Caiptel .XI.

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- Máel Dub... – La aparición del anmcharae dejó helado a Colum. El monje se los quedó mirando desde la orilla, apoyado en su bastón. Colum caminó hacia él, saliendo del agua para defender a su nuevo amigo –. Por favor... Bran no hablaba en serio. Es que, como sabes, es ajeno a nuestras costumbres. Ya las aprenderá, ¿no es verdad, Bran?

Bran se cruzó brazos y no respondió.

- Pero no es ajeno a los vicios que pueblan el mundo – replicó el anmcharae, muy serio –. Es un grave error creer que los impíos, por no conocer la Ley, desconocen el pecado. El mal es para ellos como es el agua para el pez, o la tierra húmeda para el gusano. – Máel Dub se dirigió entonces a Bran –. Has cometido el crimen nefasto de la blasfemia. Para purgarte de ella, deberás humillarte ahora mismo. Ponte de rodillas y confiesa tu error – le ordenó, pero Bran no se inmutó –. ¿Acaso no me oíste, muchacho? Sal del agua de inmediato, ponte de rodillas delante de mí y confiesa tu error.

- No puedo hacerlo, hermano – respondió el chico–, por dos motivos. Ante todo, no puedo confesar un error que no comprendo. Le estaba haciendo una pregunta a Colum, y nos interrumpiste antes de que pudiera contestarme. ¿O me equivoqué al preguntar? Si es así, ¿cómo podría saberlo de antemano? – Colum se quedó atónito: nunca había visto a nadie hablarle con tanto atrevimiento al anmcharae –. En segundo lugar, creo que mis rodillas debieran doblarse sólo en presencia de mi señor. ¿Eres tú mi señor, anmcharae? ¿O es el Dios Viviente?

Máel Dub sonrió con sorna, cargándose hacia adelante en su bastón como era su costumbre.

- Ya veo que eres perspicaz, joven Bran... Imagino que no soy el primero en decírtelo, y seguramente otros hayan celebrado esa agudeza tuya como si fuera una virtud. Pues tengo el penoso deber de disuadirte del error: la perspicacia no te llevará más que al Abismo porque es hija de la vanagloria y, por cierto, hermana de la blasfemia. El mismo espíritu rebelde que antes te hizo cuestionar la majestad del Rey Eterno ahora te anima a interrogarme a mí, como si fueras a desarmarme con tu pobre ingenio. A nosotros, médicos espirituales, no nos interesan tanto los síntomas superficiales como las enfermedades subyacentes. Y a ti, joven Bran, puedo ver que la vanagloria te tiene al borde de la muerte eterna. Necesitas con urgencia el remedio de la humildad. Así pues – Máel Dub golpeó una roca con la punta del bastón –, ponte de rodillas, confiesa tu error y pide perdón.

- Comprendo tu explicación, hermano – replicó Bran, asintiendo cortésmente –. Veo que tu problema no es con aquello que pregunté, sino con aquello que me animó a preguntarlo en primer lugar –. Colum se ponía más y más nervioso, pero también estaba divertido con la situación: la perfecta cortesía de su amigo apenas enmascaraba su actitud desafiante –. Pero aún no puedo hacer lo que me pides, porque mi segundo argumento sigue sin respuesta. ¿Cómo puedo arrodillarme ante ti, si no eres mi señor? ¿O acaso eres tú el Dios Viviente?

- Desde luego que no soy el Dios Eterno – espetó el anmcharae, que empezaba a perder la paciencia –, pero soy su servidor. Y, en este mundo, debes arrodillarte ante los servidores de Dios como si estuvieras en presencia de Dios mismo.

Bran bajó la mirada y cerró los ojos, pensativo. Colum se dio cuenta de que los dedos de Máel Dub estaban crispados sobre el bastón.

- De acuerdo – dijo Bran al cabo de un rato. Dio un paso hacia el anmcharae, y Colum pensó aliviado que se había dado por vencido. Pero entonces, súbitamente, se giró hacia él y se detuvo en seco. Suspiró profundamente y se arrodilló en el agua delante de Colum, con la espalda recta y la mirada fija en el rostro de su compañero. Sus ojos rojos brillaban serenos, como el fuego contenido en el hogar. Colum retrocedió un paso y creyó que iba a perder el equilibrio. ¿Se había vuelto loco? –. Me acuso, siervo del Dios Viviente. He sido vanidoso y arrogante. Pido perdón. – Sin que pudiera impedírselo, Bran tomó sus manos y apoyó su frente en ellas.

Mac na Rún: Hijo de la VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora