O N E

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Aturdido por el golpe en su nuca trato de recomponerse, pero el pitido que solo el escuchaba hacia todo mas difícil, anudado a eso estaban los gritos ensordecedores de las víctimas. Se obligo a levantar su cuerpo entumecido cuando vio una espada de diamante acercarse con velocidad.

—¡Luzu, basta! —vocifero Auron cuando recibió el ataque que no logro esquivar.

La orden fue ignorada como era obvio que pasaría. En un movimiento rápido el azabache tomo su espada y antes de recibir otro golpe se cubrió. Por primera vez en el combate el azabache ataco, ambas espadas chocaban de manera violenta, formando un sonoro sonido de metal contra metal. De fondo se podía ver a el resto de los héroes de Karmaland luchando contra tropas.

La aldea que juraron proteger ahora estaba destruida, los aldeanos corrían en busca de refugio, niños y adultos asustados por igual y sin embargo los héroes no podían hacer mucho, su plan fracaso y tenían que improvisar si querían ganar, perder no era una opción y lo sabían, pero... ¿Cómo llegaron a esto?

Un año antes

Un joven pelinegro escalaba tranquilamente la colina para por fin después de horas caminando bajo el calor del sol, tener a la vista el cartel de Karmaland, hacía meses escucho sobre una aldea llena de riquezas y magia.

Llego hasta el cartel admirándolo con una gran sonrisa. Por fin estaba ahí; el lugar que su corazón anhelaba por alguna razón. Cruzo la valla que separaba el pueblo del exterior y sintió que el aire se volvía ligero.

Comenzó a caminar detallando hasta lo más mínimo: las casas hechas de madera, amapolas, tulipanes, girasoles, rosales, abetos daban sombra a los hogares y los robles también, antorchas que alumbraban, aunque era de día. Cruzo lo que parecía ser un mercado y logro ver a un chico rubio trepado en la espalda de otro chico que iba sin camisa, siguió su trayecto sin destino y encontró esta vez a un chico pelirrojo caminando de la mano con un azabache con banda en la cabeza, más adelante lo que parecía ser un niño con un casco de stormtrooper perseguido por un hombre de mascara de búho que a su vez lo seguía un albino que corría con los ojos cerrados.

Una larga caminata despues encontró una pequeña ladera lo suficientemente plana como para empezar una construcción decente. Y todo iba bien hasta que calló la noche...

Sin escapatoria, cansado y con la espada a punto de romperse, soltó su mejor ataque que se vio afectado pues el impacto contra el zombie quebró en dos la espada de hierro; asustado retrocedió hasta toparse con un muro y el miedo se apodero de su cuerpo dejándole inmóvil.

—¡Cúbrete! —escucho un grito a lo lejos, sin embargo, tardó en reaccionar y para cuando lo hizo una flecha viajaba a toda velocidad en su dirección, el fuego le llego a lastimar un poco, aunque el zombie que lo perseguía ahora si estaba muerto.

Después de eso las cosas ocurrieron demasiado rápido, lo suficiente como para dejarlo inconsciente, quedando en manos de un preocupado castaño que le cargaba por sus hombros.

[...]

La mañana llego a Karmaland y con ello todos los aldeanos iniciaban sus respectivos deberes, a sus orillas y sobre una montaña se encontraba el hogar de uno de los guardianes, quien con las mismas energías de siempre alimentaba a sus animales.

Sus actividades se vieron interrumpidas por un tierno cerdito, que caminaba tranquilamente por aquella grande granja en busca de su dueño y fiel amigo.

—Buenos días Manolo —saludo Luzu con una gran sonrisa mientras acariciaba la cabeza de su lindo cerdo, recibió un alegre "oink" como respuesta.

Los minutos pasaron con tranquilidad y diversión, la pequeña granja se veía invadida de risas, un castaño jugaba con su mascota/amigo y la zanahoria de juguete que este tenía, lo arrojaba y Manolo corría a buscarlo y hacer uno de los tantos trucos que Luzu le había enseñado.

—¿Quién eres tú y porque estoy aquí?

Le tomó por sorpresa la firme voz de cierto azabache que le miraba con frialdad y hasta cierto punto con una actitud hostil. Le molesto un poco aquello más lo dejo pasar.

— Veras... era mi deber recibir a el nuevo héroe de Karmaland —sonrió apenado —las cosas se complicaron y para cuando te encontré tu espada estaba rota y tu apunto de morir... aunque eso es imposible debido a los dioses — murmuro lo último con una sonrisa.

— Ya veo... —se quedó callado y mirando a la nada intentando recordar lo que pasó la noche anterior, pero nada vino a su mente, solo escenas a medias —en ese caso, gracias —dejo de lado su actitud hostil para esta vez sonreír.

Solo basto eso para que una historia se desarrollara, con altos y bajos, sonrisas y lágrimas, ninguno de los dos pensó en todo lo que se vendría, nunca imaginaron que unas simples palabras crearan una firme amistad y con el tiempo algo más.

Para crear primero se tiene que destruir.

To be continued...  

『ᴘʟᴀʏ ꜰᴀʟꜱᴇ』ᴋᴀʀᴍᴀʟᴀɴᴅ/ʟᴜᴢᴜᴘʟᴀʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora