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— El departamento tiene dos habitaciones, un baño y como veras todo esto es el living, allí podemos apreciar la cocina. —La muchacha de la inmobiliaria me hablaba de todas las cosas que contenía el departamento, pero este me gustaba muchísimo por la vista que tenia hacia la ciudad. Me quedaba cerca del trabajo, un poco dejos de la institución, pero eso no importaba mucho. —Sinceramente este no es el mejor de todos, puedo ofrecerte algo mejor si así lo deseas. —Musito la muchacha detrás de mí.

— Este es perfecto. —Conteste

— ¿Segura? —Volvió a preguntar y me gire sobre mis talones para mirarla.

— Si, es pequeño y acogedor, lo único que necesito es un lugar pequeño para vivir.

— Bueno, pasemos a firmar el contrato entonces.

No era el sueño de cualquier joven vivir aquí, pero me gustaba tenia ese destello de felicidad grabado en las paredes y en estos momentos de soledad necesitaba estar aquí, dormir sola y llorar durante las noches sin que alguien me pregunte porque lloro. Cuando le conté a David que me iría de casa, no se puso muy feliz que digamos, él decía que yo no estaba lista y que mi sueldo de vendedora de flores no cubriría los gastos de una casa. En cierta forma Nick me convenció de comprarla, debes en cuando se aparecía y desaparecía de mi vida, era mejor así no quería generar un escándalo. A Wilhemina no le había contado absolutamente nada de este hecho en mi vida, pero de seguro David le diría en cualquier momento, el y yo hemos estado en desacuerdo dice que soy una completa estúpida por seguir esperando que Wilhemina cambie o me diga la verdad. "Ella no lo hará"  Me dijo dos noches atrás mientras me tomaba una copa de vino, ahora ya no tomaba tanto, no después de aquel incidente en el que rompí todo en la casa.

Termine de rellenar los grandes informes, firmar los contractos y acordamos una cita con el banco el próximo lunes a la mañana, por ahora el departamento ya era mío. Debía comprar muchas cosas para sentirlo mío, sentir que realmente ocupo yo esta casa y la peor parte de todo esto es que debería ir a buscar mis pertenencias y gastar demasiado dinero en muebles. Debería haber comprado uno amueblado, me da demasiada pereza esto y todo lo que conlleva una mudanza.

"¿Podemos almorzar juntas?" Decía el mensaje que me había llegado de Wilhemina. ¿Podíamos? Me pregunte al leer entre líneas su propuesta, si podíamos, pero debía hacer unas cosas, le dije que la vería en su casa en una hora, debía realizar un papeleo en la institución. Tomé las llaves de mi nuevo hogar y me salí de este para caminar hacia el estacionamiento. Las puertas del ascensor se abrieron dejándome ver la silueta de una mujer levantando sus cosas del suelo, rápidamente me agache para ayudarla y los ojos de color mar se toparon con los míos.

—Olivia... —susurro mientras se levantaba del suelo y yo copie su acción de inmediato.

—Cate, siempre es un gusto verte.

Me entere que la mujer de ojos color mar vivía en este edificio, solo que muchos pisos mas arriba y ahora éramos vecinas, el destino me acerca cada vez mas a los ojos esmeralda. Me dio un poco de gracia la situación, luego de que la he ignorado demasiado y es que la institución no me ha permitido hacer reuniones de amigas. Charlamos un poco hasta que cada una llego a la puerta de la entrada, me invito a que tomáramos algo en la noche y acepte, no vendría nada mal un trago. Cada una tomo su rumbo porque yo estaba apurada y ella igual, llegaba tarde a las clases de arte.

No se hasta cuando David me prestaría el vehículo, pero lo aprovecharía al máximo mientras pueda. El calor en la ciudad cada vez era más, quería llegar urgente a las oficinas de Hartwood y hacer el maldito papeleo para poder retirarme e ir a comer con Venable.

Me acomode el vestido antes de bajar del auto, no quería que se me viera nada, tome mis documentos que debía fotocopiar y me adentre en un camino desconocido por los pasillos de la institución. En este lado del ala, no había absolutamente nada, la biblioteca estaba vacía y me acerque a las fotocopiadoras, tenía que entregar todo esto porque mi director así lo reclamaba. Junto al estante de libros históricos estaba la señorita Rabe sosteniendo un libro entre sus manos, sus ojos se deslizaban por las líneas de una manera rápida y sus labios se entreabrían para leer lo que aquellas paginas ocultaban.

Más Allá De NosotrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora