El más mínimo cambio puede desencadenar un efecto dominó capaz de modificarlo todo. Una historia donde una ligera omisión en los eventos canónicos de la película nos adentra a un escenario apocalíptico donde nuestros héroes se enfrentarán a horrores...
Esta historia surgió de mi primer intento de crear un cómic de Zootopia. Agregaré imágenes de ese fallido cómic dentro de la historia como una pequeña guía visual.
Un manto de tinieblas cubría la ciudad. Las sirenas resonaban a lo lejos y el olor a humo llenaba las calles. Incontables incendios se propagaban por las avenidas principales consumiendo los vehículos abandonados haciendo imposible trasladarse. Por entre los pasadizos, corriendo entre rejas y saltando charcos por lodosos, una sombra se desplazaba a gran velocidad corriendo sin detenerse ante los gemidos que parecían clamar por ayuda. Finalmente no tuvo otra opción más que salir a una de las calles iluminadas por las llamas y las titilantes luces del alumbrado. La férrea mirada de la oficial Hopps se mantenía al frente sin importar que una horda de no muertos se había percatado de su presencia. Un oso negro con un ojo faltante, un par de castores sin la quijada inferior y con patas menos, y una cebra carcomida se bamboleaban lentamente estirando sus patas instintivamente hacia la presa. Sin embargo, tan pronto como captaron su presencia le perdieron el rastro. Era una de las ventajas de ser ágil y pequeña. Ella solo seguía corriendo con un solo objetivo en mente: llegar al precinto a como diese lugar.
Durante su trayecto solo podía pensar en las vidas inocentes que de podrían haber salvado si tan solo los hubieran escuchado.
Todo se remontaba dos semanas atrás cuando descubrieron el origen del miedo que azoraba a la ciudad. La megalómana alcaldesa adjunta Dawn Bellwether había estado conspirando para dividir a la sociedad con suero que volvía a los ciudadanos en bestias salvajes. Gracias a los Z.T.A.R.S. (Zootopia Tactics and Rescue Services) comandados por ella la operación había quedado virtualmente desmantelada; o eso pensaron hasta que Bellwether decidió confesar sobre un laboratorio secreto el cual se había revelado y del que llevaba semanas sin tener contacto. La misión era bastante simple: los ZTARS viajarían a la parte más alejada del distrito forestal a asegurar dicho inmueble donde la droga de los aulladores seguía siendo investigada. Sin embargo, nadie sospechaba que aquello los fuera a conducir al estómago de la bestia. En poco más de un año de trabajar para la policía, jamás había visto tales horrores como en esa redada.
En lugar de un laboratorio, encontraron una inmensa mansión llena de monstruos y criaturas que los llevaron al límite para lograr sobrevivir. Por supuesto que nadie les creyó al regresar al precinto y dar su informe. Aún cuando perdieron a Delgato y Francine era una historia inverosímil. Así que el incidente quedó archivado como un caso de histeria colectiva por parte de los sobrevivientes y que en realidad fueron alucinaciones causadas por el manejo incorrecto de los aulladores al encontrar el laboratorio. ¿Y quién podría culparlos? Si no lo hubiera presenciado por ella misma probablemente tampoco lo hubiera creído. En fin, las últimas dos semanas había estado esperando los resultados de sus exámenes psicológicos para volver al trabajo.
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Sin embargo, en ese tiempo comenzaron a surgir rumores sobre animales que parecían salidos de una película de horror rondando por la periferia del distrito forestal. Pronto comenzaron a circular noticias sobre vecinos atacando a otros y videos en la red sobre cómo era imposible detener a estos ciudadanos aún cuando les disparaban dardo tras dardo de tranquilizante solo para terminar siendo noqueados a la fuerza a lo que muchos en su momento catalogaron como brutalidad policiaca. Durante las siguientes dos semanas se trató de razonar con la población, instandolos a permanecer es sus hogares como medida de precaución. Pocos escucharon. En un par de días todo era pandemonium, los mamíferos comenzaron a entrar en pánico y trataron de huir. La ciudad fue puesta bajo cuarentena y la ley marcial fue instaurada imponiendo un toque de queda al oscurecer.
