Prólogo.

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Rock.

Rock es lo que retumba en mis oídos mientras escucho música a todo volumen con mis audífonos negros colocados en mis orejas. Acostada sobre mi cama mirando a ningún punto en específico en el techo de mi negra y oscura habitación.

El rock en español siempre me ha gustado, sobretodo si es el excelentísimo rock de mi grupo favorito Mägo de Oz.

Se abre la puerta.

Siento como mi puerta se abre abruptamente golpeando con fuerza la pared, haciéndome girar mi cabeza automáticamente a su dirección. Mi hermano menor Hermes entrando con saltos y brincos mientras monta su caballo de palo por toda la habitación.

Me levanto de la cama y me quito los audífonos para dejarlos sobre la misma junto a mi iPod.

—¡Hermes, sal de mi habitación! ¡Ahora!— Le grito, pero a él parece no importarle mi tono de voz. Solo se baja de su caballo, dejándolo en el piso, para luego sacarme la lengua con los ojos cerrados y salir de mi habitación.

Intento perseguirlo sin éxito, ya que mi padre casualmente iba pasando por el frente de mi habitación con una cesta de ropa sucia en manos y mi travieso hermanito se escudó detrás de él.

—Rebecca.— Dice mi padre con tono cuestionante. —¿Qué te dije de meterte con tu hermano?

—¡Pero, papá!— Hago un mohín. —Ya es la quinta vez esta semana que le digo a ese engendro hijo de Lucifer que no entre en mi habitación pero no me escucha.

Hermes me mira con un solo ojo ya que el otro sigue escondido detrás de mi papá, así que le doy una mirada asesina, a lo que él me responde sacándome la lengua otra vez.

—¡Ya basta los dos!— Reprocha mi padre. —Rebecca, tienes el almuerzo ya listo sobre la mesa. Es hora de que te vayas a la escuela antes de que se te haga tarde.
Asiento con la cabeza en modo de respuesta y vuelvo a entrar a mi habitación para buscar mi mochila. La tomo del perchero que está detrás de mi puerta y, antes de salir, me doy un último vistazo en mi espejo de cuerpo completo que está colgado en la puerta de mi armario.

Clásico estilo de mí. Llevo puesto una falda negra la cual su largo llega a mitad de mis muslos, un suéter negro que me queda tan ancho, que las mangas pasan de mis manos, y mis botas Converse negras largas, que llegan un poco más abajo de las rodillas.

Mi piel extremadamente blanca resaltando entre tanto negro, sin olvidar que mi cabello también es del mismo color oscuro. Flequillo recto cubriendo mi frente, el resto de mi cabello largo hasta terminar en mis caderas. No llevo maquillaje excesivo, solo un poco de polvo compacto y delineador para los ojos. Mis ojos azul celeste resaltando de igual manera que mi piel a causa de este oscuro color, y mi piercing negro notándose voluptuosamente sobre la esquina derecha de mi labio inferior.

Con todo ya listo, salgo de mi casa y, subiendo a mi bicicleta, me encamino a la escuela.

Escuela secundaria, aquí voy.

Mi lado más dulce. [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora