One Shot I: Escena Extendida Beso de la Camioneta

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Juliana y Valentina se encontraban sentadas en la parte trasera de la camioneta de la familia Carvajal y la morena se sintió movida a agradecer el hermoso gesto de la ojiazul. Le parecía más que increíble que siguiera apoyándola de esa manera tan dulce y desinteresada, les había conseguido a ella y su madre un techo donde poder pasar una temporada mientras Lupita se recuperaba del balazo que había recibido a manos del cartel. Cada día demostraba más la sinceridad de sus sentimientos y su deseo de protegerla y tenerla cerca, en sus peores y mejores momentos estaba Valentina Carvajal.

- Oye Val, gracias por lo de la casa neta - se miraban a los ojos mutuamente con una sinceridad natural y propia de ellas - No sé como te lo voy a agradecer - confeso Juliana con una débil, pero natural sonrisa.

- No, no me lo tienes que agradecer - respondió Valentina pasando una de sus manos por su pelo mientras dejaba escapar un leve suspiro - También lo hice por mi - retiró su mirada y la anclo hacia abajo incapaz de continuar hablando, mirándola a los ojos - ... quería tenerte cerca...

- Pero si sabes que no nos vamos a poder quedar ahí para siempre, ¿verdad? - preguntó Juliana con tristeza, pero queriendo asegurarse de que la castaña entendiera lo que ocurría alrededor de la vida de ambas.

- ¿O sí? - se aventuró a preguntar Valentina con una sonrisa llena de esperanza y un tanto ilusoria - Digo a tu mamá le encantó la casa, ya viste como se puso... super emocionada - continuaba con su sonrisa hasta que la pelinegra la interrumpió.

- No Val. Cuando mi mamá se recupere se va a querer ir de la ciudad - esa declaración hizo que los corazones de ambas se llenaran de tristeza y de nostalgia ante el pensamiento de saberse lejos una de la otra - No te pongas así, eh - continuo Juliana mientras escondía un mechón del pelo de la ojiazul detrás de su oreja y acariciaba una de sus mejillas con dulzura. Se acercó y rozo su nariz contra la de Valentina, cerrando sus ojos y atreviéndose a sentir el perfume que rondaba en aquella burbuja que empezaban a construir para encerrarse en ella.

- Bueno supongo que prefiero que estés lejos, pero que estés a salvo... Eso no quiere decir que no me duela - la ojiazul suspiró profundamente para expresar resignación ante lo que parecía ser un inminente adiós entre ambas.

Unieron su mirada por un instante en busca de aprobación mutua pues ninguna se atrevería a cruzar la línea por si sola, así que ese segundo en que el azul y el chocolate se fundieron era la señal de que no tenían vuelta atrás. Sus labios se conectaron en un beso de fuego que nacía de sus ganas inmensas por pertenecerse ya no solo con el alma y el corazón sino también con el cuerpo. La pelinegra colocó una de sus manos en el cuello de Valentina, para atraerla mucho más cerca, y en ese instante el deseo de ambas fue creciendo, obligándolas a un beso más invasivo que les impidió mantener sus manos quietas. Sus labios se unían en sonidos propios de los amantes desesperados que no pueden más acallar los sentimientos que les invaden y hacen eco en sus corazones. Era un beso con el equilibrio perfecto de las ganas y la ternura, del amor y el deseo de ser libres y dejar salir aquello que desde hace tiempo habían identificado, pero que no se atrevían a poner en palabras.

Los ojos de ambas se mantuvieron cerrados por algunos segundos como si intentasen hacer perdurar aquel contacto por el resto de sus vidas. Disfrutaban de sus labios olvidándose del resto, incluso del hecho de que se encontraban en un estacionamiento público, solo importaban ellas y sus sentimientos, esos que habían nacido de una amistad ingenua y sincera que poco a poco fue mutando hasta convertirse en deseo y amor verdadero.

Valentina llevo una de sus manos al rostro de Juliana procurando suavizar aquel instante, hacerlo más llevadero, llenarlo de cierta ternura y pintarlo con matices de seguridad. Era como si necesitara de ese contacto para saber que la morena correspondía aquellos sentimientos que ella había confesado días atrás en el hospital, esa era la respuesta que deseaba escuchar y que en su momento Juliana no se atrevió a reconocer con palabras.

Juliantina: La Historia ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora