¨𝒯𝒶𝓇𝑜𝓉¨

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El viento sopló, levantando una negra gabardina, la cual escondía el cuerpo de alguien con mirada perdida, el cual se hallaba caminando por el mercado central de Londres, sin un rumbo fijo. Su misión era clara, su futuro también, pero no estaba seguro de cómo iba a hacerlo.
Mientras este caminaba, una chica joven, gitana, de unos dieciséis años, se encontraba preparándose para promocionar su puesto de tarot, sentándose en una esquina del mercado, a la que en pocos segundos llegó el hombre, y observó a la chiquilla.

— Buenos días buen señor... — Saludó la niña, mientras sonreía.— ¿Está interesado en que los astros lean su futuro...? Son solo dos libras...

El hombre, con expresión seria, suspiró y dijo:

— Bueno... No creo mucho en estas cosas... Pero por probar...— Sacó del bolsillo unas monedas y se las dio a la joven.— Hay cinco libras... Quédate el cambio.

La risueña gitana sonrió, ese día podría comer algo más.

— Gracias señor...— agradeció, mientras guardaba las monedas en una cajetilla, y empezaba a barajar las cartas.— Veamos... Que le depara el futuro.

Cuando acabó de barajar, puso las cartas boca abajo, y cogió cuatro de ellas, después las colocó en el suelo boca abajo.

— ¿No es emocionante pensar como unas cartas son capaces de contar tantas cosas con tan solo un dibujo...? — Dijo la chica, con una sonrisa en la cara. El hombre no respondió, solo la miró con una escalofriante expresión de seriedad. Viendo esto, la joven volvió a mirar a las cartas, y les dio la vuelta, revelando su contenido:

— Vaya... Que interesante...— dijo.— Hermit... La carta del ermitaño... Lovers, la carta de los amantes. High Priestess, la carta del sacerdote... Y...— La chica lo miró seriamente, y al parecer del hombre, con expresión de terror.— Death, la carta de la muerte...

Hubo un silencio sepulcral, de hecho, parecía que ni siquiera la gente del mercado estaba produciendo ningún tipo de sonido, hasta que la chiquilla al fin exclamó:

— Vas a vivir una aventura inigualable, y muy arriesgada, pero tendrás que tomar decisiones difíciles e intentar pensar siempre en lo mejor para ti, porque sino, acabarás muy mal...— Dijo con el tono más serio que pudo poner.— Hazme caso...

Sorprendentemente para ella, el tipo sonrió.

— Curioso... Has acertado... O eso creo— Dijo el hombre.

La joven sonrió, y se levantó, ilusionada.

— Muchas gracias buen señ...— Pero no pudo acabar la frase, por que en ese instante, un golpe fue asestado en su cara, haciéndola caer al suelo. La chica miró hacia arriba, y observó que tres agentes de policía se hallaban delante suya.

— Joder... Otra vez tú...— Dijo uno de ellos.— Ya te dijimos que no puedes hacer tus mierdas de gitanos aquí...

El policía, sin miedo, volvió a golpearla, haciendo brotar algo de sangre de la boca de la joven. De repente, todo el mundo miró hacia ellos, observando la escena, pero sin hacer nada.

— Auch...— Se quejó, mientras se limpiaba la sangre.¨Mierdis de gitanis¨ Lo imitó con tono burlón.

— ¿Como...? ¿Has dicho algo...?— Dijo el policía mirándola.— Como una mujer como tu... Una gitana... ¿¡Se atreve a hablarme así!?

El policía se dispuso a darle otro golpe a la gitana, pero justo entonces, el hombre de gabardina negra, se puso frente a ella, evitándolo. Disimuladamente, de su bolsillo sacó una navaja, y se la puso en la mano a la gitana.

— ¿Sucede algo, oficial...?— Preguntó el hombre, aún delante de la chiquilla.

— Esta gitana, siempre está aquí jodien...— De repente, el policía dejó de hablar en seco, mirando a la cara a la alta figura que tenía a su frente.— Espera... Tu eres... Jacob. Jacob Winchester, ¿no?

— Así es...— Respondió el llamado ¨Jacob Winchester¨— ¿Y tu eres...?

— John... John Carter... Fuimos juntos a la academia de policía... ¿No te acuerdas?

Jacob se quedó callado unos segundos, mirando al policía, con cara seria.

— Si te digo la verdad... No me acuerdo.

— Vaya impertinente...— Dijo el oficial, con cara de asco.— Bueno, tenemos que llevarnos a la gitana esta a comisaría... Está incumpliendo la ley.

— Me sé el código penal de Inglaterra de cabo a rabo, y esta chiquilla no está incumpliendo ninguna ley.

— Oye...— Dijo el policía, acercándose a Jacob.— No me jodas... Es una gitana... Estarás de acuerdo en que no merece ni vivir aquí...

La gitana observó los puños de Jacob. Estaban apretados, llenos de rabia, y contempló como se alzaban para ir directos a la cara del oficial, pegándole un puñetazo, paso seguido, le cogió el brazo a la chica, y salió corriendo hacia un callejón que había cerca, perdiendo de vista a los policías.

— Gracias... Muchas gracias, señor...— Dijo la joven, con algunas lágrimas brotando de su rostro.

— No... No puedes dejar que te traten así... Debes defenderte... Usa la navaja que te he dado, te será útil...

La chica asintió.

— Señor... ¿Por qué... Por qué me ayuda...?

— Creo en la justicia... Eso es todo...— Dijo Jacob, mirándola.— Y lo que te estaban haciendo... No era justo... A propósito... ¿Quién eres?

— Soy... Mariah, Mariah Taylor... Mariah significa rebeldía, o amor, si lo traduces en hebreo, o en Egipcio... Soy de las afueras... De una familia gitana.— Dijo.— ¿Y usted es...?

— Oh... Jacob Winchester... Polic... Ex-Policía...— Corrigió.

— Encantada de conocerlo, señor Winchester...— La chica suspiró.— Esos policías... Me han robado el dinero... Ahora no tengo nada para comer.

Jacob suspiró, y se llevó la mano a un bolsillo, sacando unos billetes.

— Toma... Son doscientas libras... Así, bueno, podrás comer...— Dijo, poniéndole el dinero delante.

Mariah lo miró, perpleja, y giró la cabeza, mirando a otro lado.

— No... No puedo aceptarlo... Es demasiado dinero...

— Oye... Lo necesitas... Y yo no, tengo ahorrado, cógelo, en serio.

La joven volvió a mirar a Jacob, luego a los billetes, y algo tímida, lo cogió.

— Muchas gracias... Es usted muy amable...

Dijo sonriendo.

Those Days In LondonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora