Ve la luna cómo se derrite gota a gota e inunda la laguna y en la superficie se alborota.
¿No te da gusto y se te antoja?
Cortar un pedazo guardarlo bajo el brazo y antes de dormir bajo las cobijas mirarte a su espejo, plateada, iluminada, cegadoramente bella.
Imagínate ahí y yo tomando un rayo de ella, para alumbrar tu vida cuando te sientas deprimida.
Y en ese momento de serenidad llevarte a volar a un mundo lunar donde se dan, deseos no alcanzados.
¡Pero ve! Cómo tiembla y se agita cuando la brisa delicadamente la caricia, al tocarla desnuda en la laguna.
Y como nadie es su dueño y ni hay sentimiento de celo yo dejo que me enseñe, toda su imagen sin velo.
De que brilla inmaculada más que una estrella viva, ni el firmamento lo duda y la podemos venerar cuando se baña, antes de que llegue la mañana.
Mirarla acostada en el agua, reflexiono la vez que inclinaste tu cabeza en mi almohada, el astro entraba por la ventana y te besaba por estar enamorada.
Era la primera vez que descansabas en mi cama, con una glamorosa y aromática pijama.
Me quedé perplejo creyéndome dueño cuando la luna te auscultaba un sentimiento limpio y sereno.
Te vi Blanca llena de nieve, parecida al volcán donde una mujer duerme.
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¡Y creerás que no me moví por horas, para cuidar tu sueño!
