Parte única

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A Raoul le encantaba ir al cine, solo o con quien quisiera acompañarle

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A Raoul le encantaba ir al cine, solo o con quien quisiera acompañarle. Y cada viernes acudía al pequeño auditorio local para ver literalmente cualquier cosa que trajeran, no le importaba si eran dibujos animados o thriller o una comedia romántica, iba a disfrutarlo de igual manera.

Hacía ya unas semanas que veía al mismo chico acudir en solitario a las sesiones. Asumía que iba solo, pues nunca hablaba con nadie, se quedaba apoyado en una pared con los auriculares puestos y la mirada fija en el móvil esperando a que abrieran el cine, siempre llegaba media hora antes de abrir. Ya el primer día le llamó la atención porque llevaba puesta una camiseta del merch de Beyoncé. Y repitió camiseta el viernes de la siguiente semana, y la siguiente, y todos los viernes era el chico de la camiseta de Beyoncé. ¿A ver si no va a tener más camisetas? Tendría sentido que se hubiera arruinado tras comprársela, o quizá había hecho un pacto con el diablo para conseguirla y el precio a pagar era llevarla todos los días de su vida. Sí, a Raoul le parecía un pensamiento lógico.

Raoul se pasaba el tiempo mirándole disimuladamente... en verdad no, pero como el moreno se la pasaba jugando a Pocket Camp pues tampoco es que se enterase de lo que sucedía a su alrededor. Quería hablarle, pero acercarse y decirle "me gusta tu camiseta, me llamo Raoul" no iba a abrirle muchas puertas, así que se le ocurrió algo un poco más creativo: iba a robarle la cartera. ¿Era Raoul un carterista? Solo potencialmente. Sabía hacer varias cosas por las que podría ser internado en un centro de menores pero casi nunca las ponía en práctica. Y el moreno era una presa fácil, pues tras días observándole, sabía perfectamente que guardaba el dinero en el bolsillo de atrás.

—Oye.

— ¿Sí? —Se quitó un auricular.

— ¿Es tuya? —Alargó la mano para darle la cartera.

El canario se llevó las manos a los bolsillos, muy alarmado para cogerla después.

— ¿Dónde estaba?

—Allí, en el suelo —señaló un punto cualquiera de la acera.

—Muchas gracias... Dios, ni me di cuenta.

— ¿Lo llevas todo?

—Sí, sí —repetía mirando en cada bolsillo de la cartera.

—Menos mal. Oye, mola tu camiseta.

—Muchas gracias —la miró el moreno—, era de mi hermano pero como ya no está pues me la quedé yo.

El rubio se quedó paralizado cuando escuchó ese verbo conjugado en pasado.

—No, no, no que mi hermano se fue a estudiar a la Península y ahí se quedó a trabajar, no le pasó nada.

—Joder, tío que creía que ya la había cagado nada más saludarte.

—Ay, lo siento —se reía el moreno con la mano sobre la boca.

Cada uno tomó su camino cuando abrieron las puertas del cine. Al verlo entrar se percató de que no sabía cómo se llamaba, quizá la semana que viene.

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⏰ Última actualización: Oct 31, 2020 ⏰

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