[ E l l i e n z o d e s u r o s t r o ]
•—Hablaré con ella, Beatrice—miró a Beatrice con una simple mirada, nada me decía lo que pensaba, su rostro era como un libro cerrado con un fuerte candado.
Yo miré a la chica rubia de mi lado mientras fruncía el ceño y me miraba devuelta, asintió con la cabeza y se acercó a mi.
—Estarás bien, él nos ayudará—susurró demasiado bajo, mientras tomaba mi mano y la apretaba.
La vi sonreírme y mirar a Alessandro con confusión. Cuando el sonido de la puerta desapareció miré al chico que estaba delante de mi con temor. Su mirada estuvo todo el tiempo en mi, ni un segundo se despegó... él lo sabía. No era como ningún otro chico que hubiera conocido, todos traían trajes caros, ropas de diseñador, zapatos diseñados a su medida, los chicos que conocía lo tenían todo, y sobre todo, en su mirada había mucha seguridad, seguridad de todo; pero en él, en este hombre vestido totalmente de negro, con una chaqueta de cuero café, con botas de combate, era totalmente diferente a mi, no sabía cómo actuar, no sabía cómo aplicar mis modales, no sabía que me esperaría de él.
—Eres Adrianna Marchetti—su voz áspera con afirmación me hizo fruncir el ceño, esa voz era demasiado suave, demasiado intensa. Se dio la vuelta mirando la puerta.
Yo estaba totalmente muda, no sabía que decir, simplemente le temía más a él que a los secuestradores, eran totalmente igual, su aura es tan intimidante que quería huir en la primera oportunidad que tuviera.
No debí haber huido de casa, no debí haber venido, no debía estar parada aquí con los nervios en la nuca, temiendo por mi propia vida por un chico totalmente diferente, se sentía como si nunca hubiera hablado con un hombre en mi vida, como si fuera algo magnífico pero mucho más terrorífico.—¿Por que la secuestraron Adrianna?—su voz estaba tan lejana a mi, se sentía como susurros en una pequeña habitación, como roncos susurros.—¿Por que estás aquí?—de pronto estaba perdida, todo se había reducida a mi parada en un cuarto a oscuras, pero una luz desde una esquina iluminaba una ancha espalda enfrente de mi, iluminaba a la persona enfrente de mi.
—No lo se—susurré tan bajo que dudé que me hubiera escuchado.
Se volteó bruscamente pero no pude mirar la expresión de su rostro, estaba mirando el suelo, no quería tener miedo, debía ser fuerte por Ross, debía de ser fuerte por ella y por mi, pero no sabía cómo.
Sus pasos avanzando hacia mi me hizo ponerme rígida en un segundo, era el fin, nunca la volvería a ver, este hombre me haría daño, y ni siquiera lo intenté, ni siquiera pude hacer algo bien.
El suave toque de su dedo en mi barbilla me hizo tener un escalofrío de la nuca a los pies. Alzó mi barbilla con suavidad haciendo que lo mirara a sus profundos ojos grises, al tormento, al dolor.
—¿Tienes miedo?—la pregunta salió de su boca con total naturalidad pero sus ojos miraban los míos con temor, fue tan rápido que dudé si sería cierto que lo vi.
Tragué saliva con fuerza por el poder de su mirada y por la espera de mi respuesta, quería decirle que sí, que de echo me tenía aterrada, que su presencia era espeluznante, pero respondí todo lo contrarío.
—No—hablé con miedo y mi respuesta había parecido más un si en un no.
Él sonrió levemente sin dejar de apartar su mirada.
—Mientes—sin despegar sus manos de mi barbilla ni sus ojos continuó—aparentas ser fuerte pero eres muy débil, demasiado...—la seguridad de su voz me hizo ponerme nerviosa, mucho más de lo que ya estaba, sin poder aguantar sus ojos miré su pecho, sus palabras eran tan profundas, tan ciertas—jamás podrás hacer algo por ella si no eres fuerte, si no dejas de ver la vida color rosa—lentamente una lágrima bajo de mi ojo, para seguirle con otra, él tenía razón, era débil.
Sus dedos dejando mi barbilla para limpiar mis lagrimas hizo que lo mirara a la cara, sus ojos miraban cada gota que estaba en mi cara, su cara tan cerca, sus ojos hermosamente tristes, su perfecto rostro delineado, sus rasgos suaves, parecía una obra de arte... la obra más hermosa, la más sorprendente.
Por una extraña razón el deseo de querer dibujarlo en un lienzo, hacer cada línea, cada figura, mezclar cada tono para poder ver su rostro en un lienzo, tan perfecto y simétrico. Nunca desde que mamá murió había querido volver a pintar, ni siquiera hacer una línea, nada que tuviera que ver con el arte, por que me hacía recordar toda mi infancia, toda mi vida perfecta, pero ahora quería hacerlo, quería tener su rostro en mis lienzos.
cerezaytristeza
¿Desde donde me lees?
ESTÁS LEYENDO
Él es más que un chico malo. ©
רומנטיקה❥ Chico Malo. ¿Que piensas cuando lo lees?, ¿que será el chico que te romperá el corazón?, ¿que será el chico que te abandone embarazada?, ¿el tipo de chico que nadie se quiere meter con él?, ¿que te tratará tan mierda pero tú regresaras a él?, ¿o p...