Prólogo

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Octubre 16
White Forest, Canadá




No podía creer lo que su hermana mayor le estaba revelando. Extraordinario y aunque hubiera querido que fuera solo una broma de mal gusto de su parte, viendo sus ojos sabía que no mentía.

—Escucha, Allison, nadie debe de saberlo —la mujer de cabellera rubia casi platino parecía más afligida que su propia hermana, un secreto de tal magnitud no podía guardarlo—.

—Pero...

—Promételo. Por favor, Allison... —la pelinegra le rogó haciendo un pequeño puchero con sus labios—.

Suspiró profundamente ya que sabía que no tenía de otra.

—Lo haré si prometes decirlo tú a los policías.

Negó de inmediato.

—Algunos secretos se irán hasta la tumba, ¿entiendes? Nadie debe de saberlo, nadie, ¿te das cuenta que tan grave es?

—Viste un asesinato, ¡por supuesto que sé lo tan grave es! —habló en un tono alterado—.

—Al igual que yo no hice nada por detenerlo, eso me hace cómplice.

—¡No lo eres! Tenías miedo, no sabías como decirlo, ¿acaso no te amenazó? ¿quién lo hizo?

La mujer suspiró, estaba pensando que la idea de decirle a Allison fue una terrible pero su mente no la dejaba descansar y confesarse ante un padre o cura era una locura, no era nada religiosa. Días de insomnio, días donde soñaba que era ella misma quien asesinaba y sonreía sintiéndose feliz. No era un total monstruo, estaba casi arrepentida de ese día, aunque muy dentro de ella se repetía que esa arpía mereció morir.

—Entre menos sepas, mejor.

—No eres una asesina.

—Allison, —suspiró con cansancio, la gran confesión salió de sus labios—, yo pedí que la matara en un arranque de ira. No pensé que lo haría pero lo hizo.

Un sonido de asombro salió de los labios, Allison tapó su boca mientras sus ojos se llenaron de lágrimas y un escalofrío recorría su cuerpo. Eso cambiaba muchas cosas.

No podía decir nada o su hermana iría a la cárcel.

Era un caso sin resolver en el pueblo del cual todos sabían, apenas habían pasado dos semanas desde la desaparición de la joven Ariana. Los rumores se iban más a ideas de que había escapado con su novio, que convenientemente también se encontraba desaparecido, y en ambas casas se contaba con evidencias de haber hecho maletas. Si no se encontraba sospechas pronto de un asesinato o una llamada por parte de la chica, el caso se cerraría así.

—¿Y el chico? ¿También...?

—Oh, repito que entre menos sepas de lo demás, mejor, —hizo una mueca, no iba a confesar que la muerte de la chica era lo de menos, habían más secretos y problemas que ese lo hacía diminuto—.

Pobre Ariana, ni siquiera era la chica indicada.

Solo había sido un pequeño error que cometió la mente maestra de este nuevo juego, uno que apenas comenzaba.














Kezyah, XO.

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