Cuarenta y seis

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Después de muchos meses lejos de todo lo que le era conocido, Saint al fin estuvo de regreso en su casa.

Este estaba muy extrañado con la actitud de su vecino pues si ya le resultó raro despertarse y saber que éste le había estado visitando cada día e incluso leyéndole sus libros favoritos, estaba el hecho de que en esos dos días que llevaba consciente, este tampoco había dejado de hacerlo.

Estaba feliz, aunque temía el enfado de su hermano pues él sabía que Sanit tenía constancia de sus sentimientos hacía el moreno y creía que estaría muy celoso.

Varios vecinos lo recibieron muy emocionados a las puertas de su hogar, entre ellos estaba William, el padre de Zee, el cual lo abrazó y lo besó con mucho cariño, resultándole muy extraño pues al no recordar los últimos tiempos él creía apenas conocerlo.

Después del extraño recibimiento, tanto él, como su madre y Zee entraron en la casa donde todo permanecía igual.

-Bueno ya puedes irte a tu casa, gracias por todo pero no quiero tener problemas con mi hermano-dijo el castaño señalándole la puerta.

El moreno miró a May tristemente pero asintió conforme.

-Está bien, tienes razón debo irme ya, espero que pronto te recuperes del todo.

-Gracias, lo estaré, adiós-Dijo el castaño girándose para subir a su habitación y descansar un poco después de todo el ajetreo.

-Emm...oye Saint-le llamó el mayor-... ¿Puedo visitarte alguna vez?, para saber como vas y eso.

Este se giró y le sonrió.

-Claro que puedes, además ya vas a verme cuando estés con Sanit, como lo hacías antes-contestó sonriente-...de nuevo gracias por preocuparte tanto por mi, eres un buen amigo.

El castaño se despidió agitando tiernamente su mano y entonces Zee con una amarga sonrisa salió de la casa, mientras que su amnesico novio subió las escaleras y entró en su habitación.

Aún no había abandonado el jardín de sus vecinos cuando escuchó los gritos de este, entonces rápidamente corrió de nuevo a la casa y tras subir las escaleras, se encontró con la madre de este mirando muy sorprendidos y llenos de dolor a su hijo, el cual estaba tirado en el suelo de su habitación reviviendo lo sucedido meses atrás.

-¡No Sanit!, ¡para!....¡pa-para, no me lastimes más!-repetía una y otra vez hecho un ovillo y sujetando su cabeza entre sus manos.

Zee se acercó suavemente.

-Tranquilo cariño, ya pasó...no tengas miedo.

-¡No Sanit, déjame!...¡Dejame!-volvió a gritar entre lágrimas.

-Shssssss....soy Zee, amor....Sanit no está, él no volverá a lastimarte nunca más, tranquilo pequeño.

La madre del castaño contemplaba la escena entre lágrimas, realmente había sido terrible enterarse de la verdad, fue un momento muy duro.

No podía entender cómo su hijo mayor había podido ser capaz de golpear a su hermano tan salvajemente, luego acuchillarse el mismo y fingir un robo.

Finalmente, el más joven acabó reaccionando a la caricias y las dulces palabras del moreno, entonces sacó las manos de su cabeza y se incorporó.

-¿Ze-Zee?.

-Si pequeño, tranquilo todo está bien-le susurró este sonriéndole.

Saint sonrió también y acto seguido se abrazó a él fuertemente, mientras que el mayor lo estrechó entre sus brazos enterrando la nariz en su cuello.

-Hola, cariño.

-Ho-Hola... lo recordé todo....Sanit me golpeó, piensa que es cierto que tú y yo....

-Tranquilo... shssss... todo está bien... estoy contigo, ya no te preocupes más.

-¿Dónde está?, ¿Dónde está mi hermano?

-¿Dónde está?, ¿Dónde está mi hermano?

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4. Un novio de mentira -Zaintsee TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora