Desde la infancia me caracterizé por un temperamento dulce y tierno. Tanto así, que llego al acoso por parte de mis compañeros de escuela. Yo vivía con mi mujer y teníamos varios animales, siempre había tenido una relación agradable con mi gato Pluto, pero a veces se me venían a la mente pensamientos algo desagradables, a veces lloraba en la cama del pánico que le tenia a esos pensamientos. Mi mujer por la mañana siempre se levantaba y les daba de comer a los animales, pero en esa misma mañana cedi complacer el deseo a mis pensamientos y le pegue a mi perro y asfixie a los pájaros, al pasar el año había golpeado y maltratado sádicamente a los animales. Pero nunca se me ocurrió hacerle nada a mi gato Pluto, porque siempre me había parecido un animal agradable. Pero en esa noche cuando mi mujer había salido de compras le arranque un ojo a Pluto y lo comenze a patear en el suelo, mientras este lloraba del espanto. En la mañana el gato había salido para el parque sin avisar mientras yo lo veía desde mi ventana sentado en la silla, agarre un hacha y le corte la cabeza, luego lo colgué en el sótano de mi casa. Luego cuando venia pase por la veterinaria y vi a un gato similar a Pluto en todos sus aspectos, excepto por una mancha blanca que tenia en el estomago, el comenzó a parseguirme hasta entrar a mi casa, mi mujer y yo lo adoptamos. Marie se encariño mucho con el, hasta el punto de no prestarme atención, el gato siempre había sido muy amoroso conmigo pero eso me molestaba, tanto, que me generaba un odio inmenso. En esa noche agarre una motocierra y fui derecho a descuartizar al gato pero estaba mi esposa, y puso la mano, eso me genero un enojo inmenso, mi brazo estaba sobre el aire en la parte de arriba y bajo fuertemente hasta atravesarle la cabeza. En esa noche no volví a ver al gato. Escondí a mi mujer en una tumba que había en mi cementerio. Los detectives vinieron a preguntar sobre una tal Marie, a lo que yo conteste que no sabia nada sobre el tema. Ellos se estaban llendo y yo golpié la tumba con el pie y esta callo al suelo, un gruñido chillo hasta delatarme al verdugo.
