Capítulo 13

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Capitulo 13

La fiesta había comenzado. Catie le había dicho que habría doscientos invitados y que había recibido una docena de llamadas de chicas de su edad preguntando si estría en la fiesta.

- Te lo juro, Can –había asegurado. –No sé cómo te las vas a arreglar con todas.

- Sí, va ha ser duro, pero alguien tendrá que hacerlo –se dijo mirándose al espejo.

Sonrió y dejo su habitación silbando alegremente para unirse a la fiesta.

Un par de horas después, estaba en el salón con una copa de Don Perignon en una mano y un canapé de langosta en la otra. El vino y los canapés eran excelentes. La orquesta tocaba muy bien. Y, como había dicho Catie, muchas de sus antiguas conquistas estaban allí, todas seguían estupendas y muchas le dejaron claro que seguían interesadas en él, aunque algunas tenían marido o novio. De hecho, había muchas mujeres maravillosas alrededor, incluida una modelo que había aparecido en tantas portadas de revistas que hasta él la había reconocido, y la hija de un senador que era aun más bonita en persona que en las fotos de la campaña de su padre.

Había bailado con todas, flirteado con las que no estaban comprometidas, y el teléfono de la modelo y el de la hija del senador estaban a salvo en el bolsillo de su chaqueta.

- ¿Te estás divirtiendo? –preguntó Catie mientras baila con el primo de Can, Moi.

- Por supuesto –respondió efusivamente.

Demasiado efusivamente. Pero Moi estaba hablando a Catie al oído, probablemente de sí mismo, como siempre. Jonas y Mar no eran tan fáciles de engañar, como comprobó minutos más tarde cuando se acercó a saludarlos.

Marta, elegante como siempre, se inclino para besarlo.

- Eres el hombre más atractivo del salón –afirmo-. ¿Te estás divirtiendo?

- Sí, claro. Es una fiesta estupenda.

- ¿Oyes eso? –intervino Jonas. –Los dos estáis mintiendo tanto que se me revuelven las tripas.

- ¿Cómo dices? –preguntó Marta sorprendida.

- Aquí está mi mujer diciendo que mi hijo es el hombre más tractivo de la fiesta, cuando todo el mundo sabe que soy yo. Y aquí esta mi hijo diciendo lo maravillosa que es esta fiesta cuando solo hace falta echarle un vistazo para saber que está contando los minutos que faltan para sacar su sofisticado cuerpo de aquí y correr hacia Hollywood. ¿Me equivoco, chico?

- Vega, Jonas... –dijo Marta poniéndole una mano en el brazo.

- Tienes razón, como siempre, excepto en una cosa. Hace años que dejé de ser un chico.

- No dejas de repetirlo, pero yo aun no he visto nada que me lo demuestre.

Can depositó su copa vacía sobre la bandeja que llevaba un camarero.

- Como siempre, padre, hablar contigo ha sido un placer –concluyó. Agarro la mano de Marta y la besó. –Marta.

- Can, por favor, no te vayas.

- No se marcha aun. Primero tengo que hablar con él.

- Ya hemos hablado. Ahora si me disculpas...

- Necesito que hagas algo por mí, chico. Quiero decir, CAN –dijo exagerando el hombre.

- ¿Qué es? ¿Domar a un potro que ha mandado a uno de los capataces al hospital? ¿Pasar la noche acampado en una montaña donde alguien ha visto un león, seguirle la pista y matarlo para probar que soy un hombre? Lo siento, padre, ya lo hice hace diez años.

Más allá de un sueño (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora