Capitulo 33

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La puerta de la cocina solo fue abierta hasta la mitad, cuando, al instante, Alex se detuvo. Sus pasos fueron lentos, retrocediendo con más sigilo que un leopardo, intentó no llamar la atención de aquellos dos, y fue un éxito, pero cuando la voz de Nell susurró en su oído casi grito.

— No sabía que tenías estas manías—. dijo tan fríamente que a Alex se le puso la piel de gallina.

— No es lo que estás pensando. — susurró —solo quería a beber agua.

—Si, por supuesto. — contesto en sarcasmo. —Es imposible que logres interferir entre ellos dos. —Alex intento negarlo, pero Nell no lo dejo hablar. — ¡Y no comprendo que es lo que ganas al verlos comerse asi!

Alex se dio cuenta de que no habia caso en intentar protestar, pues el hermano de Naomi no tenía ninguna intención de escucharlo.

—Hey... manos arriba y aleja tus labios de ella. Aún no hemos terminado y ya estás aquí hincando el diente. — irrumpió en la cocina sin impórtale si estaba molestando a la pareja.

Las manos de Nicolás fueron arriba de su cabeza y se alejó solo dos pasos, pero para Nell eso no fue suficiente, porque inmediatamente lo hizo retroceder más.

—Disculpa. —dijo sin inmutarse Nicolás.

—¿Qué es lo que falta, hermano? — preguntó Naomi, en un intento de restarle importancia a lo que pasaba.

—Subir solo unas cajas que están en la oficina de Papá. — contesto.

El hombre levantó su mano y señaló la puerta mirando fijamente los ojos de Nicolás, al instante el moreno salió de la habitación.

— Nell... —dijo en un susurro la castaña.

— La recompensa por el trabajo duro es después de terminarlo. — dijo a su hermana antes de salir de la cocina.

Sus ojos miraron fijamente la espalda de Nell antes que desapareciera por la puerta, sus mejillas ardían y su corazón latía como loco. Con su cabeza en ese estado de vergüenza fue hasta la puerta de entrada, recordando que la compra de la despensa que habia hecho Alma aún estaba en el jepp. Camino hasta la mesa junto a la puerta y tomo la llave, abrió la puerta y salió rápido hasta estar frente al portaequipaje. Apretó el botón de desbloqueo de la alarma y, cuando inserto la llave en la ranura y abrio la puerta del portaequipaje sintió un escalofrió en todo su cuerpo, la cabeza le dolió al instante y sintió nauseas. Giro lentamente su cuerpo, observando con el rabillo de su ojo la figura. Esperaba con todo su ser que no fuera esa persona que imagina. ¡Que solo fuera una alucinación!

Contuvo el aliento un instante, uno que fue largo, la sangre se fue de su cara. Jamás pensó que Noemí fuera tan increíblemente egoísta e irrazonable para venir después de todo lo que soltó la última vez que se vieron. Lo último que quería en este mundo era verla. Sus puños se apretaron con fuerza, no tenía la intención de empezar una pelea con ella, ni tampoco quería actuar a la defensiva.

—¿Esta Samuel? — pregunto Noemí.

—No.

—¿Y Nell?

La ceja de Naomi se elevó.

—¿Qué quieres de él?

—No es tu asunto. ¿Esta alma también?

—No es el momento. Tenemos visitas en este instante y lo que menos queremos es hacer una escena. —se cruzó de brazos. —Dejalo para después.

Los ojos de Noemí miraron fríamente a su hija.

—Es importante, no hay manera que lo deje para después.

El amor todo lo puede.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora