El cuarto donde estaba era tan pequeño que solo había una cama y un lavabo, ni más ni menos. La puerta era básicamente una reja, como si estuvieran en una cárcel. Sabía que estaban bajo tierra, lo supo desde que, con los ojos vendados, la habían arrastrado cada vez más abajo. Escalera tras escalera, pasillo tras pasillo.
Le llevaban una comida cada día. No era elegante ni sabrosa. Era más bien insípida y bastante desagradable. Nada comparado con aquello que le preparaban en casa. Recuerda los primeros días, donde había estado pensando las noticias de cada joven desaparecido y que nuca se había sido encontrado, ni con vida ni su cuerpo.
Ahora era uno de ellos.
Los gritos y llantos se escuchaban cada siete días. O eso creía ella, ya que sin el sol no sabía si era día o noche, no sabía si era un día nuevo o el mismo día. Solo sabía que había estado lo suficiente como para que la consideran muerta.
Los primeros días fueron de espera en silencio, en sufrimiento. Las luces se prendían y apagaban cada cierto tiempo. Algunas veces le daba por dormir mientras en otras ocasiones se lavaba el cuerpo en el pequeño lavabo que ahí estaba. Sus ropas eran cambiadas cada día que escuchaba las súplicas. Hombre, mujer, hombre, mujer.
Completamente sola no había estado. Cuando las luces se apagaban también lo hacían las cámaras que les vigilaban desde la esquina de la celda. Era ahí cuando podían hablar entre todos. No podían verse, ni tomarse de la mano, ni consolarse en tales situaciones. Pero si se contaban. Cada uno pronunciaba su nombre en voz alto, en el orden en el que había llegado a ese lugar.
Wu, Chen, Zhang y Wang ya no estaban.
El tormento era más grande para los primeros, pues sabían que, con cada uno de los nombres que faltaran serían los siguientes.
Cuando Wu Mei desapareció todos se inquietaron. Ella les dio la bienvenida y les consoló con la voz quebrada. Fue ella quien les dijo que llevaban mucho menos tiempo del que creían, pues hacían parecer como si vivieran tres noches por día.
Fue ella quien les dijo que las cámaras se apagaban junto con las luces y que era más fácil bañarse o dormirse de esa forma. Mei, la optimista y alegre Mei, quien era una representante en el comité de la universidad les dijo como detectar si la comida tenía sustancias que los harían vomitar. Químicos que harían a sus entrañas retorcerse hasta dejarlos desorientados y sollozantes en el piso de la celda.
La pequeña Wu, quien era la mujer más bajita de la escuela y aun así su voz sería más alta que la de todos.
Primero se fue ella, trató de resistirse, lo supieron por los golpes que se escuchaban y las maldiciones que soltaban sus captores al ser golpeados con la fuerza de una mano pequeña, pero firme. Los supieron por el grito que les brindó cuando la llevaban arrastrando por el suelo.
- ¡Voy a sobrevivir y los sacaré a ustedes!
- ¡Lo prometo! ¡Los sacaré de aquí!
- ¡No voy a rendirme! ¡No lo haré!
Después de eso, una puerta metálica acalló sus gritos. Todos tenían el ánimo en cielo, si Wu Mei desnutrida, débil por aquella tortura podía tener la esperanza de ser libre... ¿por qué ellos no? ¿Por qué ella, Qin Su de las últimas en desaparecer, perdería la esperanza?
A pesar de todo... la perdió.
Algunas horas después de aquello se escuchó de nuevo la puerta metálica y después, fotos instantáneas del cuerpo, no, de los restos de la adorable Wu Mei les recordaron con quienes estaban. Con los Wen, la única familia en ese lugar que sería capaz de hacer algo tan atroz.
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En tonos grises (ChengSang)
ФанфикEsta historia esta publicada ÚNICAMENTE EN WATTPAD y AO3 de forma gratuita, si está en cualquier otro lugar es plagio Jiang Cheng debe aliarse con la Unidad de Investigaciones Especiales para resolver un crimen perverso: hijos e hijas de familias re...