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El castillo se alzaba imponente aquella mañana, con los rayos anaranjados del amanecer lamiendo y decorando la piedra de las paredes, el puente levadizo cayendo lánguidamente y las grandes puertas de madera destapando la entrada principal. El reino era despertado por los pasos de los guardias reales, quienes anunciaban el comienzo de otro día haciendo sonar sus añafiles y tambores. Las personas del reino abrían sus ventanas con alegría y otras con temor, confiando en que la tranquilidad los abrace por ese día también.
El primero en ingresar a los límites del castillo era el bufón, saltando con alegría, y su acompañante, quien cargaba el salterio. Ambos se encargaban de anunciar las noticias matinales ante la familia real a base de música, bromas y tonterías espontáneas. El bufón saludaba a cada persona y guardia con el que se topaba, siempre mostrándose alborozado.
Al entrar finalmente, ambos caminaron hasta situarse delante del trono y allí mismo reverenciaron al mismísimo rey Enji Todoroki y a su hija, Shoto. La presencia del hombre era poderosa; su mera existencia y penetrante mirada eran suficiente para crear un peso en los hombros del bufón y su acompañante músico. Prácticamente les decía que no jugaran con su paciencia, exigía que las noticias no arruinaran su delicado humor. Del mismo modo, la princesa poseía una mirada gélida como el crudo invierno, impasible como un muerto y perspicaz. Aunque no era tan dura como la de su padre, infundía cierta soberanía.
—Grata es su presencia, mi señor —dijo el bufón, en tono respetuoso, al tiempo que levantaba la mirada—. Y heme aquí, pues, para contarle las buenas nuevas del reino.
El rey ladeó un poco la cabeza, apenas perturbando su semblante. No necesitaba de palabras para hacerle entender al súbdito que podía comenzar a hablar.
El bufón hizo un movimiento con la mano para que su compañero comenzara a tocar el salterio. Cuando la música invadió el lugar, el hombre de traje excéntrico comenzó a relatar las noticias como si de un poema rítmico se tratase.
—¡Arriba, gente del reino! Ha llegado por fin el esperado panadero, vendiendo sus nuevas delicias con esmero. Resulta que tenían veneno, y se ha cargado a más de un perro.
El rey levantó apenas la palma de la mano, pidiendo silencio.
—Que lo busquen y sentencien a muerte —dijo sin más, mirando a uno de los guardias, el cual salió del castillo en búsqueda del dichoso panadero asesino. Así eran las cosas allí; la justicia se partía de forma rápida y concisa. El rey no tenía tiempo para tonterías, excusas y mentiras innecesarias.
El bufón, riendo de forma grotesca, continuó dando noticia tras noticia hasta que llegó a la canción final. Se decía que dichas canciones traían consigo mensajes ocultos, mas nadie lograba descifrarlos o buscarles el sentido. Aunque al rey no le gustaran, seguía permitiendo que el bufón cantara, pues a su hija sí le gustaba oír las melodías finales.
Entonces, el bufón empezó a cantar y bailar.
Traigo ideas de un mundo desconocido,
Pues verás, dulce flor de fuego,
Eso que tus pensamientos han de hacerse de una vez.
El viaje trae consigo más de un recuerdo,
Y gracias al corazón, todo es dulce cual miel.
No olvide, pues, que cada paso importa,
Y que es fácil encontrarse con lo que no se había planeado,
Mientras el paso se marque sin cesar.
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Amor en el castillo 🍃 TodoBaku.
Roman d'amour[ Fem!TodoBaku ] La misión de rescatar a su madre de las garras de un feroz dragón le había traído a la princesa Todoroki más problemas de los que esperaba. Especialmente porque aquella dragona era mitad humana y su simple existencia le había dado v...