En las buenas y en las malas, Joanne.

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Ambos seguimos hasta la camioneta y subimos las maletas.

Robert me ayudó a subirlas y Joanne pronto se pega a mi, atrayendo mi atención.—¿Estás bien?—Su preocupación estaba en su voz. Me sentía un idiota por preocuparla, no quería dañarla, pero Alex seguía quitándome mi paz mental.—S-Siento que estás muy raro desde anoche ¿Quieres hablar de ello?—Dice y mis manos llegan a sus mejillas.

—Oye no, todo está bien, sólo es algo bobo.—Le susurro y miro que nadie nos ve y le doy un beso corto.

Sus ojos cansados parecen tener un brillo especial, pero sus comisuras lo ocultan con una sonrisa.

—No es bobo, dime ¿que pasa?—Susurra, estaba cansada, lo sabía, su voz es muy tranquila y su rostro emanaba sueño.

La miro y niego.—Sólo es... Alex.—Digo sin pensarlo, y fácil encuentro algo para mentirle.— Me preocupa que no haya llegado aún de México y que se viniera solo me intriga un poco.

—Oh.—Dice y mis manos van a las suyas.—Me había olvidado de Alex, estaba tan entretenida pensando en ti.—Dice y una sonrisa grande aparece en mis mejillas, y ella comienza a reírse fuertemente.—¡He logrado sonrojarte!— Dice y me siento apenado por ello.

Los chicos nos miran y les miro.

—¿Que traen ustedes dos?—Exige saber Jimmy, mientras abrazaba a Jess.

Ambos nos miramos y los miré, sin saber que decir.

—Bueno, Jackson estaba metiendo una maleta se escuchó un sonido y lo culpé de haberse echado un gas.—Dice simple y se ríe.

Los chicos parecen haberse tragado esa mentira y sólo comenzaron a  molestarme.

La ciudad estaba oscureciéndose, estaba recargado en la ventana, mientras el fresco aire de Londres enfriaba mi piel, efectivamente estaba en casa. Cerré los ojos un par de momentos y luego cuando los abrí Frank estaba frente a mi.

—Vamos dormilón, hemos llegado a la casa de Joanne. Me levanté y me bajé de la camioneta, ayudé a los chicos a bajar el equipaje de Joanne, ella nos dió el pase a su casa.
Emocionada comenzó a llamar a sus abuelos.—¡Abuelos, hemos llegado!—grita entrando a la cocina—¡Los chicos nos trajeron!

No hubo respuesta, los chicos entraron y comenzaron a sentir el calor de la casa. La miré preocupada.—¿Pasa algo?

Se sume de hombros.—No lo sé, parece no haber nadie.—Dice extrañada, ella comienza a subir las escaleras, tarda unos minutos y baja.
—¿Y bien?
—Nada.—Dice— quizá fueron a algún mandado, no deben de tardar.
—Si quizás, tranquila.—Le digo tomando su hombro. Ella sonríe y mira a los chicos.

—¿Gustan un café?—Nos pregunta—El clima lo amerita.

Todos aceptaron el café y como pudimos nos acomodamos en el comedor. Me senté a un lado de Joanne, ella sostenía la taza de café entre sus manos y se reía con la anécdota que estaba contando Frank.

Era una de hace casi dos años, habíamos ido de fin de semana a unas cabañas a 3 hrs de  aquí, hacía un frío infernal, no teníamos dinero, entonces habíamos caminado un buen tramo bajo la nieve y habíamos conseguido una cabaña con 4 camas infantiles, las cuales se dividían entre dos habitaciones, era para lo único que nos alcanzaba.

—¡Lo juro, Joanne!—Expresa Frank, lo que había hecho reír a todos— ¡Habíamos caminado como hora y media en la montaña y casi por llegar, tomé a Jimmy, jalándolo por la chaqueta y haciéndolo rodar algunos metros!—Él no aguantaba la risa, mientras hacía ademanes— ¡Imagínense! Traía como 6 chaquetas puestas—Se carcajea— Yo solo veía como iba esa bola de chaquetas cayendo.
Todos estaban riéndose, Jimmy estaba cruzado de brazos, intentando no reírse pero no aguantaba la manera tan graciosa que lo estaba contando Frank.

Los colores del alma| LG(B)TQ+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora