La vida es larga, es algo que debi haber suponido antes. Solia pensar que todo iba a acabar rapido, pues creia erroneamente que tanto tormento no podia ser eterno, erroneamente porque aun en ese tiempo no concebia la idea de que haber nacido en 1912 siendo pobre no prometia lo mejor de lo mejor y tambien porque aun no conocia en profundidad la palabra eterno con sus matices mas oscuros.Crei erroneamente, disculpe la redundancia, que todo iba a mejorar. Lo que suelen pensar los niños que reciben abusos fisicos y psicologicos de su familia, que algun dia ese sufrimiento indiscriminado por el cual nadie hace nada, va a cesar.
Yo no era de llorar, mi hermano pequeño Avilio solia aguantar las lagrimas y pararse derecho mientras Albern rendia cuentas con los que eran los hijos mas humillantes que pudo haber tenido. Avilio me enseño, con sus pequeñas manos que formaban puños al llorar en secreto, que lo mejor para nosotros era ser fuertes. Mama no hacia nada para protegernos, pero deliberadamente buscabamos en cada accion suya un pequeño gramo de amor para poder justificar nuestro nacimiento con nosotros mismos, alguien tenia que amarnos o al menos eso creiamos despues de haber leido una vieja y pequeña biblia encontrada en el sotano.
No era mucho a lo que aferrarnos, pero en esos momentos cualquier divinidad, por mas profuga que estuviera, significaba mucho.
Albern me dio la primera leccion a los seis años, recuerdo que dolia pero recuerdo mas que a partir de ese momento todo se distorciono. Todo habia cambiado en unas pocas horas, yo ya no era la misma persona y el cosmos tampoco. A partir de ese mismo instante, de esos dias de invierno terriblemente frios, Albern, a quien ya no podiamos llamar con cariño y quien anteriormente era nuestra figura de amor y comprension, paso a ser un ente al que le dedicabamos todos nuestros temores.Nuestro progenitor provocaba incomodidad en todos nosotros y parecia provocarle mas incomodidad a nuestra madre, quien en esos recuerdos de infancia aun me mira con una sonrisa propia del amor mas puro que nunca pudo profesarnos. Agradecia que mama nos mirara asi, porque era otra prueba de que la biblia tenia razon, si eramos amados.
Amelio, Bruno, Enzo, Angelo y Avilio, nombres que supuestamente se habian elegido por su porte tan noble, aunque fuesemos lo contrario. Cinco hijos que tuvieron la fortuna de ser hombres, entre comentarios al aire dichos por su Albern y demas figuras masculinas que visitaban a su madre cada cierto periodo de tiempo, logramos esclarecer esa idea tan evidente.
Yo era el más observador, solía ver a mi madre recibiendo algo de parte de mi padre que aún ahora, en mi momento idóneo para sacar a luz todos mis temores, resulta muy abstracto a los ojos. El decía amarla, montaba caminos de rosas y la trataba como un miembro de la realeza, pero únicamente después de los altercados que sucedían por aversión para nosotros, todos los días. El sabía como elegir palabras para provocar daño, tal vez eso viene en la sangre de los hombres, pues yo también he mostrado signos de manipulación y violencia, incluso en contra de mi voluntad, innatos. Albern, a quien en momentos de debilidad llamo Padre, lastimosamente también sabía cómo encantar a nuestra madre de nuevo, quien nunca se fue de su lado. Mi madre nos amaba, pero no quería tenernos.
Tal vez ese fue otro punto de inflexión en nuestra infancia, está historia está lleno de esos.
Angelo y Avilio nunca pudieron comprender a profundidad lo que era el amor, lo recibían de mi madre pero les daba poco entendimiento del tema, lo cual era más entendible, al ser los menores habían llegado en el peor momento, en el cataclismo. Mi madre los amaba y moriría por ellos, pero sólo si era una muerte abrupta. No se privaría de sus propios deseos egoístas por la salud física y mental de sus amados cinco hijos, lo había probado demasiadas veces y había sido suficiente para nosotros, que a pesar de todo, la seguíamos amando ya que sin ella no nos quedaba nada bueno.
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cataclismo
Science FictionAmelio, Bruno, Enzo, Angelo y Avilio, cinco hermanos de sangre transitando y entreviendo las pequeñas tonalidades frígidas que se iban desvelando cada vez más en un seno familiar. Tal vez el problema era que Bruno se atrevía a demasiado.