No era un buen día. Me levanté tarde para la reunión con mi asesora de tesis, me destrozó el trabajo de dos meses en solo una hora y la cita que tenía para un proyecto me la cancelaron y movieron de día (otra vez). Mientras caminaba No podía ser peor, así le contaba por teléfono a una de mis mejores amigas, Angélica, en camino al apartamento que compartíamos cerca de la universidad.
- Espero que sepas que podrías dar misa al respecto, pero no te vamos a dejar pasar otro viernes encerrada en tu cuarto – me dijo.
- No existe poder humano que me haga salir de la casa el día de hoy, bebé, espero que lo sepas.
- Nadie ha dicho nada de salir de la casa, hoy Alejo tiene que recibir unos amigos de su disquera que vinieron a un concierto y les invitó al apartamento; no querían fiesta, pero tampoco quedarse en su hotel.
- Nuestra casa definitivamente no es un hotel–. Ambas reímos.
Alejandro y Angélica se conocieron cuando él estaba terminando la carrera en nuestra universidad, cuando se graduó consiguió un contrato con una gran disquera y se lo llevaron para que abriera conciertos de artistas más grandes y se diera a conocer. Después de un año y más éxito de lo que cualquiera nos imaginamos, volvió a Colombia y trabajaba como DJ en la misma disquera, estaba produciendo su primer disco en ese momento e intentando sobrellevar el peso de ser un artista en Colombia.
A principio de año, y para mi último semestre y el de mi amiga, nos habíamos mudado les tres para huir de las familias que nos estaban enloqueciendo. La pasábamos increíble, ser tan amigues era una gran influencia en eso, pero a veces cuando Alejo llevaba a sus conocides famoses podía resultar en una noche aburridísima, o demasiado loca para cualquier voltaje.
- Más te vale que esa gente sea parchada, sino nos llamo a la policía y me acuesto a dormir – le dije, medio en chiste, mientras llegaba al edificio y subía hasta nuestro quinto piso en el ascensor.
- No lo harás, ya vas a ver. Además, es el último día que vamos a estar juntes en este fin de semana y nos vas a extrañar, y nosotres a ti, ya verás–. Rodé los ojos ante su comentario y me reí sarcástica; los siguientes dos días venían mis amigas de Cali al concierto de nuestras vidas, y se quedarían en nuestro apartamento. Angelica y Alejo se quedarían en la casa del papá de él, no tenían problema en hacerlo, pero les gustaba el drama.
- Voy a estar tan distraída que ni me voy a dar cuenta que no me encontré tus calzones por ahí.
- Ja, ja. Tienes que estar lista a las 7, que llegamos con los invitados. Flor y Juanes llegan como a las 5–. Colgué la llamada sin más respuestas, y con una sonrisa en la cara.
Entré al apartamento y descargué mi maleta en el sofá. Tenía mucha suerte de haberles encontrado en la universidad, cuando me mudé a vivir con mi abuela, en otra ciudad completamente diferente nunca me imaginé que podría sentirme tan sola. Elles dos, más Juanes y Flor eran mi nueva familia, la que me enloquecía de la manera más bonita.
Y como mi día terminaría en familia, pintaba para mejorar.
***
Long Way Down de One Direction sonaba por el equipo de sonido a todo volumen mientras yo, en mi cuarto, terminaba de arreglarme y cantaba con toda la emoción del momento. Tenía puesto unos jeans que tenían más rotos que partes cocidas, unos botines amarillos, una camisa blanca manga larga pegada y encima una camiseta azul marino. Las maravillas de una siesta, un baño y la cara entera de maquillaje hicieron que me sintiera muy bonita esa noche.
Flor terminaba de maquillar a Juanes con escarcha en sus parpados y este se quejaba de mi voz masacrando una de sus canciones favoritas. Estábamos acostades en mi cama y mientras terminaba de echarme pestañina escuché como el pasillo se llenaba de ruido, el sonido de unas llaves, y la puerta que se abría.
- Honey, you're home! -les grité mientras guardaba el maquillaje de nuevo en la cosmetiquera, chiste interno cada vez que algune llegaba a la casa.
Escuché risas, Juanes pegó un par de gritos para que vinieran a saludar, como era costumbre en él y solo escuchaba voces en la sala hablando al tiempo. Terminamos de organizar y salimos.
- ¿Compraron aguardiente o ron? -le pregunté a Alejandro, parado en la puerta de mi cuarto mirando a la sala, antes de mirar a la gente que organizaba las compras que habían hecho en la mesa de centro.
- Aguardiente, y mucha pola-. Me di más cuenta por las botellas que vi que por sus palabras, puesto que en ese momento me fijé en quienes eran las personas que estaban invitadas a mi casa, y busqué con la mirada a Juanes de inmediato.
Los cinco muchachos que se suponía que iba a ver al día siguiente en concierto, que se habían reunido después de varios años de estar separados y ahora estaban de gira estaban organizando mis sofás para sentarse cómodamente, One Direction estaba organizando mis sofás para sentarse cómodamente.
Ya no estaba teniendo un mal día.
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Long Way Down
FanfictionDespués de tantos años, Cece ya no creía que podría conocer a los chicos que le salvaron la vida, pero una noche, buenas amistades, y mucho aguardiente hacen cosas increíbles en la vida de las personas. Después de muchas noches soñando conocer a Nia...