Capítulo 20 - el odio de un niño puro

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Bell estaba seguro de algo, su mente ya no era la de un niño, ni siquiera había prestado atención al paso del tiempo, tal vez semanas, tal vez meses era lo que había pasado desde que llego a Orario, no tomaría sus aumentos de nivel como muestra del tiempo que llevaba en la ciudad, crecía a un ritmo tan rápido y desigual que incluso llego a creer que llego a alcanzar otro nivel en solo un día, cosa que podría haber sido así si todo el día se la pasara en el calabozo.

- ¿Podemos tomarnos un pequeño descanso? – Shirone pregunto, su respiración siendo agitada y desigual.

Los ojos del niño miraron a sus amigos, renart, pallum, chica gato y los dos hermanos humanos, todos se veían cansados, sudor bajando por sus frentes, pero miradas igual de determinadas, él les había dicho que los entrenaría, aclarando que no sería suave y ellos aceptaron, incluso había pedido la ayuda de Noel, la espíritu se negó con una sonrisa, ella se había dividido en dos de alguna forma, hielo y fuego, la primera tenía su cabello de un color azul verdoso, su contraparte tenía pequeños mechones rojos, sus ojos siendo más fuertes que los de la original.

Mientras la Noel de puro hielo se quedaba cuidando la mansión, la de fuego permanecía en la casa de los Xenos, protegiéndolos y conociendo a la gente del distrito, el cual se empezaba a ver mejor, muchas de las casas ya habían comenzado a ser remodeladas, las paredes de madera siendo reemplazadas con concreto, ladrillos y cemento, lo que antes se veía pobre ahora empezaba a verse como si perteneciera a alguna de las Familias más poderosas de la ciudad, la de ellos incluida en la lista.

-Tomen cinco minutos, tengo que hablar con nii-san acerca de algo – Bell dijo con tono sereno y una ligera sonrisa en su rostro.

- ¿Quieren que mejore sus estados? – Hestia pregunto apareciendo de uno de los pilares de la muralla.

Bell no los había alcanzado a escuchar, se había ido usando toda su velocidad sin hacer uso de argonauta o sus magias y variaciones, quería visitar a Aiz, si bien apreciaba al mismo nivel a las miembros de su Familia, la espadachina se encontraba por su cuenta, solo los tenía a ellos, al menos hablando de amigos de su rango de edad, motivo por el cual haría lo posible para que no se sintiera sola, mucho menos si recordaba lo que Freya le había hecho, eso lo enojo.

A la vista de los dioses, Bell seguía siendo alguien puro, cuya alma era blanca como su cabello y resplandeciente como sus ojos, no es que ellos supieran que ya había quitado vidas a tan corta edad, tampoco es que lo fueran a saber, después de todo esta no era la historia de los aburridos dioses que todo lo querían y que se creían perfectos, algo que el niño ya había entendido, los dioses no eran perfectos, si fuera el caso, aquella diosa no habría necesita hacer uso de su encanto para intentar conseguir lo que quiere.

- ¿Qué tal va tu día, Aiz-chan? – Bell pregunto, ahora estando sentado en la ventana del cuarto de la niña.

-Bell – ella exclamo con felicidad pura que ablando el iracundo corazón del peliblanco.

El posterior abrazo que casi los hace caer a ambos desde el segundo piso en el que se encontraban, no es que alguno de los dos se fuera a lastimar si se cayeran, sus estados impedirían que incluso el más mínimo moretón apareciera en sus cuerpos.

- ¿Quieres ir a entrenar? Toda mi Familia esta en la parte oeste de la muralla – Bell pregunto, casi con tono suplicante, sentía cerca la presencia de cierto boazman que empezaba a detestar.

- ¿No se supone que están practicando para la guerra de Familias? – Aiz pregunto con tono curioso.

-Sí, pero siempre estamos dispuestos a aceptar a una amiga en cualquier momento.

Sus ojos se desviaron por una fracción de segundo cuando la presencia de ciertos aventureros que empezaron a moverse, todos haciendo uso de sus máximas velocidades, los pelos de Bell parecieron erizarse en el momento que pareció comprender que se encontraban haciendo.

El regreso de los más poderososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora