36| Una mano extendida

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Lo vio de pie frente al balcón que se encontraba junto a la cocina del Piso 13, su expresión denotaba bastante calma, probablemente estaba demasiado sumido en sus pensamientos como para darse cuenta de que ella acababa de entrar en la pequeña habitación en busca de una botella de agua. La muchacha que aún sostenía la puerta del refrigerador mientras lo observaba hizo una mueca con un suspiró que dejó escapar y luego cerró la puerta para dirigirse hacia el chico.

– ¿Sabes qué no sirve de nada quedarse aquí a esperar, cierto?

El muchacho parpadeó apenas reconociendo la voz más cercana, la miró un momento meneando la cabeza.

– Tal vez deberíamos enviar un equipo de búsqueda.

– O tal vez deberíamos continuar con la idea inicial – La chica se encogió de hombros mientras abría su botella – Escucha, nadie puede negar lo extraño e incomodo que ha sido esta mañana, ¿realmente quieres presionarla?

– Creo que es extraño que haya desaparecido así nada más.

– Yo también, pero Clarke siempre hace las cosas por una razón, ¿no es así? – La muchacha sonrió despreocupada – Si ella realmente necesita ayuda ya nos habríamos enterado. Hay que darle tiempo y mientras ella está en... lo que sea que esté haciendo... hay que adelantar el trabajo así cuando ella llegue estará orgullosa de nosotros.

– Lo sé, simplemente... – Sacudió la cabeza – me gustaría que las cosas no fueran tan extrañas.

– Hey, a veces tenemos que lidiar con estos problemas, eso lo sabes.

– Clarke necesita encontrarse a sí misma, pude ver sus ojos y se notaba que no estaba bien. Haber vuelto debe haberle impactado mucho, simplemente estoy preocupado por ella – Sacudió la cabeza – De todos modos, dejando eso de lado, he contactado con Randall.

– Oh, eso es bueno.

– Nos reuniremos esta noche – El muchacho dijo con seriedad.

– Bellamy, antes de cualquier cosa, ¿estás seguro de qué quieres ir tú?

– ¿Qué quieres decir?

– Solo digo...

Sacudió la cabeza – No sé que pensar de la posibilidad de que mi madre pudiera trabajar para el DPA...– La muchacha bebió un largo trago – ¿Qué hay de ti?

– ¿De mí? – Lo miró sorprendida.

– Tu padre.

Respiró hondo y sacudió al cabeza – Prefiero no pensar en eso ahora.

– Somos dos...

Ella asintió lentamente mientras bebía otro trago helado de su botella agua. El trafico de fondo, las bocinas enloquecidas, el viento contra su rostro... La ciudad no había cambiado en nada, parecía que fuera de esas puertas de acero la gente vivía su propia vida sin tener conocimiento de uno de los peligros más grandes de todos. Por un breve momento, Raven se preguntó cómo sería vivir una vida ordinaria como la de la mayoría de las personas que se encontraban bajo ese gran edificio.

~ * ~

A pesar del mal olor impregnado en su cuerpo y de la mirada que las personas le estaban dando al pasar por ellas, incluso cubriendo sus narices al acto, Clarke corrió detrás del ladrón sin preocuparse por un momento de lo que otros pudieran pensar. El muchacho corría por delante de ella a gran velocidad, empujando y esquivando, su rostro preocupado y desesperado mientras ignoraba que ella estaba detrás de él.

Corrieron un buen tramo, doblaron en algunas esquinas, cruzaron en una calle con semáforo rojo lo que provoco que casi los atropellaran y finalmente después de tanto correr –y llamar la atención de los oficiales de policía que estaban patrullando cerca– se detuvieron en una calle que Clarke no hubiera reconocido en ningún mapa.

Oscura PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora