Capítulo 18

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  Géminis corría por las calles de Arcus, no podía detenerse, la seguían. Tropezó y calló sobre un charco de barro y la oscuridad la rodeó, todos los monstruos y seres de cuentos que alguna vez había temido se escondían en las sombras. De pronto vió a lo lejos un elfo que luchaba contra las sombras. Luchaba bien pero la oscuridad lo venció y lo engulló, ella intentó gritar pero su garganta no emitió ningún sonido y la oscuridad la invadió a ella también.

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  Se despertó empapada en sudor con la visión de unos grandes ojos azules que la miraban muy alarmados. Cuando abrió los ojos miró al elfo que había entrado en su habitación hacía escasos minutos, su expresión era el del más puro terror y temblaba mucho. Legolas la abrazó y ella se dió cuenta de que sus brazos sangraban, se había hecho profundas heridas arañándose en un desesperado intento de despertar. La chica no pronunció palabra, se limitó a temblar con violencia entre los brazos del elfo. Cuando sus temblores aminoraron la obligó a levantarse y ir hasta el pequeño baño en el que había un cubo con agua para limpiarle la sangre.

  Cuando terminó con sus brazos la llevó de vuelta a la cama dispuesto a arroparla pensando que la expresión de terror de la muchacha era idéntica a la de sus padres cuando vieron un elfo por primera vez y no pudo evitar preguntarse si él era aquello que ella tanto temía en su pesadilla. Sus temores se disiparon cuando ella agarró su brazo con escasa fuerza y susurró con una voz temblorosa:

  - No me dejes.

  - Nunca -susurró el elfo en respuesta estrechándola con fuerza y metiéndose con ella en la cama. Aquellas tres palabras significaban mucho para él, ya que Géminis no se permitía depender de nadie y acababa de admitir que lo necesitaba. Con ese pensamiento en su mente el elfo se quedó dormido poco después que ella.

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  Cuando Legolas cerró los ojos volvió a encontrarse en uno de los sueños de la muchacha, pero esta vez no le mostraba una imagen reciente. Se encontraba de nuevo en aquella habitación repleta de libros, pero sobre la cama había una niña que no contaría más de nueve años y que sujetaba un libro entre sus manos, no era difícil reconocerla pues su enmarañada melena oscura la delataba, la pequeña miraba el libro con angustia como si no pudiera concebir que aquellas páginas encerrasen aquel horror pero le fuera imposible apartar la mirada, su expresión cambió a alivio repentinamente y después aquellas letras impresas le sacaron una alegre risotada que hipnotizaba al elfo. Tras un rato la pequeña apagó la luz y se metió en la cama, miraba aterrada la oscuridad que la rodeaba y se aferraba a su libro como si intentara protegerlo del mal que se escondía entre las sombras hasta que se quedó dormida. La visión enterneció al elfo pero al de pocos segundos sintió como era extraído del sueño.

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  Géminis se incorporó jadeando, sintió al desorientado elfo a su lado y se separó de él recordando como había llegado allí y maldiciendose a sí misma por haber sido tan débil.

  - ¿Como lo haces? -preguntó.

  - No lo sé -respondió ella alejándose frustrada- no lo controlo. Debo vestirme, tenemos un concilio a primera hora.

  Legolas salió de la habitación sin poder evitar una sonrisa cuando la oyó maldecir por que en su armario solo había vestidos.

  Se reencontraron en la sala donde harían el concilio, el elfo le dedicó una sonrisa y ella apartó la mirada incomoda. Elrond los esperaba con una amplia sonrisa en el rostro.

  - Debemos dar comienzo a la reunión -dijo elevando la voz para que los elfo que paseaban por allí lo oyeran- Todos los que no pertenezcan a la compañía del anillo deberán abandonar el salón.

  Los elfos no tardaron en obedecer y Géminis se dispuso a seguirlos con la cabeza gacha cuando sintió que Aragorn agarraba su brazo impidiéndole salir.

  - ¿Adónde vas? -preguntó.

  - Yo no pertenezco a la compañía del anillo, me uní a vosotros después de que la formarais -respondió con una triste sonrisa.

  -¿Y crees que tus amigos no te consideran parte de la compañía? -preguntó Elrond.

  - Eso no importa, yo no formo parte de ella por mucho que haya participado en la misión. No me importa esperar fuera -dijo volviéndose de nuevo hacia la puerta.

  - En ese caso -dijo Elrond- ¿Quién está a favor de que Géminis se convierta en el noveno mienmbro de la compañía?

  Para sorpresa de la muchacha todos levantaron la mano sonriéndola, incluso los hobbits, que en el escaso tiempo en el que habían convivido le habían cogido más cariño del que ella pudiera imaginar.

  - Creo que resuelto esto, podemos empezar con el asunto que nos ha reunido -dijo Elrond.

  Frodo y Sam relataron la historia de como fueron capturados por los orcos y escaparon, salvando así el anillo.

  - La misión deberá reanudarse, Frodo y Sam deberán llegar hasta Mordor y destruir el anillo, Pippin y Merry tendrán que convencer a los ents de que se unan a nuestra causa, el resto arreglaremos las cosas en Rohan -finalizó Gandalf.

  Una vez decidido esto, propusieron salir en cuatro días, suficientes para hacer los preparativos. Cuando terminaron los hobbits acorralaron a Géminis pregutando sin parar, Legolas miraba divertido como mareaban a la joven cuando Aragorn se acercó a él.

  - Debes hablar con ella.

  - Lo sé -dijo el elfo bajando la cabeza- pero no sé como se lo va a tomar, ya sabes como es con cualquier muestra de afecto, además ella es arquense y yo un elfo, una cosa es ser amigos y otra el amor.

  -Es lo malo del amor, debes exponer tu corazón corriendo el riesgo de que te lo rompan. Ahora ella está pasándolo mal por sus padres y se ve en sus ojos que realmente está dudando de si realmente la apreciamos, no te aceptará tan fácilmente.

  - ¿Y qué debo hacer?

  - Decírselo, apoyarla y insistir, no permitas que dude en ningún momento de que la amas y repíteselo todo lo que haga falta. Puedes empezar por salvarla de los hobbits.

  Legolas asintió y consiguió que los hobbits dejaran tranquila a la muchacha. Juntos contemplaron como Arwen, la hija de Elrond, corría hacia Aragorn y lo abrazaba.

  - Se quieren mucho -dijo Legolas.

  - Los envidio -susurró Géminis y en cuanto se dió cuenta de que lo había dicho en voz alta se tapó la boca.

  -¿La más seria y dura montaraz es una romántica? - se burló el elfo y cuando ella se sonrojó supo que si no le decía lo que sentía explotaría, por suerte cuando había mirado el cuaderno de la joven en el primer sueño en el que ella le había metido se había fijado en que ella había escrito su fecha de nacimiento. Él sabía que su cumpleaños era el día siguiente y él no permitiría que ella lo pasara sin que fuera un día muy especial para ella.

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  Hola!! Perdón por tardar tanto (muchos exámenes). En el próximo tal vez haya beso.

Gracias por leer.

Xao.

Géminis, un nuevo comienzo- fanfictDonde viven las historias. Descúbrelo ahora