Capítulo 16

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Silas

—Entonces preparen toda la documentación pertinente, la necesitaré para la próxima sesión de la Cámara. —El funcionario asintió complacido cuando vio deslizarse sobre la mesa una pieza de 100 créditos. Un amarillo podría recurrir a mil tretas diplomáticas o legislativas para conseguir su objetivo, pero el soborno no era lo que utilizaríamos, eso era como reconocer que algo no estaba bien en las leyes que nos regían, o ya puestos, en aquellos que las acataban. Pero este no era mi planeta, este funcionario no era un amarillo, así que la rectitud no podía exigirse. Y como decían los verdes "Todo vale en la guerra y los negocios", y este asunto era ambas cosas.

—La tendrá entonces en 8 días, así podrá presentar su propuesta en la sesión extraordinaria que se producirá el primer día del próximo mes. —Quién fuera que había recurrido a la misma baza que nosotros se había movido rápido. Ya había convocado una sesión extraordinaria de la Cámara para que su candidato fuese rápidamente ratificado. Una vez conseguido eso, llegaría la hora de empezar de nuevo con el juego político.

Con el cambio de ciclo tan cerca, el juego político iba a ser demencial. Quién fuera pensaba que tenía el voto azul para alcanzar la corona blanca, con su propia casa implicada, ya tenía 2 votos de 5. Seguramente contarían con que la casa amarilla se abstendría para no crear roces innecesarios. Solo tenía que conseguir el voto de otra de las casas y la corona sería suya.

Pero esta vez el juego político iba a cambiar, y solo dos personas sabíamos que iba a ocurrir. Y no, ni la nueva reina azul, ni el mercenario que nos acompañaba, ni siquiera Du Cort, tenían idea de lo que realmente iba a ocurrir. Y esa era mi misión, hacer que todas las piezas encajaran para conseguir... Mejor mantengo el secreto de mi misión, no es el momento de revelar lo que más a delante se descubrirá.

—Este es mi buzón de correo. Envíamela cuando esté todo tramitado. —Le dejé una de mis tarjetas de visita. Sí, no era un comerciante, pero si quería meterme en el mundo de la burocracia y la política, estaba claro que era algo que tenía que llevar siempre encima. Un amarillo siempre suele estar preparado para este tipo de cosas, no nos gusta ir a la aventura, éramos personas previsoras y metódicas.

—Necesitaré tomar una imagen para tramitar... —Y eso era lo que tenía que evitar, que la cara de Nydia fuese registrada antes de que la corona azul ciñera su cabeza.

Antes podría haberse permitido, aunque con Esus en la ecuación, era mejor evitar eso hasta estar más seguros, o al menos contar con el apoyo del resto de los Altos. Si Esus se atrevía a acometer cualquier acto en contra de una reina, su orden de ejecución llegaría de forma inmediata, haciendo que el gobierno del pueblo azul se tambalease. Sin regente, todo su sistema político caería como un castillo de arena barrido por un temporal. Sería sumir a toda la casa azul en un caos del que les costaría demasiada sangre salir. Un nuevo rey, o reina en este caso, haría la transición más estable. Por eso no habían acabado con su vida, porque vivo, aunque sin poder real, mantenía la paz en la casa azul.

Pero ahora, sabiendo que había otro candidato, el anonimato de Nydia era primordial. Ya no solo teníamos un enemigo, sino dos. Y si algo intuía por su forma de actuar, es que era un depredador astuto, muy astuto. Así que saqué otra pieza de 100 créditos y la deslicé hacia él.

—Creo que sería un golpe de efecto el descubrir ante la Cámara a nuestro candidato, ¿no le parece? A los Representantes ya sabe que les encanta el drama, la vida política tiene pocos momentos memorables que relatar en las reuniones familiares.

—No es que sea un devoto del teatro, pero sería un honor ser su notario presencial en esta ocasión tan especial. —Muy listo el tipo. Él sabía que iba a ser un acto del que se hablaría no solamente durante un ciclo de gobierno, sino de varios. Como todo ser humano, quería que la historia recordase su nombre.

—Sería un placer contar con usted, hermano Golheim. —Hacer referencia a su condición dentro de la orden del templo dorado, dejaba en el aire la posibilidad de que algún día su rango ascendiera. Él y yo sabíamos que un acto como al que se había invitado, sería el pedestal que le ayudaría a llegar ese nuevo puesto. —Y ahora ¿podemos proceder con el sello de ratificación? —Con el sello del Templo Dorado sobre su piel, ninguna persona podría negar que su poseedor era quién aseguraba ser.

—Por su puesto. ¿Puede poner su mano aquí? —Golheim señaló una especie de aro transparente sobre un pequeño pedestal en su mesa. Nydia solo debía meter su mano descubierta ahí, y dejar que grabaran su sello, el que la identificaría como perteneciente a la realeza azul, concretamente a una heredera con derecho al trono.

Cuando su mano estuvo apoyada en la parte baja del aro, este se iluminó con una cálida luz azul. Pequeños rayos empezaron a incidir sobre la piel de Nydia, dibujando el sello dorado. En 30 segundos el proceso había terminado. Cuando el aro perdió su iluminación, el sello desapareció. Golheim pasó una pequeña barrita iluminadora de luz negra, haciendo que el grabado se activara por unos segundos.

—Perfecto. —Ambos coincidimos.

—Muy bien. Nos veremos entonces dentro de unos días. —Nos despedí.

Mientras abandonábamos el templo, intenté darle vueltas al asunto. Tenía que averiguar quién había presentado al otro candidato. Tenía que ponerme a trabajar en serio, porque los datos de esta ecuación acaban de cambiar, y eso podría significar que mis cálculos podrían no ser los correctos.

—Yo lo haré. —La voz del capitán Wick sonó a mi lado como un susurro. No me había dado cuenta de que se había acercado tanto. Tenían razón en decir que estos gatos eran realmente sigilosos.

—¿El qué? —pregunté.

—Averiguar lo que necesitas saber. —¿Cómo podía él saber lo que...? Otro mito de los rojos, decían que podía oler tus pensamientos. Algo bueno si estaba de mi parte.

—Interrogar al hermano Golheim puede traernos problemas. —Podría haberlo sobornado hasta conseguir esa información, pero a parte de que no me quedaba más dinero, eso habría revelado lo desesperado que estaba por conseguirla.

—Ir todo lo rápido que podáis hacia los muelles. —Depositó un pase de acceso en mi mano. —Por si tenemos que salir deprisa. —No era momento de ponerme quisquilloso con sus métodos, él mejor que nadie conocía los riesgos. Y algo me decía que el problema no vendría por asaltar a un hermano del templo dorado, las fuerzas de seguridad no iban a ser nuestro problema, sino el rival político para el que nos acabábamos de convertir en una amenaza. Quizás él había visto o percibido algo en el hermano Golheim que a mí se me había escapado. Por si acaso, cumpliría con sus órdenes, a un maldito no se le desafiaba.

—Ten cuidado. —No pude ver su cara al otro lado de la pantalla protectora, pero algo me decía que estaba sonriendo como el gato que era.

—No es de mí de quién tienes que preocuparte. —Ambos nos girarnos hacia una Nydia que nos observaba en silencio. Era momento de hacer lo que me habían ordenado. Avancé un paso firmemente y aferré su brazo para arrastrarla conmigo hacia la salida. Cuando la cosa se calentase, era mejor estar bien lejos.

—Será mejor que nos demos prisa.

—¿Y Wick? —Su voz sonó preocupada.

—Nos alcanzará enseguida.

Con el sello del Templo Dorado en Nydia, nadie podría retirar su nombre de la lista de herederos, porque ese sello era infalsificable y con él venía codificado el registro que la identificaba como descendiente de Amon Pumisse. Nadie podría borrar lo que ya teníamos conseguido. Una grabación de su imagen más o menos no cambiaría eso.

Rigel - Estrella Errante 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora