CAPÍTULO 34

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El secretario del rey entró como una exhalación a la cocina real, buscando con desesperación al dueño de una cabellera oscura y hombros anchos. Se secó el sudor de la frente con un pañuelo, avanzando entre los sirvientes del palacio, que lo observaban entre intimidados y confundidos. Es que ese no era lugar para alguien con el puesto del señor Kim.

Finalmente, Namjoon halló a su objetivo conversando bien tranquilo con uno de los panaderos. Sus manos de dedos curvados gesticulaban mucho, en señal de que lo que hablaban era algo interesante. El hombre conocía demasiado bien a Seokjin como para saber ese pequeño detalle.

–Buenos días, caballeros –interrumpió abruptamente el ambiente, pasando un brazo por sobre el respaldo de la silla donde estaba sentado el institutor y mirando con cierta intensidad al panadero. –Espero no interrumpir.

–Para nada, señor Kim –se apresuró en contestar el sirviente, imponiendo más distancia de la que la mesa rectangular entre ellos les brindaba. –Yo... Yo estaba horneando algunos panecillos. Si me disculpan, iré a controlar el fuego –se excusó con rapidez. El pobre hombre no quería líos con nadie de la casa real, mucho menos con el secretario del sumo monarca. Estaba a gusto con su vida y su trabajo y no deseaba perder ninguno de los dos. Brindó una reverencia temerosa antes de huir del sector.

Namjoon se sintió un poco más relajado al ver que la amenaza desaparecía de su vista. No era capaz de confesar que le hervía la sangre que su Jinnie compartiera tiempo con ese joven a propósito, a sabiendas de los sentimientos que había profesado por el institutor. A veces, el joven a su lado se dejaba guiar por sus impulsos egoístas y su estómago hambriento, lo suficiente como para no tomarse en serio las consecuencias de sus actos.

–No tenías por qué ser tan grosero.

Bajando la mirada, se halló con los abultados labios de Seokjin, que efectuaban una mueca de disgusto, acompañando a sus preciosos ojos serios destilando veneno ácido.

–Tú no tienes por qué alentar sus sentimientos –se encogió de hombros el paje, quitándole importancia. –Eres cruel al darle esperanzas de que algo sucederá cuando no será así.

–¿Quién te dijo que le estoy dando esperanzas vacías?

–¿De qué hablas? –Namjoon giró la silla para poder verlo cara a cara.

–Lo que oyes, Namjoon –Seokjin empujó el hombro contrario con un brazo para poder ponerse de pie. Recostó su espalda sobre la mesa y apoyó los codos sobre ella, buscando una pose desafiante que molestara a Namjoon.

–Me quieres tocar los huevos, Seokjin.

–Para nada. Tengo derecho a ser feliz con alguien que me quiera, ¿o no?

–Pero no con ese bueno para nada –las fuertes manos del paje encerraron a su presa, posicionándose a cada lado del cuerpo de menor tamaño. –Mereces algo mucho mejor que ese inútil esclavo.

–Entonces, según tú, ¿quién estaría a mi altura?

Se sostuvieron la mirada durante unos segundos. Las chispas parecían saltar entre ellos.

–Cuando vuelva, lo discutiremos. Mientras tanto, dejémonos de juegos –suspiró cansinamente Namjoon, apartándose para poder masajear su frente. –Hay algo que tengo que decirte de parte de Jungkook.

–De seguro son favorcitos o cosas de ese estilo. ¿Es que nunca vienes a buscarme para hablar del clima o para saber cómo andan las cosas en la ciudad?

El de hombros anchos odiaba que su única relación con el paje fuera la de pasarse chismes, secretear u obedecer a ciertos mandados. Estaba claro que ya no tenían un vínculo estrecho como antes, aunque tampoco Namjoon tenía que evadirlo todo el tiempo. Seokjin podía mantener una amistad sin estar enredando sus sentimientos de por medio. O al menos así lo creía...

Kivara (Kookmin / Vmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora