45. Resaca

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Liam

Siento que mi cabeza explorará en cualquier momento, siempre me ocurre lo mismo al consumir alcohol y lo peor es que tengo unas ganas de vomitar inmensas, devuelvo todo cada cinco minutos.

Tenía a todos lejos de mí porque me separé para ir a respirar un poco, los mareos eran constantes así que supuse que era lo mejor.

Escuché una voz muy conocida y tampoco estaba tan borracho para mí distinguirla por lo que me coloqué tenso al instante.

- Liam. - papá venía caminando hacia mí, nos separaban apenas tres metros.

- Papá... - apenas dije en un susurro.

- Nos vamos, trae a tus hermanos. - se notaba por su voz que se encontraba molesto.

Preferí no responder y obedecer a lo que me pidió, como había muchas personas fue difícil buscarlos pero lo logré. Con una sola mirada entendieron a la perfección, la única que venía sin ninguna gota de alcohol era Emily.

- ¿Estás...?

- No quiero ninguna palabra hasta llegar a casa. - los cuatro guardamos silencio. - Suban al auto.

Daniel tuvo que irse con el tío Nick, casi no se alcanzó a despedir por los regaños que le llegaron.

- Aún no puedo creer que ustedes sigan cometiendo los mismos errores. - nos miró por el retrovisor. - ¿Cuántas veces les tengo que decir lo mismo?

Ninguno respondió y el solo negaba cada dos segundos en el camino a casa.

- Ahora van a bajar y a dormir. Más tarde tendremos una conversación.

La pregunta es ¿cómo nos encontraron?

- ¿Cómo nos encontraron? - me ignoraron en la sala.

- Eso ya no importa. - Ryan subió las escaleras enojado.

- Yo voy a ser el que saldrá peor. - Ethan se quejó.

- ¿No querrás decir los dos? - habló Emily.

- Lo mismo.

Cada uno fue a su cuarto mientras que yo al entrar al mío lo primero que hice fue ir directo a la cama para acostarme de una vez por todas.

No quería pensar en lo que se venía al despertar, tendría una resaca horrible de eso estaba completamente seguro.

Connor

Jamás imaginé que fueran a escaparse el primer día en la nueva casa, nunca les he dado motivos para hacerlo. Siempre que puedo trato de darles esa confianza para pedirme permiso, tampoco soy un papá tan estricto como para decir que vayan dos horas pero si estar informado por cualquier situación que pueda ocurrir.

Me decepcionó que volvieran a hacer lo mismo, parece que nunca aprenden.

Al enterarme fue completa casualidad ya que me levanté al baño como las cuatro y por querer ver si estaban bien los fui a ver a sus cuartos.

Obviamente al ver que no había nadie a excepción de mis otros dos hijos les pregunté pero no los delataron, llamé a Alex pidiéndole alguna información de mi sobrino y este de inmediato se enfadó. Me contó que no le dio permiso para una fiesta por demasiados motivos y que estaba seguro que no estaba en ningún lugar más que allá.

No quería tener que volver a regañarlos por lo mismo así que aprenderían de otra manera, sus palmadas no faltarían pero no sería solo eso.

- ¿Marco le puedes dar agua al perro? - eran alrededor de la una de la tarde. - Voy a cocinar algo rápido.

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora