Día 12: Veneno

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Hermione sabía que ser inefable iba a ser duro a veces. Tenía que salir del país por largas temporadas, enfrentar retos casi a diario, estudiar como nunca había estudiado antes -y se podía decir que ella siempre estudió mucho- y pasar horas en algunas de las cámaras del Departamento de Misterios.

Como en ese momento.

Ya ni siquiera sabía cuanto tiempo llevaba en la Cámara de la Muerte. Debido a la inexistencia de ventanas, ni siquiera sabía si ya había anochecido. Sólo tenía la certeza de que al menos llevaba cuatro horas ahí, porque eso le indicó el reloj la última vez que lo miró, pero tampoco tenía claridad de cuanto tiempo había transcurrido de eso.

Los ojos le pesaban y le escocían, la cabeza amenazaba con dolerle y sentía el cuello y la espalda rígida. Además, por si el malestar físico no fuese suficiente, estar ahí le traía malos recuerdos. En ese lugar, ella y sus amigos habían luchado contra un grupo de mortífagos y luego Sirius había muerto. Podía recordarlo como si hubiese pasado a penas hace un par de días atrás.

El gruñido de frustración de su compañera, la hace levantar la vista, distrayéndola del sinfín de pergaminos, pociones, instrumentos mágicos y un cuerpo que tenían en frente.

—Esta mierda es imposible -se queja Pansy Parkinson, dejando caer el inhibidor de pociones y una especie de microscopio sobre la mesa, con evidente molestia. —Como no encontremos qué veneno le sacó la sangre y ojos a este pobre hombre, juro que renuncio.

Hermione también deja sus instrumentos sobre la mesa, pero a diferencia de su compañera, lo hace con delicadeza, y mientras se talla los ojos le hace un gesto de reprobación.

—Sobre mi cadáver, Pansy, no me dejarás sola con todo esto.

La pelinegra suelta una carcajada.

—Bien. Entonces, renunciamos juntas.

—Tampoco es una opción.

—Granger, deberías apoyarme, soy tu única compañera. -le suelta, agitando su varita para cubrir con una sábana blanca al sujeto de estudio. —Somos las únicas del cuerpo de inefables a las que siempre asignan los casos juntas. No puedo renunciar sin ti.

—Entonces, no lo hagas. -dice, suspirando. Pansy rueda los ojos. —¿Por qué lo has cubierto? -agrega, señalando la sábana.

—Necesito un descanso, no puedo seguir así. -responde, incorporándose de su silla. —Tú también lo necesitas.

La pelinegra se deshace de su bata de trabajo para dejarla en el respaldar del asiento y hacer pequeños ejercicios con su cuello. Hermione debe admitir que Pansy está en lo cierto y necesitan un descanso.

Se suelta el cabello que tenía atado en una coleta y se incorpora porque sentía las piernas agarrotadas.

—¿No tienes hambre? -pregunta Pansy, caminando hasta la pequeña salita que que estaba equipada para los momentos de descanso.

Hermione la observa un instante antes de seguirla, y se pregunta cómo lo hace Pansy para estar todo el día en tacones tan altos. Ella solía asistir la mayoría de veces con zapatos de una altura que estimaba segura, pero para los días de laboratorio, lo mejor era ir cómoda.

—Pansy

—Dime. -responde, dándole la espalda mientras buscaba algo en una estantería.

—¿No te matan los pies con esos zapatos?

Pansy se gira con un par de copas en una de las manos y una botella de champagne en la otra.

—Para nada, están hechos precisamente para que puedas usarlos por horas sin molestias. -responde. Hermione por su parte, se preocupa de encontrar algunos bocadillos. —Las veelas son las mejores en la industria de los zapatos.

—Lo imaginaba. -dice, sentándose en una cómoda butaca frente a Pansy, quien llenaba dos copas de la bebida espumosa. —¿Qué celebramos? Porque tengo entendido que aún no damos con el veneno.

—No son necesarias las excusas para beber un buen champagne. -responde, como si fuese obvio —Pero si quieres una, bien... celebramos que allá afuera hay toda una vida mientras nosotras estamos aquí encerradas, intentando averiguar qué secó a Carl.

Hermione no puede evitar una carcajada.

—¡Qué cruel eres!

—Es la verdad. -se encoge de hombros —Mis respetos para él, pero está sequito.

—No puedo creer que hables así... -rueda los ojos divertida luego de probar la bebida. —¿Qué harás en tu semana libre?

—Dormir un par de días completos, eso es seguro.

—Eres muy productiva, Pansy -dice sarcástica. La aludida se encoge de hombros, tomándose la burla como un cumplido.

—¿Tú qué harás, Granger?

—Iré donde mis padres por unos días. -Hermione suspira profundo y luego mira hacia Pansy, directo a sus ojos rodeados por enormes pestañas. —Pensaba que un día podríamos quedar cuando vuelva ¿No te parece?

—Claro, claro. -asiente. Hermione está a punto de decirle que a esa salida podrían llamarla cita pero Pansy continúa hablando antes de que pueda decir algo —Podrías venir a mi casa e invitamos a los chicos. Creo que si Draco y Potter se toman un par de copas antes, seguro se soportan.

Hermione siente como si le hubiesen dado un golpe en el estómago, pero esconde su dolor tras la copa de champagne, y luego hace su mejor intento para fingir una sonrisa.

—Sí, creo que es un buen plan. -Pansy asiente efusivamente, mientras ella agita su varita para conjurar un tempus —¿Te parece que volvamos? No terminaremos nunca si continuamos aquí -agrega.

No espera respuesta, se incorpora haciendo desaparecer la copa y luego se voltea para caminar hacia la salida. Pero antes de dar un par de pasos siquiera, unos dedos se envuelven con los de ella.

—Luego, cuando todos se vayan -dice Pansy cuando ella se gira para mirarla. —Tú te puedes quedar a dormir conmigo.

A Hermione no solo la deja perpleja su propuesta, sino que la repentina cercanía de la chica. Imagina que, si se inclina a penas un poco, sus narices podrían tocarse.

—No se si todos se puedan ir. Creo que tendríamos que lidiar con un Malfoy y un Harry muy borrachos, porque si lo que queremos es que se tomen unas cuantas copas para que se soporten, se nos puede ir de las manos.

Pansy le dedica una leve sonrisa, acercándose todavía más. Sus narices por fin se rozan, y Hermione no puede despegar la vista de los labios rojos de la chica.

—Somos brujas, querida. Podemos hacer un hechizo silenciador. -agrega.

Hermione no responde. Se inclina hacia delante lo poco que faltaba para cerrar los centímetros que las separaban y sus labios lentamente se mueven los unos contra los otros.

—Supongo, que si queremos esa semana libre, debemos continuar con nuestro trabajo hasta encontrar ese veneno.

—Mione -se queja, haciendo un mohín con los labios —¿Ahora?

Hermione se encoge de hombros y se voltea con intención de que la chica le siga.

—Es ahora o nunca.

—Mantengo el plan B, el de renunciar. -opina Pansy, mientras Hermione siente el sonido de sus pasos tras ella.

—No cuentes conmigo.

—Me llamas cruel a mí, pero eres tú la malvada, Granger.

Hermione rueda los ojos y se sienta alrededor de la mesa, ordenando sus pergaminos para retomar el trabajo en donde lo había dejado. Fingiendo ignorar los reclamos de Pansy e intentando mantener controlados los impulsos de lanzarse a sus brazos para besarla nuevamente.

Fictober | Drarry y otros ships.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora