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EMMALINE

La alarma de mi celular me arrastró a la conciencia de un sobresalto. Rápidamente di un vistazo por toda la habitación, y me dejé caer nuevamente hacia la cama.

No quería despertar, nunca quiero despertar por la mañana. No soy una persona madrugadora, menos en el último tiempo.

Las noches son eternas y los días demasiados agitados, el tiempo transcurre y se escapa de mis manos como si fuera minúsculos granos de arena. Claro que si mi madre supiera como gasto mi tiempo, y cuánto está llevando mi recuperación pegaría un grito en el cielo, por lo que mejor guardo silencio y dejo de quejarme de mi falta de sueño. Observo las grietas de pintura del techo. Hay pequeños baches blancos en el rosa infantil. Hace años que no se pinta ya que he dejado entrar a pocas personas a mi cuarto. No me gusta que invadan mi espacio, mucho menos por algo tan insignificante.

Un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. Ariel. Parte de su rutina es golpear mi puerta justo cuando se levanta por la mañana, es su forma de asegurarme que no se volvió a dormir. Cuando éramos pequeños siempre llegábamos tarde al instituto por su culpa. En ese sentido nos parecemos, creo que es lo único que me asemejo a mi hermano pequeño. A sus veintidós años todavía conserva esa pizca de inocencia y entusiasmo de su niñez, ese positivismo contagioso que tiene, lo convierte día tras día, en mi cable a tierra. Todos mis hermanos son mi gran sustento. Pero Ariel no es solo mi hermano, es mi mejor amigo. Creo que se debe a que solo nos separa unos meses de edad.

Pero esta vez su golpe en la puerta, fue seguida por su voz.

– ¡Emma! Tony quiere que vayas con él al negocio. Janet no puede ir hoy– y con eso dicho, se alejo, sin esperar respuesta.

Cerré mis ojos con fuerza, había olvidado que Janet no podía ir al negocio de mi hermano mayor. Él hacía tatuajes; no hacía mucho tiempo había cumplido su sueño de tener su propio lugar junto con Melisa, una amiga que conservaba del secundario. No tengo nada que decir de ella, apenas la conozco, tal vez sea porque es algo antipática o porque yo soy muy poco habladora.

Janet, era la recepcionista, también era una buena amiga de la familia, la conocíamos desde siempre. Parecía una modelo, un metro setenta, con piernas largas que ella se jactaba de exponer. Su cabello negro azulado llagaba hasta sus hombros, ondulado y con un estilo vintage con un mechón casi llegando su ojo derecho en un rizo perfecto.

Sin tener muchas opciones, tomé una ducha y escogí unos jeans negros con un suéter rosa. Ajusto mis muñequeras en su sitio y selecciono todo el abrigo que encuentro en mi armario.

Observo la pintura que  sostiene el caballete en la esquina de mi cuarto y la enfrento. Por la noche la había terminado, cuando una vez más no pude conciliar el sueño.

«Sigamos caminando y demostrando al mundo, que tan solo estaba hecho para dos». Esa frase había activado a mi musa y por más que intenté ignorarla, a ella se le había ocurrido presionarlo en mi mente, manteniéndolo en formol durante interminables horas hasta que tuve que levantarme de la cama y hacerlo. Aunque como siempre, una vez terminado, esa perpetua sensación de vacío volvía a instalarse en mí como si nunca me hubiera abandonado. 

La niña del lienzo quería nuevos recuerdos, tanto como yo, pero ella tenía a su guardián tomándola fuertemente de la mano. Él vela por ella y ella por él. No importaba que ella fuera oscura él tenía suficiente claridad para los dos.

Últimamente todos a mí alrededor decían que tenía que crear nuevos recuerdos. Recuerdos felices que opacaran a los sombríos. Algunos pensaban que por tener la muerte por encima de tu cabeza de alguna forma hacía que resucitaras con mayor fuerza para poder seguir adelante. Todos esos estúpidos libros que siguen recomendándome leer, hacen que solo mi enojo y desaliento aumente. ¿Qué podría ser peor de lo que ya sucedió? Esa era la gran pregunta de todo el mundo... Claro, solo lo decían las personas a las que jamás le había sucedido algo similar, porque ¿cómo puedes luchar contigo mismo? ¿Cómo puedes volverte tu peor enemigo? ¿Se puede perder y ganar al mismo tiempo?

Recuerdos FragmentadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora