cp. 03 𝓞𝓴 ☾︎

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☾︎𝓞𝓶𝓷𝓲𝓼𝓬𝓮𝓷𝓽𝓮☾︎

𝕰l aire gélido acariciaba sus rostros pálidos, mientras las hebras de sus cabellos blancos se agitaban violentamente, azotadas por el viento cortante que los envolvía en su carrera mágica. La atmósfera estaba impregnada de un frío tan intenso que parecía cortar la piel, pero por fortuna, tanto Hyorin como Hyunjun habían forjado sus cuerpos en el inclemente clima del Reino de las Nieves, acostumbrándose a sus frialdad desde su infancia.

Tras una carrera extenuante, Hyorin y Hyunjun finalmente se detuvieron en un pequeño pueblo que se encontraba cerca de la frontera. El corazón de Hyorin latía con tanta fuerza que sentía que iba a estallar en cualquier momento, mientras que su respiración entrecortada formaba pequeñas nubes de vapor en el aire helado. Habían mantenido un ritmo mágico durante 40 minutos ininterrumpidos, una hazaña que jamás habían logrado antes y que ahora cobraba su precio en sus cuerpos agotados.

Hyorin había perdido toda sensibilidad en sus piernas temblorosas y le pide a Hyunjun un momento de descanso. Hyunjun, aunque se esforzaba por mantener una apariencia casual, no podía ocultar completamente su propia fatiga; su pecho se agitaba visiblemente mientras luchaba por recuperar el aliento. Buscando refugio del viento inclemente, se adentraron en un estrecho callejón por edificios de piedra gris. Allí, Hyorin se desplomó contra una pared, incapaz de mantenerse en pie por más tiempo. Hyunjun se sentó a su lado. Ambos aprovecharon este breve respiro para estirar sus músculos doloridos y permitir que el oxígeno volviera a fluir normalmente por sus cuerpos exhaustos.

A pesar de ser Honokus, seres dotados de habilidades sobrehumanas y una velocidad prodigiosa, no estaban exentos de las limitaciones físicas. Incluso el Honokus de la fuerza descomunal podía sucumbir al dolor, y los dos hermanos no eran inmune al agotamiento.

Mientras recuperaba el aliento, Hyorin no cesaba de repetirse mentalmente que no podía darse el lujo de desaprovechar la oportunidad que se les presentaba en las tierras sagradas. Su determinación era inquebrantable: debía asistir a Honokus, crecer tanto en poder como en sabiduría, y finalmente limpiar el nombre que le había sido otorgado al nacer. Su más gran deseo era que tanto ella como Hyunjun pudieran liberarse del estigma que los marcaba, dejando de ser vistos como enemigos por aquellos que los rodeaban.













El Fénix se alzará de sus cenizas y no se dejará intimidar por nadie.  Esta promesa silenciosa resonaba en sus corazones, dándoles la fuerza para continuar.











Hyunjun extiende una botella de agua hacia Hyorin, quien la agarra y la lleva a sus labios resecos. Después de vaciar la botella, Hyorin se deja caer sobre el suelo rocoso, sus mejillas, antes pálidas por el frío, ahora están sonrojadas por el esfuerzo.

Hyunjun con cautela, se acerca a las paredes de roca que los protegen y se asoma, en busca de cualquier señal de personas.

No quería que nadie los descubriera, el riesgo era demasiado grande. Los recuerdos de su primer intento de convivir con el exterior con Sung Yeon aún lo atormentaban, recordaba con dolorosa claridad cómo la multitud enfurecida había rodeado a Sung Yeon, sus rostros distorsionados por el odio y el miedo. Los gritos, las antorchas que amenazaban con consumir a su madre. La imagen de Sung Yeon, acorralada y aterrorizada, mientras las llamas se acercaban peligrosamente a su piel. Ella logró huir de ahí y tomar la mano de Hyunjun que estaba escondido. El recuerdo de su madre llegando a casa esa noche, su rostro pálido y desencajado, sus manos temblorosas, sus ojos llenos de un miedo que Hyunjun nunca antes había visto en ella.

Monarquía Honokus「The Boyz」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora