5. Soledad

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Soledad: del latín solitas. Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte, o pérdida de alguien o de algo. Sentimiento de abandono que suele ir acompañado de tristeza, angustia, ansiedad e incluso miedo. Estado de aislamiento, voluntario o no, en el cual una persona se encuentra sola. En períodos prolongados, puede ser percibida como algo negativo y causar depresión y reclusión.

***

Wei Wuxian ya casi había llegado a las puertas de Nubes Recónditas. Iba a lomos de Manzanita y solo llevaba consigo su bolsa del cosmos.

Esa madrugada estaba siendo difícil por motivos obvios, pero había que añadirle otros dos hechos más: el primero, lo que le costó salir de la cama sin que Lan Wangji se diera cuenta. Normalmente su sueño era profundo, pero se despertaba fácilmente si Wei Wuxian se movía o hacía algún ruido. El segundo, el esfuerzo que tuvo que hacer para levantar a Manzanita. El burro no estaba acostumbrado a ser requerido a esas horas, y ya era difícil de por sí hacer que se moviera en condiciones normales.

Respecto a la carta, no podía ni plantearse escribirla dentro del Jingshi con Lan Wangji cerca, así que la escribió el día anterior por la tarde, después de reunirse con Lan Xichen. Subir una montaña de rodillas le habría resultado mucho más fácil que escribir esa carta, y cada vez que pensaba en ello, se le llenaban los ojos de lágrimas.

Pero todavía no tenía tiempo para lamentarse por lo que estaba haciendo. Hacía mucho frío, la niebla era bastante densa, y aunque el lugar al que iba no estaba muy lejos, debía apresurarse. Ya quedaba poco para que fueran las cinco, y no quería que Lan Wangji saliera a buscarlo y lo encontrara. Eso sería fatal, y añadiría aún más dolor a su partida.

A todo este esfuerzo se le sumó otra dificultad más: una figura vestida de blanco se estaba acercando por uno de los lados, bordeando la pared de piedra de la entrada. Caminaba lentamente, con las manos en la espalda y casi sin hacer ruido, como si flotara. La luz de la luna y la niebla hacían que pareciera un fantasma con ropas blancas que ondeaban en la brisa nocturna.

Al principio, el corazón de Wei Wuxian dio un vuelco y se quedó petrificado. No tenía sentido correr, y era posible que Manzanita, que ya estaba bastante enfadado por tener que caminar tan pronto, no atendiera su orden. En su lugar, tiró de las riendas, haciendo que el animal se detuviera. Cuando la persona se acercó lo suficiente y pudo ver su cara, Wei Wuxian se tranquilizó, no sin antes sorprenderse un poco: era Lan Qiren.

—¿Qué haces aquí a estas horas? —preguntó el maestro con autoridad.

—Buenas noches —contestó Wei Wuxian con un poco de sarcasmo—. Las reglas del clan exigen respeto y modales, ¿verdad? Y si no recuerdo mal, también indican que nadie debería levantarse antes de las cinco de la mañana. ¿No podría hacerle yo la misma pregunta?

—Hoy debía hacer una ronda nocturna. Ha llegado a mis oídos que hay discípulos que salen de sus habitaciones de madrugada, tal y como hacías tú en tus mejores años —dijo Lan Qiren con tono hostil—. Además, no te debo ninguna explicación, algo que sí ocurre al contrario. Insisto, ¿qué haces aquí a estas horas?

Para ser sincero, Wei Wuxian ya estaba bastante harto de los ataques de Lan Qiren. Entendía que lo odiara en los tiempos en los que había practicado el cultivo demoníaco, que no soportara que su sobrino predilecto tuviera sentimientos tan fuertes hacia él, y que ese hecho le recordase lo que había pasado con su hermano mayor, Qingheng-jun, y la señora Lan. Su hermano y su sobrino no habían elegido a las personas correctas de quien enamorarse, pero eso no era decisión ni tampoco culpa de Wei Wuxian, y Lan Qiren ya debería haberlo aceptado hace tiempo.

Una cura para el alma (EN REVISIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora