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-¡Salud! -gritaron todos a la vez chocando sus copas y vasos llenos de cerveza y vino. Habían empacado todas su pertenencias al igual que armas y dinero, dispuestos a dejar el día siguiente aquella sede ya seguramente fichada por las fuerzas del Centro Nacional de Policía.

Llenos de nostalgia y buenos recuerdos, decidieron hacer una fiesta para dejar el sitio con buen sentimiento, pues vivieron en éste toda clase de experiencias, tanto buenas como malas, y abandonarlo así como así... Estaba feo, muy feo.

Bebiendo sus tragos con euforia, empezó aquel festín, donde algunos se echaban más vino en sus vasos de plástico de lo que sus cuerpos podian soportar, otros esnifaban el blanco polvo que habían sacado de algunos contactos de coca, mientras que otros movían sus extremidades de manera ridícula al ritmo de la baja musica, la cual no podían subir al estar en un barrio peligroso, donde cualquier vecino malhumorado podría llamar a los picoletos y meterlos en el lío de sus vidas.

Dentro del algo silencioso pero gran alboroto que se formó en aquél salón principal, estaba Kalahari, bailando con un rosado dildo en la mano, mientras notaba que algo, o mas bien alguien, quien se la pasaba siempre diciendoles que no bebasen tanto y que les iba a hacer mal, faltaba ahí.

Siempre ignoraban a Armando cuando les aconsejaba y reñía por fumar o beber más de lo que debían, pero esta vez al no estar dando por culo, como Yun decía, se le echaba en falta. O al menos él lo echaba en falta.

Bueno, en realidad había perdido ya la cuenta de las veces que lo buscaba con la mirada, o de las veces que buscó pegarse a él y seguirle a todos lados en busca de algo que no sabía que era.

Se decía a sí mismo que no era "maricón", pero su cuerpo decía todo lo contrario. A donde Nadando fuese, él iba detras, hasta se lo había dicho una vez, pasándo desapercibido al hacerle creer al mayor que se refería a seguirle con el coche durante un intento de hacerle un bloqueo a la policía en federal.

Su pulso se volvía rápido e irregular cuando éste le acompañaba en su cochecito sin techo mientras los perseguían Tonet y Juanjo. Su sangre fluía rápidamente a sus mejillas y a otro íntimo sitio cuando veía al de barba sin camiseta en la sede, causándole más de una vez una erección casi imposible de ocultar, teniendo que ir al baño a aliviarse y luego a lamentarse por reaccionar como un puberto de 15 años con las hormonas revueltas por culpa de otro hombre.

Pero es que el asiático no podía evitar lo inevitable, Armando Grúas era inteligente, astuto, sigiloso, responsable y aunque le doliese como el infierno admitirlo, estaba buenísimo y tenía un cuerpazo más que digno de admirar.

Tenía todo lo que alguien pediría en una pareja, y como era obvio, más de una vez encontró a tanto mujeres como hombres intentando coquetearle a este mientras trabajaba en el taller, ganándose un improperio y una mirada fulminante por parte de Yun.

Lo peor era que le fastidiaba más aún que su compañero actuase indiferente a estos, lo que hacía que una sensación extraña naciese dentro de él, convirtiéndose en ganas de pegarle a alguien con la gorda llave que siempre poseía en la mano.

Hasta el momento no sabía por qué motivo reaccionaba así, o por qué le molestaban algunas cosas que no le tendrían por qué molestar. Tampoco entendía por qué no paraba de pensar en Nadando ni un segundo del día.

Era tanta la obsesión inexplicable que tenía, que hasta en esta fiesta de despedida de la sede lo había vuelto a hacer. Otra vez estaba pensando en el de barba. ¡Hasta en una maldita fiesta!

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⏰ Última actualización: Oct 13, 2020 ⏰

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BALCONY • YUNANDO +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora