III

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Aron se miraba en el espejo y cantaba en voz baja una hermosa canción. Sus hermanos le miraban atónitos mientras Aron se peinaba y acicalaba. Nadaba de un lado a otro con voz cantarina. Recogió una flor marina y la miraba encantado sin darse cuenta de que su madre había entrado en su habitación. Se giró, se acercó y colocó la flor en su cabeza. Posteriormente se fue canturreando fuera de la habitación. 

- ¿Qué le pasa hoy a Aron? - preguntó su madre en voz alta. Y el hijo más mayor de todos Attín respondió.

-¿No lo ves madre? Esta enamorado 

La reina Sirina sonrió y empezó a imaginarse a su hijo felizmente casado mientras salía de la habitación de sus hijos.

- Si que le ha dado fuerte -añadió Aquatis, el tercer hijo, una vez su madre ya no estaba en la habitación. 

- Me pregunto quien será la desgraciada - se mofó Adell, el quinto hijo. Pero Attín le miró severamente y Adell dejó de reír.

Aron no podía dejar de sonreír, apoyado sobre una roca arrancaba los pétalos de una flor y especulaba sobre si la princesa le quería o no. Por debajo suyo dando vueltas de un lado para otro se encontraba Sebastiana, que no podía dejar de pensar que sucedería si la reina se enterase de que Aron no solo había subido a la superficie sino que también había rescatado a  una humana. Y no solo eso, para colmo se había enamorado de ella. 

Sebastiana intentando animarse a si misma y a Aron empezó a cantar una pegadiza canción. Sebastiana creía que con esto convencería a Aron para dejar el mundo de los humanos, pero se equivocaba, lo único que conseguía era incrementar las ganas de Aron de salir a la superficie. Mientras Sebastiana estaba distraída con su canción llegó Flindie y se fue del lugar junto con Aron. Para cuando Sebastiana se quiso dar cuenta Aron ya había desaparecido, y una angustia empezó a recorrerle todo el cuerpo. Pero no tuvo tiempo de buscarle cuando llegó un mensaje urgente de su majestad la reina Sirina, pidiendo que Sebastiana acudiera rápidamente a palacio. Así que eso hizo. Llegó a palacio todo lo rápido que sus patas le dejaban entro en el salón del trono, respiró profundo y se juró y perjuró que no delataría a Aron. 

La reina Sirina vio entrar a Sebastiana y la saludó alegremente sin saber lo que realmente estaba pasando. Se dirigió a Sebastiana y empezó a hablar.

- Sabes, últimamente Aron está un poco raro ¿no te parece?

- ¿Aron? ¿Raro? Yo no he notado nada su majestad- dijo Sebastiana  un tanto nerviosa. 

- Si, lo está. Va canturreando por los pasillos y está muy alegre ¿no lo has notado?

- Que va su majestad, yo no he notado nada. No hay nada por lo que Aron podría estar así. No hay, no existe.

- Sebastiana... ¿crees que no se lo que está pasando?- dijo la reina mirando a Sebastiana, y creyendo que Aron estaba enamorado de una sirena.

- ¿lo sabe?...Mi reina ¡Perdóneme! ¡Se lo advertí pero no me escuchó! ¡Le dije; no te juntes con humanos, pero...! -la reina que estaba escuchando atónita sin saber lo que ocurría, en el momento en que escuchó la palabra humanos, se levantó de su trono y grito.

- ¡¿HUMANOS?! 

Sebastiana agachó la cabeza y maldijo en voz baja. Había hablado de más. La reina furiosa salió de palacio y se fue a buscar a Aron con Sebastiana siguiéndola de cerca.


Mientras tanto Aron había vuelto a su escondite acompañado por Flindie que tenía una sorpresa para él. Cuando llegaron y entraron en la pequeña gruta, lo primero que vio Aron fue una gran escultura de la princesa Érica. Estaba en medio de la gruta y se veía imponente y hermosa. 

- Durante la tormenta se cayó del barco así que la cogí y la traje aquí, sabía que te haría ilusión. Me ha costado bastante jajaja.

- Oww Flindie... ¡Me encanta! Es preciosa. Sueño con el día en el que pueda volver a verla...- mientras decía esto, Aron se acurrucó junto a la escultura y la miraba embobado y lleno de amor. Pero su fantasía duró. La reina Sirina entró llena de ira, y destruyendo todo lo que se encontraba por medio gritaba:

- ¡Te dije que no te acercaras a los humanos! ¡Me desobeciste! ¡Te pusiste en peligro solo para salvar a una humana!

- ¡No se merecía morir! -gritaba Aron furioso.

- ¡Todos los humanos merecen morir! - Aron se quedó perplejo por las palabras de su padre y sin poder decir nada empezó a llorar desconsoladamente mientras se aferraba a la escultura de su amada.

La reina Sirina la vio, y con su cetro apuntó hacía la escultura. Aron que vio la intención de su madre, lloró y le rogó que no lo hiciera. Pero ya era demasiado tarde, en menos de dos segundo la escultura ya estaba destrozada y echa añicos. Aron lloró y lloró mientras la reina se alejaba un poco triste por lo que acababa de suceder. Sebastiana y Flindie también salieron de la ruta, pero se quedaron fuera esperando. Decidieron darle a Aron unos minutos de soledad para que pudiese desahogarse. Pero lo que no sabían era que dejándole solo lo único que conseguirían es ponerle en peligro. Unas anguilas entraron en la gruta y empezaron a merodear alrededor de Aron. 

- Pobrecito... ¿Qué le pasará?...- decía una.

- No lo se... pero si se de alguien que podría ayudarle... - decía la otra.

- ¡Si! Él es muy poderoso y seguro que puede ayudarle... - hablando entre ellas consiguieron captar la atención de Aron. Pero no queriendo meterse en más líos las echó.

- ¡Largo! ¡Fuera de aquí! No quiero hablar con nadie.

- Vale... como tu digas... Y pensar que nosotras conocemos a aquel que te puede dar piernas...

Las anguilas se dirigieron a la salida de la gruta nadando lento. Aron seguía llorando y pensando en muchas cosas. Algo en su interior se iluminó. Tenía lagrimas en los ojos pero una mirada esperanzadora y cuando las anguilas estaban a punto de salir de la gruta, Aron se dio media vuelta. 

- ¡Esperad!

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⏰ Última actualización: Nov 28, 2020 ⏰

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EL PEQUEÑO TRITÓN                           [Disney genderbend storie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora