Sinopsis.

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Arizona, Estados Unidos.  Agosto, 2009. 

Jefferson, Annabeth.

Todos sabemos que no existe una vida perfecta. Sabemos que no todo es bueno siempre, pero que lo malo tampoco dura una eternidad, si estás dispuesto a dar lo que sea para remediarlo.

“Demando un sacrificio” gritó ella. Aquella sombra oscura volteo a verla, ella sólo lo dedujo, en aquel bosque áspero no percibía nada. “¿Qué has dicho?” la voz de la que provenía aquella sombra, era igual que la de un hombre, tan fría como la oscura noche que emanaba en la escena, ella tragó saliva, y de nuevo, en voz queda dijo “Sí, demando un sacrificio” la sombra se acerco cautelosamente a ella, y a unos dos metros de distancia se detuvo, esbozo una enorme sonrisa, como si lo que ella hubiese dicho costara millones de dólares.  “Sí eso es lo que quieres, está bien, pero no puedes arrepentirte, será así para siempre” la sombra al instante percibió la mirada de aquella chica, sacó de su grande gabardina un pañuelo, y acercándose delicadamente a ella, la atacó en el cuello, dejándola inconsciente. 

Fuego. Desastre. 

(…)

Aquella tarde de otoño todo parecía tan perfecto, la chica de cabellera rubia se encontraba acostada sobre el césped verde que yacía en aquel parque abandonado, carecía de distracciones para niños, y su gran cantidad de árboles enormes lo hacían parecer más bien un bosque pequeño en el vecindario. El sol comenzaba a ocultarse ya, y una parvada de pájaros pasó por encima de aquel bello paisaje que contemplaba ella, la temperatura parecía disminuir cada vez que el sol se ocultaba más y más.

Aquella misma mañana había estado discutiendo con su madre por haber llegado la noche anterior, después de la hora de queda, no había tomado nada para el desayuno, y salió únicamente para despejar sus ideas, su vida no era tan perfecta. Su padre todavía se encontraba de viaje, y pensando que probablemente estuviese con su otra familia, bueno, le hacía seguir con la misma mentalidad de siempre, el decía que efectivamente, salía de la ciudad a trabajar, pero tal vez su madre, en este caso, seguía siendo la ingenua, ella sabía que era así, incluso se había encontrado ya demasiadas veces con sus supuestos “hermanos”, no había querido decirles nada a ambos, todavía pensaban que era la misma niña estúpida de antes, a pesar de que ya tenía dieciséis años. Pero ese mismo papel de niña estúpida era el que ya la tenía harta. Ese era su problema, siempre evitando cualquier cosa, cualquier encuentro, evitando discusiones, pero esa misma tarde decidió que no volvería a ser así.

-¿Aún sigues aquí?- una voz masculina la hizo estremecer, y fue como si en aquel momento, la bella vista que contemplaba hace unos segundos, se hubiese esfumado enseguida de que apareciera, su vista seguía pegada al sol que se estaba ocultando en absoluto, dejando un cielo a penas visible.

-¿Qué no ves?- respondió en un tono frío, se sentó a su lado, y la miró. Se acercó más a ella, y puso un mechón rebelde detrás de su oreja, se inclinó y puso sus labios sobre la misma, su contacto, de nuevo la hizo estremecer.

-Ya es hora.- su susurro hizo que los músculos de la chica se tensaran, de una manera que jamás le había sucedido.

-Ni lo pienses.- se levantó del lugar, y sacudió sus jeans, dio vuelta para rodear el árbol en el que se hallaba recargada, pero sus brazos musculosos y ágiles le rodearon la cintura.

-Sí quieres pensarlo un poco más, está bien, pero antes acompáñame.- susurró cerca de su oído, y otra vez ese contacto la hizo sentir extraña,  lo aparto de sí bruscamente.

-¿Qué clase de acompañamiento?- su mirada azulada se posó directamente en su escote de la playera que llevaba, así que subió el cierre de su chaqueta de cuero.- Cerdo.

-Uno que nos conviene a ambos.- hizo una sonrisa, y le guiñó un ojo, lo ignoró y volvió a darse la vuelta.- ¡Hey! Sí no fuera importante ni si quiera estuviera aquí.

-¡Pues entonces lárgate, y déjame en paz!- la siguió y caminaba obstruyéndole el paso para salir de aquel lugar.

-¿Qué te sucede?- volvió a ignorar su pregunta y se echo a correr hacia la entrada, lo había perdido, faltando unos metros, una cabeza se metió bajo sus piernas, y antes de que pensara que se trataba de un perro, se levantó, dejando colgando sus pies bajo su torso.

-¡Bájame idiota!- lo tomó de su nariz, y la apretaba al mismo tiempo para que la bajara, el solo soltó un gruñido.

-¡Suéltame! Si me caigo, caes conmigo torpe-dejo de tomarle la cara, y le jaló el cabello.

-Más te vale que me dejes en el puto suelo- murmuro entre dientes, al ver que un par de parejas sonrientes salían del parque, y los observaban muy raro.

-¡Mi novia! Suele tener una boca de camionera- dijo él a unos chicos, que la miraron incrédulamente. Este tarado. Pensó.

-Mi amor, por qué nos les dices que solo tengo este vocabulario cuando ya no puedes entretenerme más en la cama.- dijo, desafiante,  y los chicos soltaron una carcajada, su cara se torno roja, y la bajo de sus hombros.

-Eres una arpía.

-Y tú un baboso. – Sonrió - ¿Qué mierda quieres?

-Convencerte de qué es buena idea.

Disaster.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora