Un simple relato.

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Como siempre yo en las nubes, pensando en un futuro improbable con ella, imaginándome escenarios y situaciones en los que estamos juntas, en los que ella me habla, me coge de la mano e incluso me atrevo a imaginarme que me regala el placer de probar esos preciosos labios color rosa pastel que lleva hoy, y no porque se los haya pintado sino porque sus labios naturalmente son así de hermosos.

Estoy apoyada en mi brazo, tumbada en la mesa, mirándola fijamente como una total acosadora. Su pelo rubio se mueve al compás de su risa, recogido en una coleta alta. Fijándome mejor me doy cuenta de que se ha cambiado el coletero desde esta mañana. Sí, soy tan acosadora que hasta en eso me fijo, pero es que esta mañana estuvimos en clase, se sentó delante mía y juro que casi, pero casi, me da un paro cardíaco por ello.

Está buscando algo dentro de su estuche, parece encontrarlo tras unos segundos de búsqueda, es un cacao, se lo aplica y no puedo evitar seguir el bote rosa por todos sus labios una y otra vez, hasta creo que tengo la boca abierta mientras únicamente puedo mirar sus labios. 

Hemos hablado, y puedo jurar que esa rubia de pelo largo y ojos que encandilan me ha enamorado un poquito más. Su voz... es tan bonita que me pasaría horas escuchándola. 

Ella no viste provocativa, no viste vulgar, no provoca a los demás ni se mete con nadie. Ella es simplemente una chica que, he de decirlo, no pasa desapercibida, estudia, tiene una vida de viajes y estoy segura que puede conseguir aquello que ella quiera. Por todo esto casi se me olvida respirar cada vez que me hablaba, cada vez que se dirigía a mí, e incluso casi me caigo de culo cuando noté, al finalizar la la clase, que me esperaba para salir de ella. 

Pero como todo lo bueno, siempre llega a su fin. Hoy no me levanté muy bien, siento que soy una mierda de persona y que mi existencia no tiene ningún sentido, pero eso daría para toda una carta. Pero un pequeño rayo de luz atravesó las nubes negras que me nublaban el pensamiento. Hoy teníamos la misma clase juntas, en las que ninguna conoce a nadie más que a la otra. 

Llegué pronto, para cogernos sitio juntas, en el mismo lugar que aquel día, espere y espere hasta que la vi entrar por la puerta de la clase, sonreí saludándola, intentando llamar su atención, mi corazón se aceleró como un estúpido enamorado, ella se acercaba cada vez más y cuando estuvo a mi lado creo que todos los que nos hayan visto han podido ver la desilusión en mi rostro. 

Ella ni si quiera me miró, ni si quiera me saludó, pasó por mi lado y avanzó hasta ponerse al principio de la clase. Al principio pensé que fue mi culpa por no haberme puesto más cerca del principio de la clase sabiendo que ella se suele sentar siempre por ahí, luego pensé en todas las cosas que me han dicho sobre ella, cosas buenas de que quizás quiera hacer nuevas amigas. 

Finalmente me vine abajo, porque hoy era un día de mierda, hoy tenía la esperanza de que ella alegrara mi nubloso día, pero no fue así.

Sé que sueño demasiado, pero juro por mi vida que esto no me lo inventé, hemos hablado, hemos caminado juntas, pensé que podíamos ser amigas, pero quizás me engañé a mi misma, quizás me ilusioné demasiado.

Cartas para él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora