13. Regalos

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La calidez del otoño abrazaba con dulzura a los habitantes del reino de Diamantes, los árboles se coloreaban de distintos tonos rojizos, naranjas y amarillos, como un constante atardecer en la flora del lugar, definitivamente era un espectáculo digno de admiración para los visitantes y era algo que Foxy podía constatar de primera mano.

Todos los reyes de otros lugares habían regresado a su hogar esa misma tarde, dejando ese extraño silencio que precedía al exceso de bullicio y ensordece los oídos. El pelirrojo caminaba por los pasillos del que sentía cada vez más como su hogar, gracias a un habitante del castillo.

Mientras tanto, dicho habitante se deslizaba con ligereza sin poder ocultar su felicidad aunque a veces se oscureciera con la nostalgia de extrañar algo que aún no perdía pero que sería inevitable al finalizar el invierno. Por eso Golden estaba en esa constante ambivalencia de desear que el tiempo se detuviera y, a la vez, terminar de una vez por todo con la incertidumbre si es que pasaría en este año ya que nadie estaba realmente seguro que fuera a cumplirse en este o los próximos años, siglos o incluso en esta vida... Pero nadie escucharía este razonamiento.

Para cortar esas innecesarias ideas, tuvo que llegar Towntrap con su sonrisa fácil y contagiosa, comentando que Foxy lo buscaba hace poco y que, seguramente, estaría por su aposento para tratar de encontrarlo. Había tanta curiosidad como insinuación por parte del As que el rey se encontró ansioso por descubrir porqué lo buscaría el de ojos dorados.

Debido a la ansiedad, el rubio chocó con alguien, de camino a su habitación pero al sentir unas manos sobre sus hombros y el peculiar aroma de tierra y flores que sólo podían pertenecer a una persona, sonrió antes de mirar a Foxy.

—Te estaba buscando.

—Yo también.

Esa certeza fue tan dulce como una declaración  que era más fuerte que las palabras y empezaron a caminar en silencio hasta encontrar un lugar lejos de ojos indiscretos que les interrumpiera porque el As quería darle algo al más bajo. Cuando por fin estuvieron en la habitación de Golden, el otro se animó a hablar, pasando la mirada de la ventana al rubio que le esperaba expectante.

—Sé que querías que viera tu reino en esta época y estoy feliz de poder hacerlo, de estar aquí contigo. —Las palabras serenas inundaron el lugar e hipnotizaron a su receptor—. Quería darte un regalo... Podría decir que es un amuleto para que te de suerte en tu reinado —Dicho esto, estiró la mano para tomar las del rey y dejar un pequeño trébol de cuatro hojas. Golden no pudo ocultar su emoción y agradecimiento por dicho regalo.

—Ah... Gracias...

Debido al sonrojo que surgió tras esas palabras, Foxy podía verlo de una manera más hermosa de lo que no lo había hecho con nadie, quizá él no fuera un poeta ni tan sensible como los de ese reino para poder expresar de forma romántica y artística todo lo que le provocaba en este instante el rubio pero al menos lo sentía y de alguna manera le gustaría hacerle llegar eso al otro.

Lo siguiente que ambos sabían es que se estaban besando con esa calma de quien tiene todo el tiempo del mundo para disfrutarlo rindiendose a lo innegable, siendo interrumpidos sólo un momento para que el rubio pudiera poner en resguardo el preciado regalo que acababa de recibir.

No tardaron mucho en volver a unirse con hambre de sentir mucho mas porque ya no eran besos tentativos e inseguros los que compartían ahora eran agresivos, gustosos y completamente confiados de lo que hacían y sentían.

El aire se iba agotando entre ellos y quemaba su pecho así que necesitaban moverse un poco para no desmayarse. El atardecer se enfriaba con rapidez pero ellos no podrían sentirlo ni aunque se encontraran a media plaza por el ardor que los consumía, moviéndose hasta quedar en la mullida cama, exhalando un suspiro placentero.

Era un buen momento para detenerse, tendrían toda una vida por delante pero, si esta fuera la última oportunidad de probar el amor a esta escala, si realmente corrieran peligro y en cualquier momento alguno de los dos pudiera morir... Nadie merecía vivir con la incertidumbre de un amor a medias. Los besos del pelirrojo se movieron por el pálido cuello del más bajo, movió las manos por encima de la ropa para tocar un poco más.

Deslizar la tela estorbosa para una imagen gloriosa era todo lo que buscaba Foxy y eso fue lo que obtuvo ante la completa cooperación del rubio, dejando al descubierto la marca que tenía al centro del pecho.

Esa marca que obligaba un destino sin oportunidad de elegir nada mas, pero que fue el camino para conocerse realmente, para enamorarse a través de ese futuro tan incierto... ¿Hubieran podido estar juntos si no fuera de esta manera? A Golden le gustaba pensar que sí, que sus destinos estaban unidos para siempre en cualquier vida, para amarse o para odiarse pero no separarse sin importar la situación en la que se encuentren... Pero esa idea y cualquier otra perdió sentido e importancia cuando los estremecimientos invadieron su cuerpo ante las caricias que le eran proporcionadas con la lengua en esa parte tan sensible.

Descubrir algo que siempre estuvo ahí, experimentar el placer de probar la carne caliente, contraída al contacto... Faltaban manos para explorar, bocas para besar y palabras para expresar lo que se sentía. Es como si la magia fluyera entre ellos, benditos por los dioses a pesar de que estaba mal lo que hacían.

Contrario a lo que llegó a pensar Foxy, el otro había dejado cualquier rasgo de timidez fuera de la habitación, al subirse en él y reclamar cada toque y beso más profundo hasta que se metiera en su piel. Aunque nunca hubiera sido esa su intención, tenía completamente sometido un rey a sus pies, viviendo y muriendo bajo sus manos mientras el As veneraba cada centímetro de piel, grabándolo en su memoria por si algún día... No. No pensaría en el futuro, sería injusto para ambos. No dejaría de pensar en esa constante mirada penetrante que, cuál acero en color y peligrosidad, lo atravesaba por completo, por lo que le restara de vida...

Y el rey... ¿Qué otra cosa podría desear el monarca de Diamantes más que lo más brillante y precioso que existiera? Y estaba justo en los ojos del pelirrojo y el sudor de su piel mientras se balanceaba sobre su cuerpo al enterrarse con lentitud, nublando su pensamiento y capacidad de distinguir el dolor en medio de una bruma que los atontaba.

Era más que sexo, mucho más que sólo placer, era la unión física de algo que ya era emocional, pues entre rasguños, besos y balbuceos sólo había amor que los acompañó hasta el éxtasis.

Cuando se separaron por fin, el más alto no soltó al otro, siendo encontrado por los ojos más enamorados que había visto, descubrió en esos ojos algo que no sabía que existía hasta que Golden le enseñó a quererlo. En unos segundos, una inesperada revelación fue hecha.

—Me quedaré... Aunque todo termine me quedaré en el reino de Diamantes.

—Fox... Es el mejor regalo de todos y yo no tengo nada q- De inmediato fue silenciado con un suave beso en los labios.

—Esta noche... Es un buen regalo para mí. —Y como respuesta a esa afirmación, el rubio aprovecharía cada segundo de esta noche para demostrar la felicidad que prácticamente le hacía brillar ante la noticia de que, en el futuro, Foxy seguiría siendo una constante presente en su vida.

Pronto continuarían demostrando su cariño en esa noche tan especial ya que, si hubieran tenido la intención de asomar la vista por la ventana, hubieran sido testigos de la sangrante luna que los acompañaba como un presagio de lo que pronto eclipsaría los días de paz y dicha.

Para evitar la guerra (FNAFHS AU CARDS KINGDOM) GOLXY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora