Es lunes, está lloviendo y mi teléfono no tiene batería. Me siento cansada sin motivo alguno, lo único que hice hoy fue ver televisión y escuchar música. Sé que tendría que estar haciendo tareas de la escuela, pero no tengo las fuerzas suficientes.
Son las cuatro de la tarde, mama se acaba de ir al súper y eso me saca las ilusiones de poder merendar con ella. Espero que dentro de unos días no tengamos malas noticias. Para olvidar esa idea, me levanto de la cama de un salto. Mí yo interior reniega por esa decisión, pero sé que es lo mejor.
Fui a la cocina, moría de hambre. Encuentro un paquete de galletas que mama dejo abierto y me lo llevo al balcón.
Me apoye en la baranda mientras me invadían todo tipo de recuerdos. Tengo nostalgia, extraño mí vida antes de esta locura sin fin.
Siento que estoy en esta baranda desde hace una eternidad, aunque debieron haber sido 10 minutos. Tenía el brazo dormido y en un fallido intento de "despertarlo" se me callo desde mí tercer piso la última galleta. Me sentí frustrada y con toda mí fuerza le tiré el paquete vacío a un hombre de mediana edad que no tardó en insultarme. No me importaba lo que él decía, yo veía el horizonte mientras divagaba en mis pensamientos. Llego un momento en el que el malhumorado hombre no estaba más, había estado demasiado tiempo distraída como para saber cuándo se fue.
Tenía frio. Volví a mi habitación con la intención de taparme hasta el cuello y retomar la serie que estaba viendo.
Agarre de mi mesa denoche el celular, que ya se había cargado por completo, y me acosté en la camapara leer los mensajes y noticias que habían llegado. Entre todas las noticasencontré una que contaba que hoy era el día 150 de este encierro, la comencé a leer,pero poco después tuve sueño; varias veces intenté no abandonarla, pero en unode esos intentos caí rendida en los brazos de Morfeo.
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Dia 150
Teen FictionRelato de una adolescente en país de la cuarentena mas larga del mundo, argentina.