Al principio del día, yo me siento relativamente bien, en el inicio, cuando el sol recae en mi ventanal e ilumina completamente mi habitación, todo se encuentra perfectamente bien, mi vista observa perfectamente los colores que entran por mis retinas, ese frescor y belleza que inunda mis ojos. Mi rutina es completamente sencilla, después de todo ello solo desayuno y me preparo para trabajar.
Mi trabajo es algo complicado, atender pacientes en el manicomio de la ciudad es un trabajo que no cualquiera puede realizar, para unos es un trabajo de locos, no están muy distanciados de la realidad, es complicado tratar con personas que sufren y sollozan diariamente por algo que su mente les está provocando a ellos mismos, un sufrimiento que ellos no pueden dejar de sentir, aunque su propio organismo sea el que lo provoca.
Después del trabajo, de todas esas horas escuchando gritos y aullidos de terror y angustia, solo llego a mi casa, no poseo muchos amigos, las únicas personas con las que suelo hablar son solo mis compañeros de trabajo, mi rutina sigue con una comida a las 4:00 p.m. pero, entre más tarde se vuelve, más tenue se vuelve el sol, menos luz entra por mis globos oculares, cada vez más obscuro y desolador... ese es el problema.
A las 5:00 p.m. puedo escuchar el crujir de las hojas en esas tardes de otoño, cuando el ocaso llega a la tierra, siento esa presencia, la presencia que me trastorna diariamente, cada tarde, cada noche, cada que me encuentro a solas, ella se acerca a mi casa, toca la puerta y sin que yo realice ningún movimiento bocal ni muscular ella entra sola, sin preguntar y sin razón, tan solo para cambiar mi tranquilidad en angustia.
La desgracia abruma mi latir, mi mente empieza a pensar lo peor, escucho como su rozar al suelo de sus pasos se acerca a mi alma, esos desgarradores pasos al ritmo del tic tac del reloj, cada segundo, cada segundo más y más lento, sentir el vibrar de las ondas sonoras que retruenan en mi habitación inundando cada uno de los poros de mi piel, y como todos los días, lo primero que a mi vista recae es esa sombra.
7:00 p.m. y mi mente aun aguanta sin colapsar, lo que antes era una... se han vuelto varias, empiezo a no soportar esos ruidos, los pasos, esos pasos que penetran en mis tímpanos, esas respiraciones de elido vaho que choca contra mi nuca desnuda, esas sensaciones de roses que chocan contra mi espalda, esos roses los cuales se sienten como garras afiladas, como uñas largas, como cuchillas a punto de apuñalarme, tan frías.
Son las 8:30 p.m. y empiezo a escuchar como esos pasos que antes rosaban al suelo se han vuelto en movimientos exaltados, escucho como corren y corren por todas las habitaciones de mi casa, como juguetean con las cosas de mi casa, el sonido de esos platos y cubiertos tintinear, puertas abrirse, el rechinar de las ventanas... mi mente se encuentra completamente destrozada.
Ya no aguanto... tan solo faltan 15 minutos para la hora... ya casi son las 9:00 pm para que esta tortura finalice por fin, mi mente se encuentra completamente derrotada, me encuentro encerrado en mi armario, ellos me han empezado a atacar, veía como corrían tras de mí, como intentaban atraparme, logre escabullirme y escapar, escucho los golpes fuera, de seguro ellos me están buscando, sé que ellos están intentando traer a más de ellos, no podre contra ellos, tan solo faltan 10 minutos... debo llegar a ellas.
Procedo a salir lentamente de mi armario, abro la puerta... están todos, todos ellos esperándome fuera... esas figuras tan horripilantes, deformes y amorfos, rostros demacrados y desfigurados pidiendo ayuda, piden e imploran su muerte, solo queda correr, correr sin parar hasta llegar a mi baño, ellos intentan detenerme, escucho tan fuertemente sus gritos, no puedo más, siento sus manos, sus garras aruñando mi cuerpo, veo sus sombras detrás de mí, al llegar a mi baño veo mi espejo y ahí están... soy... soy uno de ellos.
9:00 p.m. por fin... escucho mi alarma sonar, todos ellos empiezan a agonizar de dolor por el ruido, veo como ellos empiezan a explotar en rabia, debo hacerlo rápido, antes de que me lleven con ellos, eso es lo único que quieren, convertirme en uno de ellos, abro la vitrina de mi espejo... y ahí están, unas pequeñas píldoras rojas, esas que debo tomar diariamente a las 9:00 p.m. antes de ir a dormir, tomo una, bebo un poco de agua y... todos ellos desaparecen, veo como todos corren, escapan y huyen, por puertas y ventanas, antes de ser devorados por ella... mi píldora.
Después de todo lo sucedido vuelvo a escuchar ese precioso canto de los grillos, la bella luz de luna entrando por mis retinas, todas esas estrellas y constelaciones que inundan mi mirada, todo ese paraíso tan bello que estas píldoras me hacen vivir, estas bellas píldoras... esta medicina que me mantiene con vida. Mañana sería un nuevo día, una nueva historia, un nuevo intento de supervivencia.
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Historias cortas (Terror Y Ficción)
Short StoryPequeñas historias de diferentes temáticas, para los amantes de los temas diversos y apasionados por la lectura