Capítulo 17 - por favor ayúdame

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Aiz no quería creer lo que estaba viendo, si lo hacía sus principios se romperían por completo y ella con ellos, su mente le pedía apuñalar a la vouivre delante suya, sin embargo, el resto de su ser le pedía que bajara la espada, ya no siendo cosa solo de ella, también estaban aquellos ojos rojos rubí que le suplicaban que entendiera.

-¿Por qué? – Aiz pregunto con tono derrotado y voz quebrada, su espada ahora tirada en el suelo - ¿por qué aparecen ahora y no antes?

-No te pediré que lo aceptes ni que entiendas mis motivos, solo te pido que lo toleres – Bell pidió, su voz pareciendo ansiosa.

-Me gustaría poder ser amiga de todos – la vouivre menciono llamando la atención de ambos aventureros – quiero ser capaz de seguir viendo el brillante cielo azul, de sentir el viento en mi piel y poder sonreírle a las personas que me salvaron de morir devorada por quienes se supone son mis hermanos.

Cuando Aiz fue capaz de comprender y sentir los sentimientos en las palabras de la monstruo perdió, sus principios antes débiles ahora se encontraban rotos, sus piernas perdieron fuerza provocando que cayera al suelo mientras su cabello cubría su rostro, esto preocupo a Bell, quien rápidamente estuvo arrodillado a su lado queriendo ayudarla a recomponerse aunque fuera un poco.

-Si me prometes que puedo confiar en ella entonces haré lo posible para reconocer la existencia de los que sean iguales – Aiz susurro, provocando que los ojos del peliblanco se abrieran.

Bell se encontraba abrazando a su amiga, la cual, por primera vez parecía débil a los ojos del chico, el abrazo no tardó en ser correspondido por Aiz, quien a la vez que se sentía confundida estaba alegre, ya había escuchado todo lo que su amigo tenía que decir y aunque no le gustara mucho la idea, lo apoyaría, no porque confiara en la vouivre delante de ella, era porque confía en él, había sido el primero en mostrarle algo más que el odio de una manera tan clara que el pensamiento de siquiera llamarlo héroe le pareció divertido, desde su inocente apreciación ese título se quedaba, para ella, él estaba siendo casi su todo.

-¿Cómo se llama? – Aiz pregunto mientras su mirada recaía en la herida monstruo.

-Aún no tiene un nombre y ella no parece haber pensado en eso antes – Bell respondió, sus sentimientos estando bastante alterados, cosa que de alguna forma su rostro no demostró - ¿qué te parece si eres tú quien la nombra?

La espadachina se quedó pensando durante unos minutos mientras Bell se concentraba en otro asunto, decenas, centenas de posibles nombres empezaron a cruzar por la mente de Aiz. Lugares donde la posibilidad de esconder o mejor dicho, mantener a salvo a aquellos que fueran como la vouivre, un genuino dolor de cabeza le llego cuando cada posibilidad era derrumbada por un pensamiento posterior y de alguna forma, su rostro estaba tranquilo, ninguna de sus preocupaciones siendo visible.

-¿Te gusta Wiene? – Aiz le pregunto a la monstruo, casi recibiendo unos ojos iluminados como estrellas si eso era posible.

-Wiene, me encanta, lo quiero.

Por alguna razón que la espadachina no comprendió, sonrió, dio una sonrisa genuina, recriminándose mentalmente por seguir fallándose a sí misma, aunque si lo pensaba, eso ya no era posible, sus creencias sobre los monstruos ya habían sido destruidas de manera algo irónica por un monstruo, cosa que la hizo suspirar, ahora viendo la ventana que había destruido tras sentir la presencia de un monstruo.

-Lo siento por lo de la ventana – la niña exclamo con arrepentimiento.

-No te preocupes por eso, podemos mandarla a reparar en cualquier momento, por otro lado ¿estás bien? ¿No tienes alguna herida? ¿Dolor?

El regreso de los más poderososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora