Brittany

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Al entrar al restaurante, se podía divisar que las mesas se encontraban distribuidas de tal forma, que las personas podían caminar de un lugar a otro sin molestar a alguien más

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Al entrar al restaurante, se podía divisar que las mesas se encontraban distribuidas de tal forma, que las personas podían caminar de un lugar a otro sin molestar a alguien más.

Cada mesa estaba pulcramente decorada con un mantel blanco; sobre éste, algunas flores rosadas en su respectivo florero, acompañado de un servilletero. Dentro del lugar una tonada en piano inundaba el lugar, se podía percibir algunas risas y voces de las demás personas. Era una mezcla de susurros, risas y una dulce tonada interpretada por un pianista al final de la sala, junto a la zona de pago.

Estaban celebrando un año de noviazgo en un restaurante italiano.

Aiden Godfrey, era el actual novio de Brittany. Era estudiante de Artes en la Universidad Estatal de California, lo había conocido gracias a su amiga Marion. Ambos eran compañeros de la misma clase, los cuales, se graduarían juntos. A regañadientes, Brittany había aceptado acompañar a su amiga a una muestra de arte; de no haberlo hecho, no habría conocido a Aiden.

A Marion nunca le gustó, le parecía demasiado desaliñado; sin embargo, a Brittany le parecía atractivo; amaba su cabello pardo rizado y desordenado, sus ojos de color azul, amaba que fuera más alto que ella; además tenía una sombra de barba que contrastaba con un bigote.

Cuando cruzaron palabras, Brittany no sólo creyó que era guapo; también, que era divertido e inteligente. Los primeros meses de conocidos comenzaron a hablar y salir como amigos; de un momento a otro, Aiden declaró la gran atracción que tenía hacía ella y fue así que, tras un largo año, allí se encontraban en un restaurante italiano celebrando su gran amor.

Un mesero se acercó a la mesa en la que se encontraba Brittany con su novio.

-Bienvenidos -saludó el mesero pulcramente, extendiendo a la pareja un par de cartas con el menú-. Enseguida tomo su orden.

-Gracias -contestaron al unísono la pareja.

-Es la primera vez que venimos aquí, ¿no es así? -preguntó Brittany, mientras inspeccionaba el menú.

-Así es -le contestó Aiden-. Me lo han recomendado bastante.

Un vendedor de rosas entró al restaurante y al dueño del lugar no parecía molestarle, después de todo, aquel lugar era frecuentado en su mayoría por parejas y una que otra familia.

-¿Una rosa para la dama? -preguntó el vendedor, con un tono de voz bastante fresco y educado.

Brittany y Aiden habían quedado en una mesa junto a la entrada del restaurante, por lo que fueron los primeros en ser abordados por aquel vendedor.

-No, gracias -contestó Brittany con una sonrisa.

-¿Qué costo tienen? -preguntó Aiden.

-Puede escoger la que desee por un dólar -le contestó el vendedor sonriente.

-En serio, no es necesario -intervino ella.

-Llevaré todas -dijo Aiden, mientras buscaba en su billetera el dinero.

-¡Qué hombre tan amable! -exclamó el vendedor con gran entusiasmo-. ¡Muchas gracias!

-Gracias a usted -le contestó Aiden con una sonrisa, mientras le entregaba el dinero-. Son hermosas.

-Las mejores -agregó el vendedor-. Que tengan una dulce velada.

-Gracias -contestó Brittany, consternada.

Aiden sólo se limitó a asentir y entregó el ramo de flores a Brittany, la chica las tomó y las puso sobre su regazo. Desvió su mirada al vendedor y pudo notar como éste salía radiante y con una sonrisa que ensanchaba su rostro.

-¿Estás loco?

-Loco de amor -respondió Aiden, con un aire divertido-. Es nuestra noche y tú mereces lo mejor.

-Ahora comienzo a pensar que Polo Blue fue una tontería. -Brittany había decidido regalarle una colonia de Ralph Laurent; había sido costosa y olía delicioso, y supo que saldría perfecto con los rasgos faciales y con la personalidad de Aiden; de alguna u otra forma, aquella vez cuando compró el perfume estaba inspirada.

-No es una tontería -le reconfortó el chico de pelo desordenado-. Cada regalo que me has dado lo he amado y lo he atesorado.

Aiden estiró un pie para mostrarle a Brittany sus zapatos, zapatos que Brittany le había regalado algunos meses atrás. Brittany se ruborizó y tapó su rostro con el menú.

El mesero regresó a tomar la orden y sonrió a los presentes.

-Si la señorita desea, puedo poner sus rosas en agua -se aventuró a decir el mesero, al ver el regazo de Brittany.

-¡Oh, por supuesto! -expresó ella, entregando las flores.

-¿Qué desean pedir? -preguntó el mesero, listo para tomar nota.

-Sopa minestrone para los dos -contestó Aiden.

-¿Estás seguro? -le interrumpió Brittany.

Aiden asintió.

-De plato fuerte, quiero un zucchini al pomodoro y ¿tú?

-Tallarines con ragú de ternera, se ve delicioso en la foto. -Sonrió Brittany-. Gracias, es usted muy amable. -Brittany se dio cuenta que ya no estaba ruborizada.

-¿Algún vino para degustar mientras llega la comida? -preguntó el mesero, mientras tomaba nota del pedido.

-¡Por supuesto! -dijo Aiden.

-Aiden -pronunció Brittany con preocupación.

-¿Qué tal un Pinot noir? -sugirió el mesero, exhibiendo la carta de vinos.

-Excelente -respondió Brittany, con inseguridad, luego desvió la mirada a su novio y esté sonreía con picardía.

-Lo traeré enseguida. -El mesero se retiró, llevando consigo las cartas de menú que reposaban en la mesa.

Tras unos minutos, el mesero regresó con la botella de vino y un par de copas, acomodó una copa para cada uno y seguido a ello, sirvió el vino.

-¡Que lo disfruten! -expresó el mesero.

-Por muchos años más de amor -pronunció Aiden, estirando la copa.

-Por muchos años más de amor -le imitó Brittany, y ambas copas tintinearon al contacto.

Despiadada Venganza © [disponible en físico] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora