"Estoy en México, con Mickey"

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Take a withdrawal slip

Take all of your savings out

Because if we don't leave this town

We might never make it out

—No quiero tu puto dinero. Quiero que vengas conmigo... No me hagas esto.

—Te amo...

—Entonces sube al maldito auto.

Ian estaba medicado, luego de aceptar su diagnóstico no hubo día en el que no tomara sus medicinas, por el bien de su familia y el suyo propio. No podía permitirse ser otro Gallagher bipolar que negaba su diagnóstico y dejaba de tomar sus medicamentos. No otra vez. Entonces, con ayuda de todos, tomó las riendas de su vida sin dejar que su trastorno se lo impidiera, y no era fácil, una de muchas batallas había sido ganada, pero la guerra seguía en pie, flagelando su alma en cada oportunidad.

Medicado y con el control de sus emociones, luego de que Mickey lo contactara y le pidiera huir con él a México, aceptó. Aceptó porque era lo correcto, aceptó porque debía seguir a su corazón. La idea de dejar su hogar atrás ensombreció todo el camino que tomó llegar a la frontera, pero cada que miraba a su izquierda se dejaba contagiar con el optimismo de Mickey, lo demás parecía tan pequeño en comparación a la idea de un futuro juntos.

Por eso, cuando llegaron a la frontera e Ian empezó a arrepentirse de haber tomado una decisión al calor del momento; sintió que su cuerpo se desdoblaba, la experiencia extracorpórea duró muy poco pero lo suficiente para hacerlo dudar del efecto de las pastillas que controlaban sus ataques psicóticos estuvieran funcionando correctamente. De repente podía verse como un espejo, conversando con un Mickey herido y con el poco orgullo que le quedaba sosteniendo las lágrimas que amenazaban con caer.

"Ve con él", le pareció escuchar, muy cerca de su oído derecho.

—Lo siento —susurró, mientras trataba de tocar el rostro de Mickey, quien se alejó del contacto—. Lo siento, Mickey, yo iré contigo, claro que sí.

Mickey lo volvió a mirar, profundo y con ira contenida. Su peor miedo parecía haberse hecho realidad pero al mismo tiempo la mejor noticia había llegado a sus oídos. Sin embargo, con el corazón aún herido, empujó a Ian y se hizo camino al auto, tomando la peluca negra que usaría para poder ingresar a México.

—No juegues conmigo, Gallagher.

—No es eso... es solo que me entraron dudas y, lo siento Mickey, yo conduzco. —dijo apresurando su camino hasta la puerta del conductor.

—¿Dudas? —cuestionó Mickey, empujando a Ian otra vez, intentando abrir la puerta del auto—. No quiero tus putas dudas conmigo en México, Ian. Vete, no quiero que termines yendo conmigo y... me dejes solo otra vez.

Otra vez. La imagen de Mickey en prisión pidiendo que lo espere. Cosa que Ian no solo no hizo, sino que procedió a abandonarlo, ni una visita, ni una llamada, nada. Ian llegó a pensar que si hubiera tomado más interés a la soledad de Mickey, Mickey no hubiese escapado. Mickey estaría en prisión, sí, pero Ian lo esperaría, como debió ser.

—Mickey, Mickey. Escúchame. —rogó, sujetando la cintura de su amante y empujando su cuerpo contra el capó del coche. Esta vez Mickey no lo empujó, solo lo miró, esperando... escuchando—. Quiero ir contigo, ¿me oyes? Me dejé llevar por el miedo, es todo. Cruzaremos la frontera juntos y... y después no lo sé, pero estaremos juntos, ¿está bien? —Mickey permaneció callado, mientras se acercaba a Ian y le daba un beso, largo, silencioso y dulce.

Ian sintió el sabor salado de las lágrimas de Mickey, pero no dijo nada, solo profundizó más el beso hasta que ninguno de los dos pudo respirar. Chocó su frente con la de Mickey, con la mano derecha tratando de limpiar los restos de las lágrimas de sus mejillas. Mickey solo lloraba cuando algo le dolía muchísimo, las dudas de Ian lo habían lastimado, pero podría compensarlo.

With MickeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora