Graziela, estúpidamente como cliché, eligió Lucho para enfrentarse a Bárbara; no es que la ubicación fuera a hacer alguna diferencia, pero al menos estaba familiarizada con el entorno y no estaban en la cima de una montaña ni nada. Ese si sería el colmo del cliché dramaturgo. Manteniendo su racionalidad, Bárbara se fue al vestidor con Macarena y se cambió de ropa.
- No harás eso.
- Ganare tiempo, lo prometo.
- ¿Y si te lastima?
- Probablemente lo hará. Pero luego tú me cuidarás.
Macarena puso los ojos en blanco.
- Eres imposible.
- Y tú me amas.
- ¿Y cómo no amarte? - Sonriendo, Macarena se rindió a la situación cuando ayudó a Barbara a ponerle las vendas en sus manos. - Si no le pegas a esa hija de puta, voy a tener que matarte.
Barbara se rió.
- Voy a ganar. Y no te sientas como premio ¿eh?.
- ¿No puedo sentir como el trofeo que vas a ganar? ¿Qué tipo de tonta pelea es ésta?
La broma hizo reír aún más a Bárbara, que bueno era quitarle toda la tensión a la situación, aunque las dos estaban aterrorizadas.
- Bueno, cuando gane, les mostraré exactamente cómo me voy a dedicar a mi premio. En casa.
- No puedo esperar a ir a casa contigo.
- Termina hoy, mi amor, te lo prometo.
Macarena terminó de colocarle las vendas en las manos de Bárbara y sostuvo el rostro de la morena acercándola a ella.
- Nunca creí en ti tanto como ahora.
- ¿Ni siquiera en mi amor por ti? Sinceramente...
- Tonta. - Dijo sin poder contener la risa. - Tú sabes de qué estoy hablando.
- Lo se. - Envolviendo a Macarena por la cintura, murmuró Bárbara. - Y también sé que hoy vamos a ir a nuestro departamento. Y dejaremos toda esa mierda atrás.
- Mi terapeuta también estará orgullosa de mí.
- Como yo lo estoy. Después de todo, todavía estás aquí.
- Dije que no huiría más. Te pedí que confiaras en mí cuando esta loca apareció de nuevo.
- Confío mi vida en ti.
- Y confío mi vida en ti. - Acercándose, Macarena sonrió. - Ahora acaba con esto porque ya quiero acostarme en nuestra cama contigo.
Bárbara tiró de Macarena para darle un beso largo.
Que decía mucho más de lo que cualquier palabra podría llegar a explicar; cuando se separaron, mantuvieron sus mirada en la otra. Sabían bien lo que prometía la salida y alargaron su momento lo máximo posible.
Caminaron de la mano hasta donde estaba Graziela.
La mujer los miró con odio; si fuera posible transmitir realmente los pensamientos, Bárbara sabría que ya había muerto. Pero mantuvo firme su paso a propósito. Gonzalo llegaría con la policía y todo se resolvería pronto. Solo necesitaba entretener un poco a Graziela.
Macarena hizo hincapié en, con todo su coraje, levantar a Bárbara y darle un beso largo, frente a Graziela, sin importar que la mujer los mirara, solo quería darle fuerzas a la mujer que tanto amaba. Bárbara era todo lo que le importaba.
Y en el fondo confiaba en las habilidades de su mujer.
Sabía que le ganaría.
Sin embargo, esto no le impedía sentir que la ansiedad la consumiera, como una grieta que comenzaba en la punta de su estómago y se extendía como fuego y lava.
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El mar de tu mirada | Barbarena I Terminada I Editando
RomanceBárbara Lopez vive una vida tranquila y pacífica. Trabaja en una conocida librería en el centro de Monterrey; La mayoría de las personas son clientes antiguos que la conocen desde que era una adolescente cuando solo era la hija del dueño del lugar...