capítulo siete.

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El sol era resplandeciente esa mañana, casi que se lo sentía como a uno más entre todos. Valentín estaba ansioso, nervioso, era un cúmulo de emociones. Le había dado la semana libre a Libertad con la excusa de que ella estaba estancada con las obras para su exposición, cuando la realidad era que Valentín no la quería ver ni en figurita. Él todavía no descifraba qué era lo que le pasaba con ella, nunca en la vida había sentido ese cosquilleo peculiar en el pecho y la sensación de que no todo era tan nefasto en esta vida.

Era graciosa. Cada tanto Valentín recordaba alguna ocurrencia estando solo y se reía con sinceridad, de esas risas que salen cuando algo es realmente gracioso. A veces lo miraba a Baco, estaba más cercano que de costumbre. Libertad mandaba mensajes al grupo de WhatsApp del trabajo, era muy interactiva con sus compañeros, cosa que él claramente no era. Se limitaba a responder con el emoji del "Ok" y con algún mensaje dando indicaciones el día anterior a trabajar, mientras que Libertad mandaba muchas fotos de sus obras o de cosas lindas, y eso a él le causaba ternura... ¡Él no siente ternura por nada! Quizás por su amado perro, pero nada más.

Aún agotado por el mal descanso que lo poseyó durante toda la semana se adentró a la cocina. Silencio absoluto, era momento de paz. Muy cada tanto Valentín disfrutaba de ir más temprano que el resto —o quedarse hasta más tarde— servirse una copa de vino, cortar y cocinar. Algo de música también entraba en su maravilloso plan, algo de siempre. Se acercó al equipo que tenía bien oculto en la reserva de quesos y conectó su celular para poner en Spotify "There's a light that never goes out" de The Smiths y se sumergió en aquellos sonidos que tan bien se fusionaban con ese risotto que él cocinaba.

"¡Yo sabía!" exclamó alegre Libertad asustándolo. "Ay, no te quise asustar, disculpame." se tocó el pecho y se acercó a él. Valentín se alejó de golpe, quería evitar cualquier contacto con ella.

"¿Qué cosa sabías? ¿Que me venía a comer acá?" preguntó restandole importancia al susto de recién.

"Que preferías a The Smiths antes que a The Cure..." dijo algo asquerosa. "Osea, no sabía que escuchabas música, mucho menos de este estilo, pero mi cabeza lo asoció automáticamente a esa melancolía y tristeza constante que llevas encima." explayó.

"¿No tengo pinta de escuchar música?" cuestionó con la ceja alzada.

"Sí, obvio, pero yo pensé que pateabas para un Sinatra, algo más tirado a ese estilo." se encogió de hombros.

"¿Vos también venís temprano a comer?" intentó sacar charla y por dentro se maldijo a sí mismo por aquella pregunta tan tonta.

"No, solo cuando necesito pintar..." contestó algo decaída. "Me siento justo allá..." señaló. "En el banquito al lado de los jazmines y abajo del sol, y a veces con la sombrita del árbol." le mostró apoyada en la mesada. "¿Dónde está tu lugar feliz en esta cocina?"

Valentín la miró, intentó no analizar en profundidad aquella trampa mortal mejor conocida como sus ojos... tan dulces como la miel o tan ácidos como un buen limón. No quiso tardar, realmente no quiso, pero la cocina era tan amplia que le parecía bastante lamentable que la respuesta viniera a su cabeza de una forma tan veloz. Imposible que tantos años de pasión se remitan a unos meses de trabajo, era imposible.

"N-no sé..." atinó a contestar. Libertad rió chiquito, haciéndolo sentir de ese tamaño a él. "Me gusta toda la cocina."

"A mí me gusta toda la pintura, pero hay cosas que me gustan más que otras..." agarró un pedazo de queso de la mesa. "Seguro te pasa lo mismo con el morfi." rió.

"¿Qué te gusta más de la pintura?" inquirió curioso.

"Las sombras, definitivamente..." contestó rápido, sin dejar lugar a dudas. "A la sombra le das la forma que quieras, porque vos ya creaste un personaje que necesita obligatoriamente ese reflejo más oscuro de sí mismo..." comenzó a explicar, y Valentín podía jurar que cada palabra que salía de su boca era hipnotizante. "Todos tenemos una sombra, pero no todos sabemos qué significado darle. Algunos dicen que es el pasado, otros dicen que es una compañía, pero yo solo creo que es una parte nuestra que no queremos asimilar, pero que de todas formas ahí está."

"S-sí, puede ser..." en realidad estaba atónito y era un fiel creyente de que lo había hipnotizado, dejándolo incapaz de escuchar al menos una cuarta parte de lo que ella había dicho.

"Estás muy tartamudo hoy, ¿qué pasa?" rió.

"Mira, la verdad es que..." desvió la mirada a sus manos, no entendía qué era lo que sucedía con él, y eso lo molestaba de sobremanera. "La semana pasada yo te dije una sarta de incoherencias en el patio porque estaba enojado, la gente enojada no dice nada racional..." quiso explicar rápido. "El punto es que no quiero que le prestes atención a todo lo que te dije, no escuchaste nada, olvidate de todo."

"¿De qué hablas?" arrugó su nariz juguetona. A Valentín le gustaba cómo ella arrugaba su nariz.

"De la semana pasada..." la miró. "Te dije cosas que no son y entre nosotros no pasa nada, no me pasa nada con vos y viceversa. En realidad es que..." Libertad rodó los ojos pensando que estaba tratando con un chico de diez años. "Ah, ya me entendiste."

"Claro, yo te pregunté de qué hablabas para que notes que no me acordaba porque me dijiste que me olvidara, ¿entendés?" rió explicando.

"Sí, deja, soy medio boludo a veces." rió nervioso.

"¿Me acompañas a pintar?" lo invitó. "Faltan dos horas hasta que lleguen todos, y yo pinto con The Cure, una banda mucho menos deprimente musicalmente hablando..." Valentín la miró mal. "Chiste, bueno, no tan chiste."

"¿Me vas a pintar a mí?"

"Si querés te puedo interpretar..." se encogió de hombros agarrando sus cosas y dirigiéndose al patio. "Valen, ¿qué opinas de mí?"

"¿Cómo?" preguntó sentándose en el borde de la baranda de la escalera que daba al patio.

"Que qué opinas de mí." insistió.

"Que sos una buena persona y capaz buena pintora." se limitó a responder y hasta le pareció un logro. Tenía cientos de adjetivos calificativos en su mente, pero ninguno funcionaba para ese momento.

"Que seco, che." rió algo ofendida. "¿Por qué sos tan bueno conmigo?"

"Porque Bernardo me lo pide." mintió.

"¿Y desde cuándo le haces caso a Berna?" alzó su ceja.

"¿Desde cuándo sos tan preguntona?"

"Siempre fui preguntona..." se defendió. "Que raro que lo notes ahora."

"Capaz lo noté antes y vos no te diste cuenta." sentenció.

La actividad favorita de Valentín más allá de cocinar era cruzar miradas con Libertad. No sabía si nacían mariposas en algún lugar del mundo o si se las había comido en algún momento de su vida, pero sí sabía que ese cosquilleo no era normal y que sí era reciente. Sabía que esas chispas le vendrían genial si en algún momento tuviera que encender un fogón y no tuviera encendedor. Sabía que ella era genial y que ella era tan dulce como el cosquilleo que le producía.

El celular de Libertad sonó, interrumpiendo aquellos segundos que en su mente y alma fueron eternos, lindos y eternos. Ella se levantó casi de un salto al ver quién la llamaba y se apartó algo nerviosa para atender. Los nervios la comían entera, se notaba cómo le salían por los poros y cómo se manifestaban en el jugueteo de su mano con su mechón de pelo suelto. Ahora la expresión de su cara era distinta, era lo que tal vez Libertad definiría como un tema de The Smiths.

"¿Qué pasó?" preguntó preocupado al ver el cúmulo de lágrimas peleando por salir de sus ojos.

"Mi papá..." suspiró. "Mi papá está en el hospital."

🥀🥀🥀

NOOOOO GABRIEL NO TE MUERAS MALDICIÓN.

Las tenía re abandonadas chichipías qué pasoooo, espero no me hayan extrañado.

Aguante The Cure hermanas.

Besote, se me cuidan.

𝐜𝐨𝐜𝐢𝐧𝐚 - 𝐰𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora