el sombrerito a su lado era una bola de pelos que había escupido hace unos minutos en un momento de nervios.

Y así como si nada, siguió a los gritos—o maullidos—pelados, esperando llegar a algo bueno.

Para desgracia del chico en frente suyo, podía oír perfectamente lo que el animal cantaba. Quería abandonar el sitio de una vez, pero aún no llegaba a su parada.

Harto, se levantó en dirección al felino.

—¡Oh, al fin un alma de corazón puro! Muchas gracias, buen hom-¡¡Eh, suélteme!! ¡Bájeme! OFICIAL, ESTO ES UN SECUESTRO. ¡AYÚDA, POR FAVOR!

Con gato en manos, volvió a sentarse. Con cara seria, enojada, el gato esperaba una respuesta a tal osadía.

—¿Dejarías de cantar si te llevo a mi casa? No, perdón, ¿te gustaría ir a mi casa?

—¿Por qué habría de hacerlo? Primero, me estás secuestrando. Y segundo, soy un artista, yo trabajo en las calles, amigo.

—Tengo comida. Gratis.

—Me tientas mucho, pero mantengo mi punto.

—Lamento el agarrón, pero es verdad lo de la comida. ¿No es eso para lo que quieres el dinero?

El gato no podía mentir, su panza lloraba de hambre, y aquel humano parecía decente económicamente.

—Está bien, pero desearía un lugar para descansar por el momento. Todo este arte cuesta lo suyo, ¿sabes? Anda, vamos, házme un espacio.

—¿Qué? ¿En mi bolso? Pero-

—¡Sí! Come on, amigo. ¡Hurry! Emm, ¡go!

—Sé español muy bien, gracias.

—¿Entonces por qué tardas tanto?

El chico rodó sus ojos con desesperación, abriendo su bolso y viendo cómo el animal se metía en él. Se le erizaba la piel al ver la cantidad de pelos que se pegaban a la tela negra.

Mientras tanto, los demás pasajeros observaban la escena extrañados. Otros, más tarde, publicaban videos titulados como "Dueño loco hablando con su gato. Muy gracioso".

Una vez en el departamento, el gato sacudió su pelaje, admirando el lugar

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Una vez en el departamento, el gato sacudió su pelaje, admirando el lugar.

—Mm, no está mal, le falta un poco de buena decoración. Por cierto, deberías limpiar esa cosa —señaló al bolso—su olor es un horror.

El gato del subte que amaba los balconesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora