Capítulo 31

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Capítulo 31

Salí intranquila por los pasillos, vigilando que no hubiese nadie por ellos. Ni quería encontrarme a nadie, ni que me regañasen o me pidiesen una explicación de por qué no estaba en clase.

Seguí mirando a todos los lados a cada paso que daba. Cuando esto está lleno de gente puedo pasar desapercibida con la cabeza gacha, pero así de solitarios, podrían hasta controlar mis latidos.

Y eso no me hacía ni puta gracia.

Sabiendo lo nerviosa que soy, y lo insegura, mandaba pantalones que el profesor de tecnología me mandase al otro taller a por un alicate pelacables. O sea, eso de toda la vida se hace con los dientes, pero no, según él me podía hacer daño.

Voleé los ojos, ahora molesta, aunque aún nerviosa.

Y se supone que él llevaba años de profesión.

Me paré enfrente de la puerta del otro taller de tecnología, completamente estática.

A ver Lilly, repasamos.

Si entro ahí, deberé tocar a la puerta y entrar con educación, lo que supone hablar. Lo que a su vez implica que todos los alumnos que estén ahí dentro, Dios sabe cuántos, giren en mi dirección y me observen. Todos y cada uno de mis movimientos. Y cuchichearan. Porque claro, cuando alguien entra en clase, pues aprovechas y hablas. Y me da igual si hablan de mí o no, el caso es que cuchicheen, aunque no me entere de qué dicen; mi llegada supone eso, y no me hace en absoluto gracia. Al profesor le conocía, como a todos, pero aun así la vergüenza era real.

Y seguramente la ansiedad que tendría después, también.

-¿Tanto te lo tienes que pensar? -me susurraron por detrás.

Di la vuelta rápidamente, ahogando el aire, y sintiendo que el corazón se me salía del pecho por el susto, aunque intenté pararlo cuando vi la cara de Louis. Me llevé la mano al pecho, intentando controlar la respiración, porque el susto fue enorme.

-Dios. -suspiré. -Váyase a la mierda. -murmuré mirándole mal.

-Eh, tutéame. -dijo con el ceño fruncido.

-Dentro del instituto no, profesor. -recalqué la palabra. -Dije fuera de él, y con cuidado. -le contesté aún más flojo.

-Eres mala. -sonrió.

Me encogí de hombros, indiferente.

-Me lo dicen a veces.

Él sonrió aún más.

-De todas formas -dijo separándose un poco, porque sin darme cuenta se había cernido sobre mí. -, es tan simple como golpear la puerta y entrar. -dijo cambiando de tema.

-No -le espeté. -, no es tan fácil, porque ahí dentro hay mucha gente, y no me gusta que me miren, me da vergüenza. -miré a sus ojos azules. -Y ansiedad, creo. -bajé ahora la cabeza.

Él con su dedo me levantó la mirada, desde la barbilla.

-Qué necesitas. -me inclinó la cabeza, dulcemente, dándome espacio a hablar.

Sonreí y me separé de su agarre.

-Pasa que el subnormal de mi profesor -él me miró mal. -me ha mandado a por un cortacables a este taller, porque es tonto y se lo ha dejado aquí. -carraspeó por la falta de respeto. -Y me da vergüenza entrar, porque ahí hay mucha gente, además pararé la clase, y solo por un puto cortacables, que encima no es necesario, ¡porque se puede cortar un cable con los dientes, macho! -acabé exclamando, desquiciada, y estresada.

En busca de la estrella. (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora