Faltaban 10 minutos para que mi alarma sonara, estaba tan emocionada que no pude dormir en toda la noche.
Sonó mi alarma y al segundo la apagué, 4:05 am sobresalía del celular. Me levanté de la cama, agarré la ropa ya lista desde semanas anteriores y me metí a la ducha. Era de las primeras veces en las que tomaba un baño tan rápido rápido, pude haber tardado 10 minutos, me seque el cuerpo y me aliste con aquella ropa demasiado abrigada para nuestro país. Mi pelo era un desastre, lo peine un poco y sin embargo se veía igual, decidí que sería mejor untar un poco de crema para rizos, me llevé mis lentes puestos para poder dormir en todas las horas del vuelo que nos espereban y por supuesto no me maquille.
Mi madre y yo ya estábamos completamente listas, tomamos nuestras maletas, cada una llevaba una maleta grande y un bolso de mano pequeño; nos subimos al carro de Gabriel, mi tío y el empezó el rumbo al aeropuerto. La travesía duró una hora, y no porque el aeropuerto quedara cerca, de hecho quedaba muy lejos, sin embargo, por ser las 4:30 am, había un poco de libertad al manejar en la calles y brincarse los altos y semáforos estaba permitido, por lo que eso fue exactamente lo que pasó.
Salimos del auto, recogimos todas las maletas y entramos al aeropuerto Juan Santamaría, no era la primera vez que íbamos, sin embargo si era la primera que yo recordaba, y estar ahí me generaban más nervios, como siempre mi vejiga estaba a nada de reventarse así que mi madre se quedó fuera del baño cuidando las cosas mientras yo vaciaba un poco la vejiga.
Tomé rápido mis cosas y me fui detrás de mi madre a realizar la fila, era poca la gente por lo que a nosotras nos pasaron rápido, revisaron nuestro equipaje y realizar papeleos que yo aún no entendía muy bien, terminaron y nos dejaron seguir, nos quitamos los tenis y todo lo de metal lo pusimos en la caja, junto con nuestras bolsos, pasé yo primero y luego mi madre, recogimos todo, nos lo pusimos y seguimos adelante hacia la puerta de embarque.
Una hora era lo que faltaba para poder abordar el avión y yo ya no sentía mi culo de estar tanto tiempo sentada, me cambiaba de posición para ver si lograba calmar el ardor de mi trasero, sin embargo este no cesaba.
- Ma, me duele mucho el trasero, voy a dar una vuelta. - el lugar no era para nada grande por lo que mi madre no se preocupo y me dio permiso sin objeción alguna.
- Está bien amor. Anda fijate en la cafetería Britt y ves si hay algo rico y lo compras para comernos algo.
- Oki, solo comida o algo de beber también?
- Ambos, si hay té me compras eso y sino un café pero negro.
Mi madre extendió el brazo y me dio plata para comprar algo de comer. Así que tomé rumbo a la cafetería y al final opté por comprarnos dos galletas de chispas de chocolate, un café negro para mi madre y para mi un chocolate caliente. Alistaron mi orden en menos de 5 minutos, pagué lo debido y me dirigí nuevamente al lado de mi madre. Le entregué su comida y yo me senté para poder comerme lo mío cómodamente.
La hora se me pasó más rápido de lo normal y cuando me di cuenta ya estaban llamando a los de la puerta 5. Mi madre y yo nos paramos e hicimos fila, no duramos nada en subir al avión. Tomamos asiento, yo al lado de la ventana y mi madre en el centro, al lado de ella una señora de lo más amable se sentó ahí. El vuelo sería de 4 horas hacia el aeropuerto de Newark, Nueva Jersey. Como yo era família de osos perezosos no duré nada en quedarme dormida con mi frente pegada a la ventana, mientras mi madre acariciaba suavemente mi mano.
- Layla, cariño despierta - oigo que dicen a lo lejos pero lo ignoro, mi madre me empieza a mover suavemente y vuelve a repetir lo mismo, con los ojos aperezados me despierto y la vuelvo a ver como tonta.
- Cariño ya vamos a llegar
- Ya? Tan rápido? Y si mejor me dejas aquí en el avión para que yo pueda seguir durmiendo.
- Layla - me regaña mi madre - pero que cosas dices niña, vamos, vamos, no seas vaga, sino en mi vida te vuelvo a llevar de viaje.
- Ya ya está bien, ya estoy como nueva mamá.
A los pocos minutos el avión aterrizó. Todos tomaron sus maletas lo más desesperados y salieron como animales, mientras tanto mi madre y yo esparábamos a que la estampida saliera, para nosotras salir como gente normal.
Llegamos a migración, duramos como una hora haciendo fila, sin embargo a mi madre y a mi no nos importaba durar tanto, ya que tendríamos que estar ahí por 5 horas más haciendo escala. Llegó nuestro turno y el oficial muy amablemente nos indica que nos va a tomar nuestras huellas dactilares, luego comienza con las preguntas, mi madre no sabía inglés, por lo que yo fui la encargada de hablar todo el tiempo.
- ¿Es tu mamá con la que vas a viajar? - me pregunta de primero.
- Sí - respondo yo rapidamente.
- ¿Qué hay de tu padre, porqué no van con él?
- No tengo padre - fue lo único que pude responder. Obviamente tenía padre, sin embargo nunca lo conocí y no es algo que me haya interesado, así que solo éramos mi madre y yo, para mí nosotras dos éramos suficientes y me había criado de la mejor manera sin necesidad de tener a un hombre a su lado, es por eso que nunca me ha interesado saber sobre mi padre.
- ¿Cuántos años tienes?
- 15 años
- ¿Porqué están aquí y cuánto tiempo van a estar?
- Estamos haciendo escala por 6 horas
- ¿Cuál es el destino final?
- Portugal
- ¿ Tu madre está soltera o casada? - cuando el hombre me hizo esa pregunta no había notado lo sonriente que estaba con mi madre y es ahí cuando entendí que el hombre lo estaba preguntando por otra cosa, mi cara fue épica cuando comprendí todo.
- Soltera - solté sin más, él la volteo a ver de una manera inexplicable, lastimosamente mi madre no estaba entendiendo nada. Si hubiera sido por mi ese hombre hubiera sido mi padre, pero bueno mi hermosa y tonta madre dejó botado un excelente partido. En fin, esa fue la última pregunta que Jason el oficial me hizo, nos mandaron a seguridad y efectivamente el lugar era tan grande que mi madre y yo nos perdimos. Encontramos a un señor que trabajaba ahí y le preguntamos, resultó que el señor el cual se llamaba Rafael, era un cubano de los más amable y este nos guió hasta donde necesitábamos llegar. Como siempre hicimos fila, era nuestro turno, ya mi madre se había quitado lo necesario para pasar al igual que yo, ella pasó primero sin ningún problema, luego seguía yo. Para mí preciosa suerte, pasé yo y algo empezó a sonar, me puse de lo más nerviosa del mundo, nunca me había pasado algo así y yo estaba que quería morir de los putos nervios. Rápidamente se acercó a mí una muchacha de los más simpática.
- Tranquila cariño, solo te voy a revisar nuevamente y listo. - asentí rápidamente, ella pasó el aparato de seguridad y se detuvo en la parte baja de mi suertes, esta tenía unos aritos pequeños que habían encendido el censor de metal, así que me dejó pasar al rato.
Al llegar al lado de mi madre, estaba hecha nervios y me dijo lo asustada y nerviosa que se había puesto. La tomé de la mano y seguimos caminando. Llegamos a la puerta 38 solo para ubicarnos un poco de dónde quedaba. Nuevamente nos estábamos muriendo de hambre por lo que decidimos recorrer un poco el aeropuerto, era gigante y nosotras estábamos anonadadas de lo grande y lindo que era. Llegamos a una tienda la cual tenía distintas frutas, tomamos dos bandejas una de fresas y otras de frambuesas, nos fuimos otra vez a la sala 38 y nos sentamos un rato a comer.
Estábamos hablando lo más tranquilas, cuando empiezan a darme ganas de orinar, le digo a mi madre y nos levantamos en busca del baño, caminamos por todo lado hasta encontrarlo. Salimos de este y nos antojamos de comprar algo más para comer, llegamos a un lado de lo más bonito, tenían de todo, a los alrededores estaban la mayoría de comidas rápidas, en el centro habían también comida para picar y algunos restaurantes estilo buffet. No teníamos ni idea de cómo pagar la comida, nunca habíamos experimentado algo así en nuestro país, por lo que después de estar caminando de un lado a otro, descubrimos que teníamos que pagar en unas máquinas, las cuales no estaban siendo controladas por nadie, mi madre y yo no entendíamos nada, pero no nos dimos por vencidas y al final pudimos comprar unas papás fritas, galletas y agua.
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El destino a nuestros pies
Teen FictionLayla de 15 años viaja por primera vez a Europa, como cualquier niña tonta se enamora de muchos chicos lindos que ve, sin embargo en su último día en Italia, se enamora perdidamente de una mirada profunda de un chico italiano cuyo nombre no va a con...