Las memorias de Adam.

Prólogo.

Muchos dicen tener miedo al olvido, pero muy pocos saben realmente lo que es pasar por ello. Yo sé que se trata de otro capítulo más de mi vida, pero quién sabe si es el último o no. Lo que me preocupa no es eso, ya he vivido muchos años y estoy preparado para mi momento, pero no quiero que una enfermedad me arrebate lo que todos estos años me ha dado la fuerza que siempre he necesitado para seguir adelante pese a todo.

Sí, estás en lo cierto, me diagnosticaron alzhéimer hará un par de años y aún estoy en proceso de asimilación. Me ha costado mucho hacerme a la idea de que toda mi vida se irá poco a poco conforme la enfermedad vaya avanzando. Además, me parece injusto que todo ese esfuerzo para que esas personas que ya no están sigan vivas, al menos, en mi corazón, no haya servido para nada al fin y al cabo. Pero por esa misma razón escribo esta pequeña memoria. Mi vida no se puede marchar sin más, sin que nadie lo evite. Pretendo hacer lo posible para que, por lo menos, alguien mantenga viva mi historia cuando ya no sea capaz de ello.

Para ser franco, no sé a quién me dirijo, pero supongo que es cuestión de tiempo que salga a la luz la respuesta. Tampoco sé muy bien durante cuánto tiempo podré escribir, pero lo que sí tengo claro es que voy a luchar por todos los que me apoyan hasta el último momento. No es más que mi forma de agradecerles todo el tiempo que dedican a alguien que ya tiene sus días contados.

Sé que eso ha sido muy frío por mi parte, pero no hay mejor manera que llevarlo con naturalidad si de verdad quieres superarlo. Aunque reconozco que al escribirlo he sentido como algo dentro de mí se desgarrara un poco más desde que me dijeron que padecía tal enfermedad. Además, todo este tiempo no he sido capaz de articular una sola palabra acerca de este tema. No sé muy bien porqué, pero nunca me ha parecido adecuado hablar de enfermedades y mucho menos de la muerte. Puede que sea por mi carácter más retraído y reservado, o también podría ser a causa de mi mentalidad arcaica. De todos modos, eso es lo de menos.

He estado toda mi vida escondido de los problemas, huyendo de ellos como si mi propia existencia dependiera de ello. Aunque si me pongo a pensarlo, no he tenido una vida deplorable, pero tampoco es que haya sido fácil seguir adelante. Me he visto obligado a hacer cosas que jamás hubiera pensado que sería capaz, mentido por quienes no se lo merecían y engañado a quienes me querían por seguir adelante en todo momento. No sólo fue los años cincuenta y su penuria, sino también otros aspectos de mí que nadie aceptaba. Fue entonces cuando me vi forzado a aprender que los demás siempre mantienen sus ideales aunque de verdad te importe esa persona. Pues eso mismo hice, miré por mí como nadie hacía. Era yo o los demás, y me elegí a mí. Bueno, para qué mentir a nadie, no siempre fue así. Ya sabéis, es lo que tiene estar enamorado de alguien. Esa persona lo es todo y haces lo que sea con tal de que sonría dejando tus valores atrás y cualquier otra cosa que se interponga entre vosotros. Yo siempre he sido de darlo todo sin importar que después me quede sin nada, más que un corazón hecho añicos. ¿Qué decir más que alguien no sepa? Unas veces ganas y otras, en cambio, toca perder.

La verdad es que fui muy feliz. Hubo una época en mi vida que fui realmente feliz. Decían que la felicidad llamó a mi puerta, pero yo no me creo esas chorradas. En ese sentido soy bastante serio, aunque he de reconocer que a veces sobrepaso límites establecidos. Otros momentos, sin embargo, soy el que más ríe. No obstante, ya las fuerzas se desvanecen y cada vez es más difícil encontrar algo de esperanza a la que aferrarse. Me dicen mucho últimamente que no, que no se pierde la esperanza. Puede que estén en lo cierto, pero yo lo único que deseo es que encuentren alguna forma para salir de este bache en el que me he visto inmerso en tan sólo un abrir y cerrar de ojos. Yo pienso que es normal que tengamos alguna que otra recaída de vez en cuando, ya que no hay vidas perfectas, y la mía tampoco va a ser la excepción. Pero bueno, vosotros mismos vais a ser jueces de ello.