Ella se despertó, era un día como todos los otros. Fue al baño y miro su reflejo, no se gustaba…nunca podía gustarse, estaba harta de ello, sus ojos estaban muy separados, su nariz no era lo suficiente puntiaguda, sus labios no era de ese rosa perfecto como todas las niñas, y su cabello no era lo que más amaba… en realidad no amaba nada de ella, ella era el problema? Al menos eso ella creía. Miraba su reflejo y jamás encontraba lo que buscaba, su clavícula no sobresalía, y su abdomen no era del todo plano, sus brazos demasiado cortos, sus dedos demasiado largos, y sus muñecas… no querrás saber lo que escondía en sus muñecas.
También odiaba sus piernas, sobre todo su entrepierna demasiada regordetas para su gusto, y sus muslos… tampoco querrás saber.
Pero esa no era ella, tampoco era otra… nadie sabía quién era, creías conocerla pero escondía un gran secreto, un gran secreto diría yo, era la reina de los engaños, era la reina de las sonrisas falsas, era la reina de los reflejos falsos. Ni siquiera yo la conocía, pero sabía su secreto. Era hermosa, no hacía falta que te mirara a los ojos, con su mirada te hacia querer descubrir que escondía detrás de esos ojos marrones poco comunes, sus pecas…que bonita creación, si te hablo de su sonrisa ¡por dios! Podría recitarte un poema. Me preguntaba como ella no podía notarlo, pero claro no se gustaba.Ella lloraba por las noches en silencio, se encerraba en su cuarto y no salía hasta el otro día, lo único que necesitaba era su laptop y sus auriculares. No creía en el amor claro, en realidad no creía en nada, nisiquiera en ella. Aun la recuerdo, era preciosa tanto como una Musa, como no podía notarlo, se odiaba ¡Joder! Se odiaba de verdad. Nadie la conocía, solo yo conocía su secreto.
