Creepypasta

118 9 4
                                    

Era tan roja. Roja, carmesí, como una rosa bajo un cielo nublado y lluvioso. El líquido, viscoso, estaba quieto frente a mí pero no estaba frío. Al contrario, aún estaba tibio, y podía sentirse en la piel el calor que irradiaba, ominosamente. Un terror profundo se apoderó de mí...

—Es buena la salsa, ¿no?

El hombre frente a mí se inclinó hacia adelante, con un súbito pero disimulado interés, y no pude evitar sonrojarme un poco. Me había perdido completamente en mis pensamientos.

Pero, por supuesto, mi confusión no duró mucho. ¿Cómo podía no reconocer a quien tenía delante de mí? Esos ojos oscuros, reminiscentes de la noche más oscura; ese pelo, desordenado pero elegante a la vez; y esa sonrisa tan cálida, que seguramente podría ablandar el más duro de los corazones; esa cara que había plagado mis pensamientos por tanto tiempo.

Los lentes de Junji Ito brillaron bajo la luz de las velas mientras yo trataba de no tartamudear.

—¡Sí! ¡Es buen— muy buena!

—Es un lugar muy cool al que me invitaste, tiene una atmósfera genial.

—¡Eh, sí! ¿Aunque nunca pensé que pedirías, uhm, fideos?

No pude evitar reírme nerviosamente, y Junji Ito se rió también, aunque de forma mucho más cortés. No ayudaba mucho el hecho de que yo no había invitado a Junji Ito a ningún lado, sino que alguien me había invitado a mí...

—O sea, ¡no es que sea una mala opción! Me encantan los fideos con salsa.

—Bueno, si me preguntas a mí, a veces los clásicos son simplemente la mejor opción.

Junji Ito sonrió mientras me respondía, y no pude evitar enamorarme aún más, aunque no lo pensara posible en ese momento, de sus hermosos ojos. En ese estado de confusión fue que me di cuenta de que me había quedado mirándolo quizás por cuanto tiempo.

—¡Si lo piensas un poco, es como... creepypasta!

Había respondido, rápido y sin pensar, lo primero que se me vino a la cabeza. Pensé que no había sonado tan mal, pero la mirada confundida de Junji Ito fue suficiente para sentir que me daba un ataque al corazón.

Mantuve los ojos abiertos, sonriendo incómodamente por unos segundos que se me hicieron eternos, esperando que él mostrara algún signo de entender mi chiste.

¿Sería este el fin de mi cita con Junji Ito? ¿Realmente todo terminaría ahí? No podía creer que había sido capaz de perder todas mis posibilidades con un simple chiste. ¿Estaba exagerando? Todo indicaba que no. Mientras mi mente se iba a blanco, repasé en mi cabeza cómo había llegado ahí.

***

Era una tarde como cualquier otra. Los grillos se escuchaban en la noche, ligeramente calurosa, mientras yo hacía un trabajo para la universidad. Atrás de mí, ordenados y limpios hasta la mayor de mis capacidades, me miraban mis libros de Junji Ito. Tomie, Uzumaki, Gyo; en la oscuridad podía sentir sus auras envolviéndome; una colección pequeña pero que me daba orgullo.

De repente, un sonido infernal: como alguien arañando una pizarra, como un gato clavando sus uñas en una ventana, me di vuelta para encontrar... A mi gata arañando la ventana.

—¡Simona! ¿Qué haces afuera? ¡Casi me matas de miedo!

Simona solo me respondió con una mirada exteriormente fría, pero que yo sabía era de cariño. Con la cola, me mostró su deseo de que le abriera la ventana. Respondí como siempre lo hacía con Simona, con la mayor seriedad posible y reflejando el respeto que me merece esa gata tan inteligente, mientras abría la ventana.

Creepypasta - Cita con Junji ItoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora