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Ahí estaba él, el quinto planeta en órbita, descansaba sobre ella, luego de haber tenido unas charlas divertidas con Marte y Saturno. Urano se unió pero en poco tiempo, ya que estaba un poco más lejos que ellos y además no era mucho de hablar.

El espacio era hermoso. Una odisea relajante, ni hablar de la vía láctea, tenía un poco de paranoia en saber que era probable que ellos no estaban solo, habían más sistemas solares allá afuera, 445 en total y quizá la cifra siga subiendo, los humanos sobretodo eran increíblemente hábiles e inteligentes, él observó a esa raza evolucionar, y le sorprendía como ibas de poco a poco evolucionando hasta lo que son ahora.

Si bien, ellos estaban muy bien, pero por otro lado estaban mal, dañaban mucho a la Tierra, habían momentos de cuando este dormía, despertaba ahogado y tosiendo, y como era el más cerca a su órbita cuando dormía, tenía que acariciar su espalda con leves golpes para apaciguar todo dolor en su interior, pues la diferencia de día y noche en continentes más la potencia mundial que dependía dañando el planeta era un problema para este.

Pero era suerte ma suya, además de estar a su lado, observaba con maravilla a otras especies de vida como los animales y plantas.
El sonido de las olas golpeando las arenas con fuerza pasiva a la vez causando estruendos, el canto de las ballenas a la hora de comunicarse, las orcas jugueteando con las presas, supervivencia extrema por parte de los pinguinos, cuando debían todos hacerse un gran abrazo contra el frío, eso daba ternura.

No obstante, algo llamó su atención, sobre los corales y arrecifes, con chillidos hondos y cariñosos incluso, sobrevolaban el mar por segundos haciendo acrobacias impresionantes; eran los delfines. Esos juguetones animales que invadieron su atención completa, vivía con solo verlos saltar y saltar.

Júpiter veía desde lejos sobre su descanso en la órbita como iba Tierra tranquilo, mirando a la nada, estaba feliz de compartir un espacio con gente que le aceptaba por como era de vez en cuando, sufría de los ataques de rabia y pánico por parte de muchas lunas y planetas del cinturón de Orión, pero de todas maneras lo querían, y respetaban sus decisiones.
Júpiter fue hacia él, se le acercó con suavidad para evitar choque alguno, luego se sentó a su lado, sonriendole de forma tranquila, a lo que el contrario respondió de la misma manera, no bastaban palabras para saludarse del todo, eran muy buenos amigos, además que Júpiter lo resguardaba de peligros.

— ¿Como te va todo? ¿Hay alguna novedad?—.

— Uh... No... Todo sigue muy normal, me sorprende el como van avanzando aún, pero siguen desconociendo mucho, apenas conocen los peligros de afuera—.

— Comprendo—.

Usualmente hablaban de cosas triviales, aunque todo era de Tierra de por sí. Urano fue el primero en ser descubierto por los humanos, teniendo Tierra su primer lazo comunicativo, pero no tenían mucho ya que Urano pasaba solo la mayoría del tiempo, sabía de Tierra y más que el mismo Júpiter, pero Júpiter prefería hablar con su mismo amigo, conocerlo más profundo.

— Hay algo que quería decirte desde hace mucho tiempo, Tierra— Sonó algo apenado y nervioso, era como preguntarte a alguien "¿Tienes un lunar en el trasero? A ver" o así parecía para él—.

— Puedes decirme lo que quieras— Sonrió observando al contrario; porque sabía lo que este preguntaría, algo sobre sí mismo, y no era por egocentrismo, pero amaba hablar de sus maravillas con alguien a quien apreciaba—.

— Esas cosas... Que hacen como "quii quii"— chilló en el intento de imitar el sonido del mamífero, recibiendo una risa nasal por parte del otro— Se parecen a los tiburones, pero no tienen dientes filudos--

— Delfines— Concluyó al contrario, le dio ternura por como expresaba esos nervios al mencionar tales animales hermosos. Recibió un mirar curioso por el contrario al decir esa palabra— Son delfines, Júpiter. Animales sociables y juguetones, viven en los océanos y suelen comer peces, cuando encuentran un banco de ellos, suelen ser acompañados de orcas y tiburones para organizar bien a la gran multitud, y atacar consiguiendo grandes pedazos—.

— Me encantan los delfines—.

— No te encantan, te has enamorado de esos animales, bobo—.

Rieron ambos por lo que dijo el menor, mirándose con cariño en un largo lapso.
Tierra nunca fue alguien alborotado, no siempre fue alguien de socializar, era relajado, calmado, pasivo; para Júpiter, una paloma blanca y pura que debía ser cuidada con gran delicadeza, su propio mundo, a pesar de las desgracias que le hacían los humanos, siempre lograba apaciguar sus dolores y penas por una vida miserable, Tierra era su mundo, su mente, su amor eterno.

Llegaba a enloquecer por como era Tierra con él, no, con todos, no es que él no fuera alguien cotidiano, era la forma de ser de Tierra que le cautivaba, todos tenían el mismo trato que el de este, amoroso, humilde y comprensible, su vibra y aura daba cansancio a la vista simple, pero una vez se le conocía su voz era como el abrazo más cariñoso en el universo.

— ¿Cómo es nadar con delfines, Tierra?— Habló emocionado pero no tanto, aún así quería aprender más—.

El mencionado suspiró, pensando en lo tierno que se vería el contrario con esos animales juguetones— Es mágico—.

—¿Mágico?—.

— Es como si sintieras una conexión con la naturaleza del océano, del mar, sientes como si toda la vida marina es parte de tu vida y siempre ha sido, que las olas cantan por ti, atrayandote a lo más profundo del mar... ¿Me entiendes? Es sobrenatural, Júpiter—.

— Te entiendo—.

Entre el tiempo que iba pasando, el planeta remolineante se acerco al otro, llegando a juntar cuerpos de lado a lado.

— Y... Tierra, ¿Cómo socializan los humanos con los delfines...?— Preguntó temeroso, tenía miedo de saber que esas criaturas también eran las víctimas, quizá por su carne o textura que tenían, casi todas sus favoritas criaturas eran víctimas de ello—.

— Son muy inteligentes. Saben interpretar emociones como la tristeza, el enojo y la felicidad. Creo que también sabían completar problemas de matemáticas— se dio una leve pausa para pensar en dicho dato, inconsciente y como si fuera costumbre recostando su cabeza en el hombro del contrario— Yo diría que sabrían contar cuantas cosas hay en tal lugar, y son muy juguetones—.

— Como... ¡Perritos del mar!— exclamó altanero, gracias al darse cuenta la presencia del contrario en su hombro—.

— Aww, Júpiter— subió su mirar al contrario desde el hombro— Te quiero, eres un amor de persona—.

— Yo también te quiero, Tierra—.

Así pasaron a un momento tranquilo y amoroso, relajante y flexible, un ambiente de aura cariñosas.
No bastaban las palabras para estos, el silencio era la voz en el momento, en el silencio se decían todo lo que yacía atrapado en sus bocas y lo que no podría salir al estar en una cuarentena vergonzosa. El silencio era mutuo y correspondido como sus palabras de amor, sus cariños en la nada o sus besos en las estrellas, tenían la crisis amorosa donde su corazón palpitaba al compás del de otro como si fuera el código morse del amor.

— Tierra, ¿Sabes por que me gustan los delfines?—.

— ¿Por qué te gustan?—.

— ¿Sabes por qué todo lo que ha venido de ti, me ha cautivado el corazón?— recibió un silencio, esta vez, un silencio neutral, donde el dolor con la felicidad estaban en lucha, ese silencio del cual su desatar de aura, dependía de las palabras que se suelten al aire— Es porque vienen de ti, Tierra. Eres maravilloso, espléndido, eres hermoso. Yo no te amo no solo por lo que tienes; la envidia y pena de otros no es. Eres tú Tierra, me encantas mucho, yo no siento nada especial por como es tu trato con otros o conmigo, es porque simplemente eres tú y solo tú, el Tierra que he caído perdidamente enamorado—.

El silencio se rompió, así como el conflicto entre la tristeza y alegría; fue la alegría quien invadió el terreno.
El planeta vivo como nunca, motivado por sus palabras se abalanzó con cuidado sobre las piernas de este, abrazandolo con mucha fuerza amorosa y cariñosa, el silencio era el amigo del amor, su amor, su propio amor era silencio amoroso puro.
Se escuchaban risas entre la pareja, besos y palabras de amor, estaban felices en su momento, pero era hora de irse, pronto la diferencia de horario haría efecto entre los planetas y aunque uno quedaría aún despierto, el bienestar del otro era prioridad.

•Delfines• Tierra x Júpiter (One-Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora