En la vida cotidiana de la princesa adolescente corrían demasiados maestros. Uno le enseñaba matemáticas, otro geografía, idiomas, ciencias o historia; principalmente de su reino. Para ella, esos tipos de estudio eran tediosos e innecesarios, pero debía tomarlo, después de todo, llegaría a ser reina por descendencia.
Pero eso no importaba mucho, exceptuando los otros 5 docentes, las clases de modales que "una princesa digna del nombre" debe estudiar eran las que más dificultad le tomaba para lograr aprenderlas; por algo la reina Genevieve, su madre, debía contratar a un nuevo docente a cada semana, los profesores estaban exhaustos en cada jornada, no le veían esperanzas futuras, pero todos sabían que no eran los indicados para señalarselo a la reina.Como nuevo docente, es decir, apenas tenía 22 e iba "de paso" por el reino; se encontraba Julian. La reina Genevieve depositó toda esperanza en ese profesor, ya casi no quedaban candidatos y la chica seguía creciendo sin esa expresión especial que cada líder de la monarquía debe realizar.
-¡Anneliese, ven aquí querida!- La reina exclamaba un tanto esperanzada de que su hija pueda ejercer por lo menos una parte de las enseñanzas previas.
Julian se encontraba algo incómodo, conforme las advertencias de su posible jefa, se espera a una adolescente perdida, que tarde años en incorporarse a la aceptación de la sociedad.
-Madre, tranquila, solo leía una novela que encontré en la biblioteca re... Oh!, buenas tardes.- El discurso diario de las excusas típicas de la princesa se detuvieron instantáneamente por la presencia del que podría ser su próximo institutriz real de más modales poco ortodoxos para lo que era una chica de 18 años.
-Buenas tardes majestad.- Julian solo podía limitarse a hablarle de "usted", ya que aún siendo mayor en jerarquía de edad, ella era la próxima al trono, aunque claro, comprometida con algún otro príncipe.
-Hija, el es Julian, será tu próximo docente, por favor escucha sus mandatos, solo intenta ayudarte.- Genevieve, solo se limitó a decir aquello y salir del dormitorio, esto por los trabajos pendientes que tenía con su consejero, Preminger.
-Bueno, es un gusto conocerte Julian; si me disculpas seguiré leyendo Romeo y Julieta.- Anneliese solo consiguió decir eso antes de acercar su libro bruscamente hacia su cara.
-Princesa Anneliese... No quiero sonar impertinente, pero, sugiero comenzar ahora, su madre y yo todavía debemos verificar mi estadía ya que solo he solicitado hospedaje en el reino.- Con estas palabras las manos de Julian se acercaban al libro de la princesa, consiguiendo un poco de atención de la adolescente.Al final de la tarde, suponiendo por Julian, las enseñanzas iban del todo bien; no veía tales dificultades que la reina le había informado.
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Cartas
Short StoryIntermedio de la película. Breve información de cómo Julian puede llamar a la princesa Anneliese por su nombre, así como explicación de la situación de las cartas impregnadas con el aroma favorito de ella.